Chicas... ¿jugamos?

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 12:09

Yo tampoco.... Joo

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 12:21

Estoy segura de que no lo leí Chicas... ¿jugamos? - Página 38 232426

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 14:56

Pongo un trozo que va antes que los anteriores, casi al comienzo de la novela...

XX, viuda del marqués de EXMARIDO, dejó de mirar la puerta principal que estaba al otro lado del cristal para dirigirse a la joven vestida de satén color caléndula y echada en la tumbona que estaba en el otro extremo de la sala. Sonrió, aunque no estaba de humor para hacerlo.

—Estoy esperando a tu hermano —contestó con un escalofrío que tenía más que ver con el hombre en cuestión que con la corriente de aire que atravesaba el fino cachemir de su chal.

CUÑADA puso los ojos en blanco en señal de exasperación.

—Creía que ya habíamos quedado en que XY nunca vendría aquí.

Sonriendo ariscamente ante la certeza de su amiga, XX se levantó de la silla que estaba cerca de la ventana y pisó delicadamente el suelo de roble crujiente para dirigirse a la chimenea frente a la que estaba CUÑADA.

—No. Tú quedaste en eso. Yo nunca te di la razón y sigo sin estar de acuerdo. Te equivocas si piensas que tu hermano permitirá que te quedes bajo mi techo cuando sepa que estás aquí.

La mujer, más joven y delgada, observó con curiosidad a XX mientras se sentaba en la silla que tenía enfrente. La advertencia no parecía asustarlo.

—Te tiene miedo.

XX resopló.

—No tiene miedo de nada.

CUÑADA se inclinó hacia adelante, apoyando el codo en los cojines.

—¿Y entonces por qué cambia sus planes sólo para no coincidir contigo?

—Porque me desprecia.

Hacía mucho tiempo, parecía una eternidad, ella también lo había despreciado, pero ese sentimiento se había mitigado con los años. Ahora, casi podía entender por qué XY la había traicionado. Por desgracia, la herida de su traición no se había desvanecido con su odio. Estaba siempre presente. A veces pasaban meses sin que pensara en ello, pero cuando lo hacía, el daño aún era muy agudo y doloroso.

Había sido estúpida, muy estúpida, con él y nunca se había perdonado a sí misma.

Su amiga sonrió.

—Mi hermano se pavonea ante las personas por las que siente aversión. Creo que en cierto modo disfruta perversamente al hacerlo, pero se marcharía de un lugar en el que estuvieras tú antes que jugar a eso contigo.

—Le humillé —replicó XX, sintiendo cómo la vergüenza le subía por las mejillas—. Está claro que verme se lo recuerda.

—¿Y también la mención de tu nombre? —CUÑADA levantó una ceja—. ¿Eso también se lo recuerda? Porque tampoco soporta eso.

XX miró fijamente a su amiga. CUÑADA hacía que el odio que XY sentía por ella sonara como algo que debía enorgullecerla. En ese instante, con esa expresión de altivez y satisfacción de sí misma, se parecía mucho a su hermano mayor. Tanto que XX tuvo que mirar a otro lado.

—Ya me imagino que la simple mención de mi nombre lo hace sentir incómodo —murmuró.

Dios sabía que ella se encogía cada vez que se hacía una referencia sobre él.

—Debo confesarte que XY no me ha contado casi nada sobre la historia. Casi todo lo que sé son chismorreos.

XX levantó la vista. ¿XY no le había contado toda la desagradable historia? No, suponía que no. No podía saber si las dos iban a ser amigas algún día, y además no era el tipo de historia que uno fuera contando por ahí a una joven de buena educación.

—Me enamoré de él.

Ante la mirada sorprendida de su amiga, continuó.

—Y el sentimiento no fue correspondido, por mucho que lo intenté.

Y cuando no fue correspondido, ella decidió sacarlo a la luz de la manera más pública y ostentosa que pudo.

—¡Oh!

La expresión de CUÑADA era de verdadera turbación y XX lamentó haberle dicho nada.

No hacía falta contarle a CUÑADA que XX había creído que sus sentimientos habían sido correspondidos en esa época. Todo eso formaba parte del pasado y XY era el hermano de CUÑADA. XX no quería pintarlo como el malo ante los ojos de su hermana.

—Me deshonré con él.

Pronunciar esas palabras era como desgarrarse por dentro, pero era casi un alivio liberar la verdad.

