A la orilla del río - Robyn Carr
SinopsisJune Hudson, la doctora del pueblo, era una mujer generosa y competente que sabía que iba a tener que dar algunas explicaciones. La gente empezaba a notar lo radiante que estaba, y también su incipiente barriguita; por suerte, el agente de la DEA Jim Post había regresado a sus brazos de forma definitiva. Se había retirado después de pasar muchos años dedicado a misiones encubiertas, y estaba listo para empezar una nueva vida en Grace Valley.
Esperar lo inesperado era una forma de vida en Grace Valley, y la comunidad era un hervidero de cotilleos. ¿Quién era el pretendiente secreto que había estado ocultando Myrna, la tía de June? Al predicador del pueblo le gustaba jugar al póquer, ¿tendría demasiados ases en la manga? Pero cuando peligros, tanto humanos como de la naturaleza amenazaron a naturaleza, June y al pueblo, la comunidad se unió y demostró de lo que era capaz. Y fue entonces cuando Jim descubrió el verdadero significado de la felicidad en Grace Valley: como en casa no se estaba en ningún sitio.
ValoraciónÚltimo libro de la serie “Grace Valley”.
Definitivamente, esta serie no me ha cuajado igual que la de Virgin River. Tiene un estilo parecido: nos presenta un pueblo y nos habla de sus ciudadanos mientras les pasan distintas circunstancias. Pero los personajes no me han llegado igual.
Es posible que sea porque June no ha sido un personaje que haya terminado por convencerme y la trilogía se centra en gran parte en la vida de ella. Es un personaje que empieza bien en el primer libro, para mí decayó bastante en el segundo, y en éste no se repone especialmente. Y para rematar, está esa sensación que te muestran todo el tiempo como si fuera el centro del universo del pueblo. De hecho, ya te la mencionan como hija predilecta del pueblo y sólo porque es la doctora.
El pueblo en sí tampoco tiene la misma química que Virgin River. En todo momento te lo presentan como un pueblo humilde, pero creo que se pasa y al final lo que ves es un pueblo que vive en una gran pobreza. En este libro se ve especialmente porque toca varias familias que casi viven de la caridad. Al final, lo único que sientes es que el pueblo casi vive en la mendicidad a excepción de 5 grupos: los médicos, el propietario del bar, el de la gasolinera, los policías y la escritora excéntrica que vive montada en el dólar (que es tía de June). Pero luego llega Acción de Gracias, Navidad, etc., y hay unas recolectas de dinero para los pobres impresionantes. Y digo yo, ¿de dónde sacan las recolectas si no tiene nadie donde caerse muerto? De hecho, ¿de qué viven el del bar y la gasolinera? Te encuentras familias que ni siquiera tienen luz, pero luego todos van al bar.
Tal como describe la autora a este pueblo, pierde coherencia. Como digo, quiere presentar un pueblo humilde, donde todos se ayudan, todos son unos vecinos estupendos y aquello casi parece el paraíso. Pero por mucho que todos sean buenos vecinos, siempre hay rencillas, malos rollos y no siempre tiene que ser porque sean maltratadores. Que el índice de maltratadores de este pueblo es alarmante. Pero no, aquello es un dechado de virtudes en cuanto a convivencia.
Luego está esa cantidad de trabajo desbordante que tienen los médicos y los policías. Como si fueran una población de 5000 personas en vez de una quinta parte. Se pasan todo el día atendiendo pacientes, mañana y tarde, y además, cada dos por tres les llaman por la noche. Siempre está pasando algo. En ese pueblo hay el doble de las personas que vivimos en mi calle (que no mi barrio, ni mi pueblo). Y tienen dos médicos pasando consulta a todas horas. Ahora, pensad realmente cuántas veces vais vosotros al médico. Es cierto que allí hay niños y ancianos, pero también habrá adultos que ni pisarán la consulta (y los libros se ambientan en un país en el que te cobran por traspasar su puerta
, que eso hace que vayas cuando realmente tienes que ir, no por hobby). Os juro que he cogido calculadora y todo. Y siendo generosa (1 persona, por cada 10 minutos, durante 8 horas al día –que trabajan más-, 2 médicos, 1500 personas –que son menos- y obviamente, sin vacaciones ¡¡porque no se las cogen!!) y me da que cada persona de ese pueblo va al médico 2 veces al mes. ¿Quién va dos veces al mes al médico? Yo soy enferma crónica (asma) y voy una vez al año (y es especialista, no de cabecera) y otro par donde la enfermera a por recetas. Así que alguien me explique cómo puede ser que la doctora del pueblo se pase trabajando desde que canta el gallo por la mañana hasta que va a acostarse pasando consulta en un pueblo de mil y pico habitantes, todos los días del año.
No me extraña que sea la heroína del pueblo, ¡es que diagnostica hasta los fantasmas! Y a mí estas incoherencias me matan. No puedo con ellas. Así que el pueblo me chirría un montón, y que todos sus habitantes hagan la competencia a Teresa de Calcuta, me fastidia bastante.
No le he cogido el gusto a esta serie como me ha pasado con la otra. La gracia de los libros de Robyn Carr es esa capacidad que tiene de describirte un pueblo en todos sus aspectos y creértelo. Llegar a inmiscuirte en una lectura que parece de un pueblo de verdad. Y después de leer una saga donde ves un pueblo en todos los sentidos, lees ésta y parece que lees sobre un pueblo de atrezo.
Posiblemente, si hubiera leído esta saga antes que Virgin River la hubiera apreciado mucho más. Pero las comparaciones son odiosas y he leído la otra antes que esta, así que no puedo evitar ver todas las carencias.
Para salvar del libro: el protagonista, que Jim es un cielo y aguanta mogollón las tonterías de June. El problema es que no se cuenta mucho de él especialmente porque al final, la autora habla de todos los personajes. Y luego también que trata algunos dramas sociales y sé ve cómo los manejan: familias maltratadas y un personaje ludópata.
Sé positivamente que esta saga no ha terminado de convencerme porque soy especialmente maniática. Puedo tolerar pequeñas cosas, pero no una detrás de otra. Y es lo que hay.