«Algún día te convertirás en lo que soy.» Así habla el espíritu de la bisabuela de Amelia Gray, Rose Gray, una mujer tan atormentada por su don y por su conexión con el otro lado que decidió quedarse ciega para no ver fantasmas.

Amelia está aterrorizada con la posibilidad de que la profecía se convierta en realidad y le suceda lo mismo que a su bisabuela. Ella solo quiere pasar el resto de su vida con John Devlin, el detective del que se ha enamorado.

Para evitar que se cumpla la profecía, Amelia deberá descubrir cómo murió realmente Rose y qué sucedió con el legado de la familia Gray. Después de tropezar con un viejo estereoscopio en el sótano de su casa en Charleston, el viaje de Amelia hacia el autodescubrimiento pronto se convierte en una investigación sobre un asesinato.

Cuarto libro de la serie «La reina del cementerio».

Qué placer supone empezar el libro y ya estar inmersa en su clima gótico y tétrico, algo que pasa con todos los libros de la serie.

La ambientación, uno de sus puntos fuertes, es ya un sello distintivo de esta autora y algo que resulta familiar para los seguidores de Amelia Gray. Es una novela que gana puntos leyéndola de noche, cuando se abre el velo y se puede oír el silencio.

En particular ha habido dos escenas tan nítidas que leerlas ha sido como presenciarlas de primera mano. La primera es la conversación de Amelia con su padre en el cementerio y la otra es el recorrido hasta la zona del nuevo proyecto de restauración. En ambas casi se podía palpar ese ambiente, elementos naturales y no tan naturales, sentir la inquietud, la ansiedad y el desasosiego de la escena.

El clima que se describe es siniestro y a la vez extrañamente hermoso.

La trama engancha desde el principio, incluso cuando no está pasando nada la sensación de inquietud mantiene la atención por lo que pueda surgir de la oscuridad.

Esta sensación de inquietud empieza antes de iniciar la lectura gracias a esas preciosas pero a la vez siniestras portadas. No sé si lo había mencionado alguna vez, pero sólo al verlas ya dan ganas de empezar la serie, aunque sólo sea por eso.

La historia es muy atractiva porque incluye un cementerio con historia propia y un atroz crimen pasado, elementos que ya son habituales, pero además están estrechamente vinculados con Amelia, lo que lo hace un caso mucho más personal y oscuro.

Es muy interesante la importancia de la fotografía antigua y de las llaves, le da un aire claustrofóbico y enigmático a la historia.

Amelia no pasa por su mejor momento después de los acontecimientos de los últimos meses, una profecía la persigue y nuevos criaturas fantasmales la acechan. Fantasmas y otros entes que no se parecen a nada que haya visto antes, pues va a descubrir que lo que sabe acerca del «don» que posee es sólo la punta del iceberg de un poder mayor y que todavía desconoce en gran parte. Pese a estos problemas, Amelia está centrada, más de lo que lo estaría cualquiera, no se amilana fácilmente y no se rinde ante el misterio que presenta un nuevo cementerio.

Devlin tiene una presencia parcial en la historia, como es habitual en el resto de la serie. En realidad, él tiene sus propios problemas y demonios. Y no deja de provocar cierta inquietud con esa mirada un tanto oscura y su abstracción. Sin embargo, la preocupación por Amelia es constante y tierna.

El romance de Amelia y Devlin continúa, aunque no es un camino de rosas. Y es un alivio ver que sus problemas no eran tan fáciles de solucionar como parecía en «El profeta», porque en sus vidas sigue habiendo secretos y oscuridad, y juntos son una bomba de relojería, dos personas demasiado taciturnas. Pero, por otro lado, investigando son mejores juntos.

La historia de amor de la pareja es compleja y se adivinan más complicaciones tras ese muro que los secretos que ocultan han edificado entre ellos. Pero estos problemas son parte de su historia.

Esta relación sigue sin ser un tema principal, pero es un pilar de esta serie y algo que no hace otra cosa que sumar al conjunto.

Esta vez hay pocos personajes secundarios que resulten conocidos, únicamente el doctor Shaw —que me ha gustado mucho en este libro, especialmente porque es un pozo de sabiduría para los fenómenos paranormales, pese a que en otros libros me parecía bastante sospechoso y tampoco lo descarto nuevamente como tal para el futuro— y Caleb —que sigue guardando información a su hija—. El resto son personajes oscuros que guardan relación con el crimen atroz que se convierte en la nueva obsesión de Amelia.

Un nuevo caso de Amelia Gray que está a la altura de los mejores libros de la serie, que transmite inquietud con una historia tan siniestra. Se desvelan más secretos y surgen nuevas preguntas en un caso que se cierra, pero que culmina con un final que es un nuevo principio, un camino de incertidumbre.

Una novela que me ha gustado mucho por lo bien que combina el romance, el suspense y el ambiente tétrico del terror clásico.