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En plena lucha entre los reinos de Castilla, Navarra, Aragón, León y el al-Ándalus almohade, Dulce Álvarez asume como propia la misión de proteger a su pupilo Juan Blasco, heredero del condado castellano de Fortún, pero nieto ilegítimo del rey Sancho de Navarra.
Ira y fuego. La ira es un sentimiento que puede conducir a un hombre a la más fiera de las pasiones; cuando el honor de un caballero está en juego y una mujer es la responsable, nada como el fuego para avivarla. Adoain se enfrenta a lo que para él es una misión de extrema delicadeza y la intervención de Dulce entorpeciéndola, no puede ser más inoportuna.
Sin embargo, el duelo entre ambos por lo que creen justo, no puede generar otra cosa que una atracción instantánea, porque en esta vida, todos lo sabemos, no hay nada como una fuerte lucha de carácter para que se generen vivas y ardientes brasas.
En medio de estas continuas luchas que asolan la Península Ibérica, los diferentes reinos buscan el mayor control posible de sus tierras; todos los engaños y argucias valen, las traiciones están a la orden del día... ¿Qué, entonces, puede haber más desinteresado que el entregar la vida por el ser al que se ama? Cuando emociones como éstas arraigan en dos corazones, todo es secundario y Adoain y Dulce tendrán que enfrentar obstáculos casi insalvables.
En una época en que las intrigas, los pactos y las traciones son algo habitual entre los diferentes reinos que componen la Península Ibérica, dos personas se encuentran inesperadamente grácias a un cúmulo de circunstancias, casualidades y confusiones. O quizás guiados por la férrea mano del destino.
Cabe mencionar que una de las cosas que más destacan en esta novela es lo bien documentada que está. Cuenta con una ambientación histórica impecable que ha sabido recrear y transmitir las tensiones del momento en el que se centra. Te introduce en la narración por completo, tanto en la historia de amor como en las disputas entre reinos, sobre todo entre Navarra y Castilla.
Dulce es una joven castellana, una de las bellas del reino, pero también cuenta con un carácter tierno y compasivo. Es bastante aprehensiva, lo que le traerá no pocos problemas a lo largo de la novela, y siempre que es posible intenta mediar entre los demás para evitar enfrentamientos, intenta buscar soluciones y alternativas más pacíficas. Sobre todo tiene un gran sentido de la lealtad hacia su familia y sus amigos, las promesas tienen gran valor para ella. Pero, irónicamente, son sus buenas intenciones lo que la lleva a meterse en tantos problemas sin pretenderlo, a veces toma decisiones equivocadas llevada por las circunstancias, creyendo que hace lo correcto por la gente a la que quiere.
Adoain es un joven conde navarro que por culpa de la mentira de una mujer sin escrúpulos se encuentra en una situación desesperada, y la única manera de salir airoso, o al menos ganar tiempo para defenderse, es cumplir una complicada misión secreta para el rey navarro en Toledo. Es allí donde tiene que cumplir su misión, pero también dónde busca venganza. Pero también es allí donde conoce a Dulce, pero por culpa de las maquinaciones femeninas que ha conocido, no cree en la sinceridad de las mujeres. Adoain se toma muy en serio sus dos objetivos porque, al igual que Dulce, tiene un gran sentido del honor y de la lealtad hacia su rey y, sobre todo, hacia su familia.
La historia de amor de Dulce y Adoain me ha gustado, aunque al principio no tenía claro si sienten un flechazo o un ataque de deseo. Las circunstancias de su relación son bastante delicadas por motivos ajenos a ellos, pero la idea de reconocer al amor verdadero en el primer momento como algo que viene de familia me ha parecido muy romántica. El desarrollo de la relación me ha gustado porque pasan por diferentes etapas, y después de algunos engaños fortuitos para llevar a cabo sus respectivas misiones tienen que aprender a confiar el uno en el otro, aunque no será fácil. Sus caracteres chocan constantemente, por no hablar de que deben fidelidad a monarcas distintos, y el estar juntos constituye un desafío contra ellos. Así, para conseguir la felicidad no sólo deben luchar contra algo más que sus propios sentimientos.
El tema de algunos secundarios es curioso. Hay algunos personajes bastante interesantes, pero muchos simplemente desaparecen de escena sin más. El pupilo de Dulce, por ejemplo, con la importancia que tiene en el argumento y lo que ella le quiere, y deja de mencionarse sin que nadie le eche de menos. A Fátima y Kamîl, que parece que sólo aparecen para propiciar circunstancias en determinados momentos les ocurre lo mismo.
Pero me han gustado mucho la madre de Andoain, Lucía -qué gran diplomática habría sido-; su hermana Clara; y el hermano de Dulce, Miguel, que muchas veces no se sabe de qué bando está. Y espero que Clara y Miguel tengan su propia historia, sobre todo después de leer el epílogo, porque parece interesante. También hay que destacar a Pedro Artáiz, siempre dispuesto a servir Adoain, incluso cuando él no sabe lo que necesita, su amigo sí, me gusta mucho cómo trata a Dulce y la lealtad que le demuestra.
La historia está muy bien escrita, pero pesar de la buena documentación y los datos históricos, no está sobrecargada con ellos. No nos abruma con detalles excesivos. Es una historia muy amena, entretenida desde el principio, dinámica gracias a los viajes y las estratagemas de cada personaje. Merece la pena, especialmente si se tiene ganas de leer una historia medieval alejada de las Highlands y de Inglaterra.
Además, esta novela ganó el premio Terciopelo 2011.