—Y mi comportamiento es la razón por la que vendrá a por ti. No dejará que te influya de ninguna manera.

La expresión de CUÑADA era de indignación.

—No necesito que me protejan de tu influencia. Tú no eres la que quieres obligarme a que me case. Tú no eres la que quieres convertirme en algo que no soy. Siempre me has alentado a ser lo que quiero ser.

XX sonrió.

—¿Lo ves? Soy una mala influencia. Como mínimo, desde un punto de vista masculino.

Riéndose, CUÑADA alargó el brazo y cogió una mano de XX para colocarla entre las suyas. Los dedos de la joven eran cálidos y firmes.

—Eres mi mejor amiga. Ojalá no hubiera tenido que ocultar nuestra amistad todos estos años.

—Tenemos que dar las gracias a lady AMIGA por su ayuda —contestó XX, retirando su mano para poder recostarse en la silla—. Si no fuera por ella, casi nunca nos veríamos.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 15:03

yo sigo sin tener la menor idea Chicas... ¿jugamos? - Página 38 232426

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 15:42

Una de las chicas del foro tiene puesto un diálogo de esta novela en su firma...

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 17:21

Caer en la tentación de Kathryn Smith....

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 17:57

Claro, Pricesa, la acabo de terminar y me gustó mucho, te toca!! Chicas... ¿jugamos? - Página 38 309406

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 20:44

Mau escribió:: Claro, Pricesa, la acabo de terminar y me gustó mucho, te toca!!

A este lo tengo pendiente de lectura, así que subirá de puesto.. :perfecto:

Va...

—¡Lady POBRE!
El apoderado le lanzó a DECIDIDO una mirada abochornada.
Ella dio un suspiro, pero no quiso mortificar más la sensibilidad herida de aquel hombre.
—Antes la yegua era mía, de modo que su bienestar me importa.
—Bueno, pero ya no es suya —dijo el apoderado, exasperado—. Me aseguró usted que tenía un sitio adonde ir, lady POBRE.
—Lo tengo, desde luego —dijo ella con dignidad—. En realidad iba a marcharme esta mañana, pero...
—Pues hágalo, por favor. Esos animales no son asunto suyo. Se venderán a quien los quiera.
De repente la pálida piel de POBREl se tiñó de rubor.
—¡No debe moverla! Acaba de parir y el tiempo empeora por días. Al potrillo se le debe...
—No son asunto su...
—Yo los compro —los interrumpió DECIDIDO.
Los dos se volvieron a mirarlo.
—¿Usted? —dijo ella.
Él asintió con la cabeza.
—Y además los cuidaré bien. Le doy mi palabra.
Le tendió la mano.
Ella la tomó; daba la mano con fuerza para ser una dama. Él la olió, olió el aroma a jabón, a caballo y a heno fresco, y a cálida y dulce mujer. Un tirón y la tendría en sus brazos, podría probar aquellos suaves labios...¿Pero qué estaba haciendo? DECIDIDO frenó su impaciente cuerpo. Ni siquiera la conocía. Pero sin duda la deseaba, fuera «lady» o no.
—Gracias.
Ella le sonrió, con aquella apabullante y radiante sonrisa que lo había deslumbrado en el bosque.
Y el cuerpo de DECIDIDO se endureció. Y los sesos se le volvieron del revés. Y no le quedó ni una sola palabra en la cabeza.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 20:53

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 4 Feb 2012 - 20:54

Maryss28 escribió:

+1

Ni idea...

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 1:22

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 4:24

Más más!!!

