Anna Lacemon es una mujer inteligente, ingeniosa y cabezota que odia profun­damente el día de San Valentín. Empujada por dicho sentimiento, decide crear Love Dead, un peculiar negocio dedicado a aquellos que deseen molestar a alguien con un regalo impertinente.

Jack Brisbane, un rico y famoso empresario que adora San Valentín, es propietario de la conocida cadena de tiendas Eros, destinadas a proporcionar románticos momentos a los enamorados. Cuando el poderoso magnate Donald Brisbane le pide ayuda a su hijo para deshacerse de la fastidiosa Anna Lacemon, Jack accede a enfrentarse a ella abriendo una de sus tiendas frente a la de su rival.

Tras conocerse, Anna y Jack llegan a la conclusión de que solo uno de ellos puede tener cabida en la zona comercial, así que hacen una apuesta, cada uno usando sus armas: él tiene que conseguir que Anna se enamore de él, ella únicamente tiene que lograr que Jack acabe odiándola.

¿Quién de los dos ganará?

Si últimamente he leído una novela romántica que no me ha costado visualizar como una película ha sido ésta, es una historia muy cinematográfica sin estar demasiado guionizada con diálogos ni con una narración sin descripciones. Es una lectura ágil y amena que entretiene y divierte, porque si algo destaca en la trama es el sentido del humor.

Frente a lo positivo del entretenimiento tenemos el inconveniente de los narradores. Soy consciente de que últimamente se ha puesto de moda por alguna razón intercalar el narrador en primera persona con el de tercera, y yo todavía no entiendo el objetivo. En este caso eso suceda en muy pocas ocasiones, pero no veo que incluir la primera persona ofrezca más información que la que da la tercera.

Sin embargo, como aparece en muy contadas ocasiones y he disfrutado del libro, he decidido ignorar ese detalle para centrarme en el resto de la historia.

El argumento no es un tema original, el acto de odiar San Valentín está de moda desde hace algunos años, algo que antaño era muestra de rebeldía ahora es mainstream. Pero los puntos de vista, tan completamente opuestos, de los protagonistas resultan cómicos por ser tan extremos. Mantienen un  enfrentamiento bastante entretenido.

Si uno se para a pensarlo, tanto el negocio de Anna como el de Jack son totalmente absurdos y no entiendo quién puede ser fiel asiduo a ninguna de las dos tiendas. También es rebuscado el parentesco de Jack y Donald y sus sendas relaciones con Anna, cada una de un carácter bien distinto.

Pero es una historia que funciona si no te paras a pensar demasiado en esos detalles.

La historia de Anna comienza durante su infancia y continúa en su adolescencia, cuando nos enseña por qué odia el día de San Valentín, y creo que si no fuera por esa explicación no me habría resultado difícil cogerle  manía. Es una mujer de mal carácter, grosera, a veces desagradable y grita en exceso, pero al final se le acaba cogiendo cierto cariño.

Jack me ha gustado más que Anna porque no tiene un carácter tan intransigente como ella, su gran defecto es ese amor desmesurado por todo lo relacionado con San Valentín, por eso se toma cualquier acto de Anna como un insulto personal. Pero admiro su persistencia, aunque sea por un motivo de orgullo personal.

El amor aquí nace de una apuesta, una apuesta muy surrealista, y si no fuera porque ésta dura varios meses no me creería ni una palabra. Tampoco es muy creíble después de ese año que transcurre pero si le da un aire de avance pausado a la relación. Sus distintas formas de ver el amor le dan un toque muy cómico a la trama y es así como hay que verla, como una historia de amor que parodia el romanticismo.

Los personajes secundarios, en especial los compañeros de Love Dead, son extrañamente entrañables, dan un punto cómico más a la trama con sus dispares personalidades.

De Dylan, el hermano de Jack, tengo que mencionar tanto su repentina aparición como sus repentinos sentimientos, quizás lo que me ha descolocado más junto al tema de los narradores, pero es cierto que es un recurso para darle un giro a la historia.

Es una historia sin pretensiones que cumple con su objetivo de entretener, para lectoras que no tengan ganas de una novela empalagosa, pero sí de una historia de amor un poco surrealista y con sentido del humor. Y con cierto aire de comedia clásica y algunos detalles que recuerdan a películas como «La costilla de Adán» o «El bazar de las sorpresas».