Yo amaba a mi marido, pero no era la única Tenía todo lo que una
mujer podía desear. Mi marido, James. La casa junto al lago. Mi vida.
Nuestra perfecta vida. Hasta que Alex vino a visitarnos.
La primera vez que vi al mejor amigo de mi marido, no me gustó. No me
gustaba cómo se comportaba James cuando estaba con él, no me gustaba
que me siguiera a todas partes con sus penetrantes ojos grises.
Pero eso tampoco me impedía desearlo. Y lo más sorprendente era que a
James no parecía importarle. Se suponía que tenía que ser divertido. Un
romance compartido por los tres para las cálidas semanas de verano que
Alex pasaría con nosotros. Se suponía que nadie tenía que enamorarse o
desenamorarse.
Yo no necesitaba otro hombre, aunque aquél en concreto destilara sexo
por los cuatro costados y conociera todos los secretos que yo
desconocía, unos secretos que mi marido no había compartido conmigo. Al
fin y al cabo, teníamos una vida perfecta.