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 13:23

Una ventana daba a una especie de patio trasero. POBRE la miró pero renunció a la idea de salir trepando. Sería ridículo, y además no tenía miedo de DECIDIDO. Miró su alto y poderoso cuerpo y sus anchos hombros. Tenía los grandes puños apretados. Ella se cruzó de brazos y le lanzó una mirada asesina.
—Está claro que se ha tomado muchas molestias para organizar este encuentro, así que,¿qué es lo que tiene que decirme? Dígamelo y déjeme salir. No me agrada que me encierren en cuartuchos contra mi voluntad.
DECIDIDO frunció el ceño.
—¿Decirle?
—Sí.
Se quedó esperando.
—No debí hacerlo —dijo él por ﬁn—. Darle aquel... beso por la fuerza como lo hice. Le presento mis disculpas. No pretendía faltarle al respeto, aunque eso no es excusa. La traté a usted como a una libertina.
POBRE se ruborizó al recordar la escena de la cuadra y comprendió que él no se refería sólo al beso. Era evidente que se había dado cuenta de dónde había tenido ella la mano, atrapada entre los dos.Pero eso había sido sin querer. Y la había tratado como a una mujer, no como a una libertina. Desde entonces ella había revivido aquel beso una y otra vez en su cabeza.
—No me im...
Se detuvo. Si decía que no le importaba, él la tomaría por impúdica, incluso un poquito
liviana. Entonces buscó torpemente una expresión adecuada. «Lo perdono» le parecíademasiado santurrón.
—No pasa nada —dijo—. No toquemos más el tema.
De pronto el rostro de él se volvió inexpresivo... y de repente POBRE se dio cuenta de lo que había dicho y recordó cómo, sin darse cuenta, su mano se había apretado contra la excitada carne de él. Tocar más el tema..
—No quería decir eso literal... —se interrumpió con un grito ahogado, y se llevó las manos alas encendidas mejillas—. Vaya por Dios.
Volvió a echarle una ojeada a DECIDIDO. Tenía la cara tan rígida que POBRE no pudo evitar sonreír.
—Estaba esforzándome tantísimo por aparentar soﬁsticada indiferencia... —confesó—.Buen lío me he hecho, ¿verdad?
DECIDIDO se relajó; en sus ojos había una expresión de arrepentido regocijo.
—Me parece que nos lo hemos hecho los dos. Se produjo un breve silencio.
—Bueno, si eso es todo... —empezó a decir POBRE.
Era muy consciente de que pasaba el tiempo y no quería meterse en problemas.
—No, en realidad no la he traído aquí por eso —la interrumpió él—. Ni siquiera había pensado en ello hasta ahora mismo, cuando usted me ha preguntado qué tenía que decirle y he recordado que le debía una disculpa.
—¿Entonces qué era? No tengo mucho tiempo, ¿sabe?
Él la miró ﬁjamente durante un largo instante; sus ojos le escudriñaron la cara de un modo que le hizo sentir un hormigueo de alarma
—No duerme usted lo suﬁciente —dijo por ﬁn.
POBRE parpadeó.
—¿Me ha traído aquí para decirme eso?
DECIDIDO alzó la mano, se la puso en la mejilla y le inclinó la cabeza un poco hacia la luz.
—Tiene ojeras de color lila debajo de los ojos —indicó en tono bajo—. Son preciosas pero no deberían estar ahí.
Su gran pulgar pasó suavemente por los pómulos de POBRE.
—Y además está usted más delgada. Aquí hay huecos que no estaban antes.
El pulgar acarició los huecos. POBRE tragó saliva, con la mente repentinamente en blanco. Estaba preparada para una discusión, para una intimidación incluso, pero no para aquel... para aquel tierno... interés. No había preparado ninguna defensa contra aquello. Clavó la mirada en sus ahumados ojos grises. Lo olía; olía el limpio y fresco aroma a su agua de colonia del afeitado, a ropa limpia y, también, el leve aroma a café.
—Usted necesita que la cuiden —dijo él, y su voz suave y grave reverberó a través de ella—. Y yo soy el hombre que va a hacerlo.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 17:20

sigo sin saber

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 18:04

ni idea

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 19:32

"Cautiva de ti" de Anne Gracie??

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 5 Feb 2012 - 21:01

Mau escribió:: "Cautiva de ti" de Anne Gracie??

Claro Mau!! :perfecto:

Te toca..

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 6 Feb 2012 - 7:57

venga mau

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 6 Feb 2012 - 21:09

Sir XY llamó a la puerta y abrió.

—Pase. Ya veo que ha estado esperando ansiosamente, como un marido a su esposa. —dijo DOCTOR, con los ojos brillantes de diversión, mirando a uno y después al otro.

Sir XY se acercó rápidamente a XX.

—Dice que los desmayos se han debido a la tensión —le explicó ella.

Él emitió un gruñido.

—Quizá esté comenzando a tener migrañas. Esperemos que no. No voy a preocuparme por ello, ya que el dolor vino y se fue. Le recetaré un remedio para que pueda relajarse y descansar. Sir XY puede enviar a un sirviente a la botica.

Parecía que sir XY estaba furioso.

—Mientras, mejore su alimentación, querida, y descanse. Le dejaré un par de dosis de láudano por si acaso vuelve a tener dolores. Intente no angustiarse —le dijo el doctor, dándole unos golpecitos en el brazo.

