Tiene veintinueve años, trabaja como secretaria del director de la Agencia Nacional de Seguridad y se siente feliz de estar viva. Y también sabe que no puede confiar en nadie...

A alguien le sonará raro y contradictorio lo que voy a decir, pero lo que más me ha gustado de esta novela es que la historia de amor queda relegada a un segundo plano. Y es que estaba enganchada a la trama de suspense y no me importaba mucho la relación entre los protagonistas. Por eso, si alguien está buscando una novela de amor con una relación que predomine sobre el misterio, se equivoca con esta novela, y sería una lástima, porque a mí me ha entretenido mucho.

El ejemplo de que el suspense romántico no necesita muchas escenas de amor es la sobrevalorada «Un solo verano», que por querer equilibrar las dos tramas no me convenció, ni un poco, con ninguna. Ésta es una interesante historia de suspense que, si se hubiese dejado en segundo plano para destacar el romance, habría sido una decepción.

Pero no estoy diciendo que sea una gran historia de suspense. No, esta novela tiene sus puntos fuertes y sus defectos, porque la trama de misterio tampoco es perfecta y podía haber sido más intensa.

Y es que hay un momento concreto, pasada la mitad del libro, en el que la historia se fracciona y marca un punto de inflexión.

La primera parte me ha parecido muy interesante, original, trepidante, con un prólogo emocionante pero también desconcertante, y después toda la aventura de Katherine, que me ha recordado un poco a la de Richard Kimble en «El fugitivo». Esta parte de la novela me ha tenido enganchada y muy intrigada, pues el lector se pasa los capítulos tan desconcertado como Katherine.

Pero también hay altibajos en la trama. Para empezar, tras ese punto de inflexión, y lo llamo así porque tras el momento álgido de la historia, tras el clímax de tensión, la trama decae. Al principio pensé que me había saltado una escena. Pero no. Después la historia vuelve a ponerse interesante y vuelve a decaer, porque el final es otro de los elementos que desentonan en la novela, no está a la altura de la primera parte de la historia. Y aparte de la trama principal que gira en torno a Katherine, y que es lo que más me intrigaba, hay otros temas que se resuelven demasiado deprisa.

Son dos partes de la novela distintas, y mi sensación mientras leía la novela y después de terminarla, es que Karen Robards no sabía cómo continuar la historia, no sabía cómo salir airosa de la situación que ella misma había creado. Su forma de resolver el misterio es lo que no me ha acabado de convencer, no la explicación a las sensaciones de Katherine, que me ha parecido algo razonable, incluso lógico si se mantiene una mente abierta. Tiene sus detalles, es cierto, pequeñas incoherencias y escenas forzadas que la hacen una historia improbable, pero que puedo aceptar. Sin embargo, los altibajos de la novela me han descolocado un poco y me han hecho salir de escena; después de la primera parte, no he conseguido engancharme igual.

Así que se puede decir que el ritmo está bien llevado durante algo más de la mitad del libro, pero después es un poco titubeante.

Y algo con lo que cuenta esta novela, y que se agradece, es el sentido del humor. Algo con lo que no contaba «Un solo verano», pero que sí estaba presente en otra de sus novelas de suspense: «Confiar en un extraño». Y es algo casi necesario para poder llevar todo el peso de la trama de misterio, un sentido del humor que transmite la desconcertada Katherine, casi riéndose de sí misma. Es algo que encaja perfectamente con el tipo de suspense de la historia, algo para romper con la tensión en algunos momentos.

Katherine es la auténtica protagonista de la novela, la historia se centra en ella. Es inevitable sentir empatía, porque es fácil sentirse identificada con ella al tener el mismo conocimiento de la situación. Es como un sentimiento de complicidad entre lector y protagonista. Es por eso que, incluso en los momentos en los que no tiene razón, me sentía identificada con ella. Es un personaje complejo por las circunstancias, pues ni siquiera ella se comprende, literalmente. Pero a lo largo de la historia se ve que es una persona inteligente, valiente e ingeniosa.

Ya he dicho que la historia de amor permanece en segundo plano, cosa que no me ha molestado en absoluto. De otra forma me habría estorbado. Sin embargo, entre los protagonistas sí hay química, aunque comparten pocas escenas románticas; concretamente, una y media. Y son más que suficientes para esta novela. Pero tampoco puedo decir que sea una relación forzada surgida de la nada, aunque todo transcurra en pocos días, está bien llevada.

Los personajes secundarios son personajes misteriosos, en los que la protagonista no sabe si debe confiar. Un sentimiento que le traslada al lector y ayuda a crear un clima de tensión.

Es una novela que me ha entretenido mucho, sobre todo durante la primera parte, porque tiene un punto de partida que, sin ser original, es algo diferente en este género. Y es una novela mucho más entretenida y amena que «Un solo verano»; con mejores protagonistas, una trama de suspense más interesante, un ritmo más equilibrado pese a sus altibajos, una historia de amor que no sobra...

Sin ser una historia de suspense memorable, que no lo es, a mí me ha gustado.