Edward de Raaf, conde de Swartingham, necesita con urgencia un secretario que ponga orden en sus caóticas finanzas. El problema es que, con su carácter, espanta a todos los candidatos.

Para Anna Wren el puesto es la solución a sus problemas, después de enviudar de un marido infiel y quedarse en la ruina. La atracción entre ambos personajes queda patente desde el primer momento, aunque Edward no parece muy dispuesto a dejarse llevar por ella.

Cuando Anna descubre que el conde es habitual de un conocido burdel de Londres, decide poner en marcha una pequeña mascarada. Porque en el juego de la seducción, no existen reglas...

Primer libro de la serie "Príncipes".

Aquí tenemos una preciosa novela que nos cuenta dos historias muy distintas: la de Anna y Edward, y la del príncipe Cuervo. Ésta última es una especie de cuento de hadas, una adaptación del mito de Eros y Psique. Está narrada en forma de pequeños fragmentos que preceden a cada capítulo de la novela, y cuenta la historia de amor de un príncipe maldito. Además, el cuento de El príncipe Cuervo está relacionado con la historia principal a través del libro homónimo que encuentra la protagonista en Ravenhill Abbey, y que da pie a una actitud juguetona entre los protagonistas. Y nos ayuda a entender los sueños que guarda el corazón de Edward.

Y la historia de Anna y Edward es igualmente preciosa. Gracias a una ambientación rodeada de cierto aire mágico, una buena narración y unos personajes carismáticos nos encontramos con una novela original, atrayente y emotiva. Es una historia que también tiene algo de cuento de hadas, que habla sobre la bondad y el amor como recompensa. La novela se puede dividir en dos partes, porque hacia mitad de la historia sucede algo que marca un antes y un después en la trama y en la relación de los protagonistas.

Anna es una protagonista fuerte y decidida, su posición de viuda respetable es muy valorada en el pueblo, pero también es una mujer sincera que rechaza la hipocresía de la sociedad. Es por eso que no juzga a la prostituta que encuentra herida en el camino, ni la rechaza, simplemente le presta la misma ayuda que prestaría a cualquier ciudadano respetable, sin importarle la opinión de nadie. Pero le cuesta confiar en la fidelidad del amor debido al desarrollo de su matrimonio. Sólo ha habido un momento en el que le habría dado un tirón de orejas, por acobardarse y hacer sufrir a Edward; sin embargo, se redime tan deprisa en un alarde de valentía que le perdono su momento de debilidad.

Edward es un protagonista maravilloso, uno de los mejores elementos de la novela, un personaje que evoluciona y crece a lo largo de la historia. Nos muestra varios aspectos de su personalidad: malhumorado, irritable, apasionado, nostálgico, bondadoso, divertido... así es él. Y, si juntamos todas esas facetas, encontramos al auténtico Edward. Sobre todo, Edward me ha conquistado abriéndose y mostrando un corazón que es bondadoso a pesar de su mal genio. Me ha enternecido su carácter brusco, su sensibilidad, su caballerosidad, su inseguridad... Edward es un personaje completo y con alma, que se hace querer. Me ha llegado una escena de Edward sentado en su sillón, representando la misma imagen de la soledad, pues es el momento en que una se da cuenta del cariño que le ha cogido a ese hombre, es una escena corta pero también un momento muy emotivo.

La historia de amor es una delicia, es cierto que hay cierta atracción desde bastante pronto, incluso cuando Anna y Edward no se gustan, pero me encanta la forma en la que se enamoran, poco a poco. Con el trato del día a día, con sus discusiones, mientras Anna intenta buscarle un nombre al perro del conde... de esa forma se enamoran. Son una pareja extraña, dos personas muy diferentes, pero con experiencias pasadas con el matrimonio similares, y descubren que les gusta conversar, incluso de temas poco habituales en alguien del sexo contrario. Son dos protagonistas con imperfecciones, y es eso lo que les hace destacar. No puedo dejar de mencionar la sensualidad con la que están descritas las escenas de cama, con una pasión destacable pero con gusto. Y la declaración final de amor de Edward es tan sencilla pero al mismo tiempo sincera, que emociona.

Como todo cuento de hadas, la novela presenta unos secundarios que simbolizan la bondad o la maldad, y que son amigos o enemigos de los protagonistas. Como aliados tenemos algunos personajes bastante pintorescos como la señora Wren, la suegra de Anna; Rebecca, su gran amiga; Coral y Pearl, dos mujeres muy importantes que suponen un punto de inflexión en su vida; Felix Hopple, el administrador de Edward; Jock, el perro hasta entonces sin nombre del conde...

Aparecen también los dos protagonistas de los siguientes libros de la serie, Simon y Harry, y, la verdad, nunca me los habría imaginado como protagonistas de una novela romántica. Son dos hombres curiosos pero de buen corazón, y junto a Edward forman un trío de amigos muy peculiar, unidos por su afición a los temas agrarios.

Todos ellos son personajes entrañables y encantadores sin caer en la ñoñería, me alegro especialmente de la pequeña historia de amor entre dos de los secundarios mencionados. Pero tampoco podían faltar los villanos de la historia.

El epílogo es un cierre perfecto para la historia, tanto para el cuento de El príncipe Cuervo como para la trama de la novela.

Así, tenemos una preciosa historia de amor con unos personajes carismáticos, un poco de misterio, unos toques de sentido del humor, y mucha pasión. Y todo esto acompañado, además, por un bonito cuento con moraleja incluida sobre el amor verdadero. No sé si será una historia inolvidable, pero de que es una historia que emociona y llega al alma, de eso estoy segura.