—¿Es ése su diagnóstico? —inquirió sir XY.

—Parece que su salud es buena —respondió el médico—, pero avíseme si sufre otro ataque.

Sir XY lo acompañó a la puerta, y después volvió junto a XX.

Ella se sintió tensa.

—Os llevaré a Londres. Allí podéis acudir a otro médico. El dolor que describisteis no es una migraña.

—Yo… me siento mejor. El doctor DOCTOR tiene razón, probablemente. He estado muy nerviosa y…

—Yo he aumentado vuestra tensión. No lo neguéis. Os asusté en el salón la otra noche, y hoy os he presionado.

—No digáis que lo que hemos compartido esta mañana me ha provocado un desmayo horas después de suceder. He disfrutado mucho hoy.

—No estáis bien, XX. Sois una mujer delicada, demasiado buena, que se da generosamente a todo el mundo salvo a sí misma. Os preocupáis por todos, ¿no es así? Incluso me habéis cuidado, cuando podría haberlo hecho un sirviente. ¿Quién os cuidó a vos cuando murió lord PADREDEXX? ¿Y quién os cuidará ahora?

—Tengo muchos criados.

Él la miró fijamente.

—Vuestro padre murió, y después sufristeis el asedio de un montón de granujas. Vinisteis aquí y yo insistí con mis insinuaciones. No me sorprende que os desmayarais. Creo que yo he sido la gota que ha colmado el vaso, porque no podíais tolerar más presión.

XX notó que le latían las sienes, pero con un dolor normal, no aquel dolor brutal y terrorífico de antes. Quería decirle la verdad. Sí estaba sufriendo una gran tensión, pero no por las razones que él pensaba. Era la tensión de tantas emociones, cuando no estaba acostumbrada a sentirlas. Era la presión que le producía tomar una decisión que iba a cambiarle la vida entera. Si él no la rechazaba.

—CRIADA está preparando una bandeja con la cena —dijo XY. Se dio la vuelta para marcharse, pero entonces volvió a su lado bruscamente—. Vos me cuidasteis cuando yo estaba enfermo, y ahora me toca a mí. ¡No protestéis! Descansaréis unos cuantos días y nos olvidaremos de esta tarde.

Ella no quería olvidarla.

—Sir XY, esto no es culpa vuestra. No soy tan frágil como para romperme porque me miren mal.

—Siento algo en vos que no había percibido nunca. Siempre he notado vuestra vulnerabilidad, pero hay más. Y es fragilidad. Me he dado cuenta de que, bajo vuestra fachada de elegancia y perfección, sois muy frágil. ¿Me equivoco?

Ella no pudo responder, porque sabía que en el fondo él tenía razón. Si perdía la compostura, contrariamente a lo que acababa de decirle a sir XY, podía romperse. Los monstruos se lo demostraban.

—Eso me parecía —dijo él—. Ahora, dejad que os suba una bandeja, y comed algo. Complacedme en esto, por favor.

Ella le acarició la mano.

—Sir XY… no os preocupéis tanto. Estoy bien.

Él no respondió.

—Me siento muy mal por molestaros. Meg puede…

—No me estáis molestando. No me molestaríais en ninguna circunstancia. Pese a mi comportamiento, pese a todo, vos me cuidasteis cuando tuve el accidente, y quizá me salvarais la vida. XX, tengo una gran deuda con vos. Dejadme que os la pague.

Ella lo miró con fijeza.

—Por favor. Dejad que os cuide.

Finalmente, XX asintió.

—Gracias.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 6 Feb 2012 - 21:11

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 6 Feb 2012 - 23:08

Me suena, me suena Chicas... ¿jugamos? - Página 38 198644

Y se te escapó un nombre, mau Chicas... ¿jugamos? - Página 38 246423

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 7 Feb 2012 - 7:25

jajaj yo ni con nombre lo se

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 7 Feb 2012 - 11:55

Rosas rojas de D'Alessandro Question

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 7 Feb 2012 - 15:33

No pricesa, ni libro ni autora...pongo un poco más.

XX había decidido que se arreglaría para su primera cena con su prometido. Se había puesto un vestido de noche de color marfil y rosa, y estaba observándose ante el espejo, temblando de impaciencia como si fuera una niña de dieciséis años. Tenía el corazón alegre.

