Dos historias de amor separadas en el tiempo pero unidas por el misterio de un cuadro desaparecido. Un juego de amenazas e intereses ocultos que cambiará la vida de los protagonistas para siempre.

A petición de su novio, Konrad, un riquísimo y poderosísimo empresario alemán, Ana, una joven conservadora del Museo del Prado, va tras la pista de El Astrólogo, un cuadro de Giorgione del s. XV.

En su investigación descubre el pasado del París ocupado por los nazis y la saga familiar de los Bauer, encargados de velar el secreto que oculta esa obra a lo largo de los siglos.

Esta novela, con sus más de setecientas páginas, nos narra la historia de dos romances imprevistos. O más bien la historia de dos mujeres de dos épocas, pero vinculadas por un objeto envuelto en el misterio, el mito y la leyenda.

La sinopsis que da la contraportada siempre se va a quedar corta porque no puede abarcar todo lo que encontramos dentro de un libro de este grosor. Es la historia de una investigación y de una búsqueda, una historia aderezada con amor, celos, traiciones, misterio y aventuras.

Lo más característico es que es una novela con dos tramas separadas en el tiempo que se van alternando, y cada vez que una se interrumpe para dar lugar a la otra, lo hace en el momento más interesante. Una transcurre durante la Ocupación de París, entre 1942 y 1944; y la otra en la actualidad, principalmente entre París y Madrid, pero con paradas en lugares como San Petesburgo o Barcelona.

Son dos tramas diferentes en muchos aspectos. Para empezar, los narradores son distintos, mientras que el presente está narrado en primera persona por la protagonista, el pasado lo está en tercera persona.

Y no tengo ninguna duda de qué historia me ha gustado más, porque la historia del pasado es más emocionante y está mejor escrita, más documentada, más cuidada. La trama actual no se me ha hecho pesada, pero al terminar me he dado cuenta de que avanza muy lentamente y ocurren pocas cosas. Sé por experiencia que la labor de un historiador se hace principalmente en la biblioteca y, precisamente por eso, deseaba que salieran más de los archivos. No me habría importado que hubiera un poco de pasión, más misterio, más peligro y más aventura en esa parte del libro.

Las dos historias están unidas por el secreto que esconde un cuadro de Giorgione. Un secreto que se nos insinúa en el título del libro y del que conocemos algo durante el prólogo.

Y con Giorgione empieza la historia, con un prólogo situado en Florencia, en 1492, con el momento y las razones de la concepción de «El astrólogo». El prólogo revela el momento de la creación del cuadro y los motivos, resulta prometedor y nos hace viajar a la Italia del siglo XV.

Uno de sus puntos fuertes es su ambientación cuidada y documentada, algo más por lo que prefiero la historia de Sarah. Es interesante sentirse transportado del París actual al de 1942, ver la misma ciudad con otra perspectiva. La autora no me dice nada que no supiera ya sobre la Ocupación, los nazis y los judíos, pero los horrores del momento están bien narrados y, sobre todo, saben transmitir. También es de agradecer que esas escenas no sean largas y que al ser una historia contada a intervalos y sabiendo que es una historia ya pasada, se puede vivir con cierta distancia.

Personajes como Giorgione, Lorenzo de Médicis o Himmler aparecen para ayudar en la recreación de cada época.

Pero los personajes destacados son varios y, en general, bastante bien definidos pese a que al narrar dos historias la presencia de todos se reduce.

En primer lugar, tenemos a Sarah, una joven judía que pertenece a la familia que ha custodiado el cuadro de Giorgione durante generaciones, se puede decir que le ha tocado ser su guardiana por nacimiento. Entre Georg, un militar experto en arte, que es enviado para encontrar el cuadro, y Sarah, que lo oculta, se establece una persecución a contrarreloj. Dos personas destinadas a odiarse que están condenadas a amarse contra su voluntad, a salvarse la vida el uno al otro.

Puede que Georg haya sido mi personaje favorito de la novela por sus principios y la carga emocional del personaje, por su valor y su capacidad de adaptación. Es un héroe en todo el sentido de la palabra, un soldado honesto con el uniforme equivocado que tiene que adaptarse.

Desde el principio está claro que la relación de Sarah y Georg va a ser de amor  y odio, amor y odio de verdad, pero hay un tercer personaje en discordia. En otras circunstancias, en otra historia, en otra vida, habría podido ser el protagonista, pero sus reacciones, su forma de afrontar las cosas y, sobre todo,  que el objeto de su amor no sienta lo mismo que él hacen que eso no sea posible. Es también un personaje complejo que provoca diferentes sentimientos a lo largo de la novela.

Por otro lado, tenemos a Ana. Y como es la que narra la historia actual se la puede considerar la protagonista, porque nos aporta su punto de vista y es ella la que intenta destapar un secreto del pasado que une todas las tramas del libro. A raíz de su investigación nos sumergimos en la historia de Georg, del cuadro y de una búsqueda desesperada. Con sus descubrimientos vamos conociendo más la historia de Sarah y Georg, una historia cuyo desenlace es imposible adivinar hasta la recta final por razones obvias... ¿la historia de amor entre un nazi y una judía en plena Ocupación parisina? Es de lo más complicada.

Pero la trama actual es la más floja de las dos. Primero, porque la investigación de Ana podía haber sido más interesante, en realidad le viene rodada y ella apenas debe hacer mucho más. Pero también por la trama romántica, porque se queda un poco a medias, entre su maduro, rico y poderoso novio, y Alain, que tiene un punto de misterio muy atractivo. Al final, sus dudas no dejan espacio para la pasión.

A pesar de contar dos historias muy diferentes, tiene sus puntos en común. Por ejemplo, es obvio que en las dos se cuenta un triángulo amoroso. En la comparación de las historias me quedo con la que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, es más intensa y más emocionante.

Pero entre Sarah y Ana, también me quedo con Sarah. Su capacidad de adaptarse es admirable y aunque comete errores, ya sea por impulsividad o por ingenuidad, es un personaje entrañable y valiente. Ana, en cambio, es más pasiva y tiene una personalidad que no me convence, durante la investigación sufre un cambio positivo, pero hay cosas de ella que no me han acabado de gustar.

El final me ha gustado por una parte y por la otra no. En cuanto al tema de la investigación todo viene sin prisas y queda todo bien cerrado, pero el tema del romance actual se ha dejado tan para el final que queda bastante colgado.

En definitiva, es una novela que recomiendo a lectoras a las que les guste la historia y las novelas con un poco de todo, con romances de distintas épocas, con personajes elaborados y una buena ambientación, un poco de misterio y de historia del arte. Aunque esperaba algo más de este libro en cuanto a acción, la lectura se me ha hecho amena y entretenida a pesar de contar con sus setecientas cuarenta páginas.