Y entonces, el monstruo apareció ante ella, enseñándole los dientes amarillos, húmedos.

Un caballo comenzó a relinchar de angustia y de tormento, desde muy cerca.

XX gritó y se tapó los oídos con las manos. Toda su felicidad se desvaneció y sólo pudo sentir terror. Sabía que aquel hombre la estaba buscando y que, sin duda, iba a atraparla. En aquel momento era una niña pequeña que estaba muy asustada. ¿Dónde estaba mamá?

«Se han llevado a mamá, la han sacado del carruaje».

El monstruo de ojos claros intentó agarrarla. Ella saltó y corrió, no por la habitación, sino a través de la multitud, en una calle de Londres, resbalándose por el empedrado lleno de sangre. A medida que corría, los relinchos del caballo se difuminaban. La imagen del hombre se desvanecía. Cuando miró hacia atrás, ya no era real, sólo era otro recuerdo espantoso que tenía grabado para siempre en la mente. XX se dio cuenta de que estaba aferrada a la barandilla, al final del pasillo, jadeando, con el corazón acelerado. Tenía las mejillas llenas de lágrimas, y no se atrevía a soltar la barandilla para enjugárselas. No sabía cómo había salido de su habitación y había llegado a las escaleras.

—¿XX?

Ella se estremeció al darse cuenta de que sir XY estaba abajo, esperándola. Sin embargo, él sonreía. No había visto su ataque de locura. Y, mientras ella lo miraba, aterrorizada, a los ojos, el miedo disminuyó. Él llevaba una chaqueta blanca propia de una velada de noche, y XX nunca lo había visto tan guapo. Tuvo la sensación de que era muy importante bajar a su lado. Él era como un puerto seguro, un destino, un lugar al que debía acudir.

Sin embargo, tenía todo el derecho a saber lo que le estaba ocurriendo.

XX bajó las escaleras cambiando rápidamente de expresión e intentando que se le calmara la respiración para que él no sospechara que algo iba mal.

—Veo que los dos hemos pensado en arreglarnos —dijo ella. No debía decirle lo que acaba de ocurrir. ¡Pensaría que estaba loca de remate! XX se avergonzaría profundamente.

Él la miró con toda atención.

—¿Algo va mal?

XX titubeó. ¿Cómo no iba a decírselo? Si aquellos ataques no cesaban, él se merecería algo mucho mejor de lo que ella podía ofrecerle.

—Tienes aspecto de estar asustada —le dijo él con suavidad.

Ella se puso muy tensa. Y mintió, cuando nunca había sido mentirosa, porque no se atrevía a perder a sir XY.

—Estoy un poco nerviosa por la cena.

Él sonrió, pero la sonrisa no le alcanzó la mirada.

—A veces, me da la sensación de que guardas secretos.

—No tengo ningún secreto que merezca la pena guardar.

—No lo decía de un modo ofensivo —dijo él rápidamente—. XX, ¿tienes algún problema?

—No sé qué quieres decir —replicó XX—. El único problema que tengo es la complicada fortuna que mi padre me dejó en herencia, y que está a punto de pasar a tus manos, lo cual hará que mi vida sea mucho más fácil.

Él sonrió con incertidumbre.

—Espero que podamos ir pronto a la ciudad. Sé que desearás hacer el anuncio de nuestro compromiso y planear la boda, aunque sea sencilla.

Ella no pudo sonreír en aquella ocasión.

—Odias la ciudad, ¿y ahora quieres ir inmediatamente?

Él se encogió de hombros.

—La condesa se pondrá muy contenta al saber la noticia.

XX lo miró fijamente.

—Muy bien. La verdad es que quiero que vayas a un médico allí. Estoy preocupado por ti.

—Estoy bien, XY —mintió ella—. No hay necesidad de volver a la ciudad, y menos por lo que acabas de decir. ¡Me muero de hambre! ¿Estará lista la cena? —preguntó, y se alejó de él.

Y, por el rabillo del ojo, vio su mirada oscura, escrutadora.

«Sabe que estoy mintiendo», pensó ella con abatimiento. «Sabe que me ocurre algo horrible».

Entonces, se dijo que aquélla no era manera de comenzar un matrimonio. En el fondo de su corazón, sabía que sir XY no se merecía una esposa enferma o loca. En último caso, lo dejaría antes de que hubieran comenzado

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 7 Feb 2012 - 19:53

Hmmm...me temo que no lo he leído.. Sad

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