Verdad silenciada (4º libro de la serie B.A.D)
Sherrilyn Kenyon y Diana Love.
Sinopsis: Hunter Thornton Payne III ha perfeccionado el rol de playboy aburrido, lo que le permite operar como agente encubierto de la agencia BAD y moverse silenciosamente en los círculos sociales llenos de los ricos de siempre, los nuevos ricos y criminales desesperados por unirse a cualquiera de los dos grupos anteriores. Habiendo crecido en una familia que convirtió el ser disfuncional en un arte, Hunter protege su soltería más que a una amante y desprecia a los medios que se alimentan de la debilidad de los otros para proporcionar carnaza a los chacales sedientos de sangre. Actualmente se ocupa del Centro de Mujeres Renacentistas, una fundación auspiciada por la élite de Chicago con la intención de conseguir información de un topo que está dentro de la peligrosa organización de los Fratelli De Il Sovrano. Entonces la noche le trae una agradable sorpresa cuando localiza al hombre que podría ser la llave para cumplir su venganza personal. Pero primero tiene que encontrar y exterminar a un asesino que está matando a inocentes americanos conectado con un acuerdo armamentístico. La agencia cree que el asesino podría ser un oficial del MI6 (servicio de inteligencia secreto británico) que se ha vuelto un traidor, aunque luego se preguntan si en realidad lo que está haciendo es seguir órdenes de alguien más alto. La misión de Hunter da un giro inesperado cuando entra en escena una mujer con la que compartió una memorable noche en el pasado y se coloca en la línea de fuego impidiendo que Hunter pueda cumplir la misión de proteger a su país y a su familia para salvar a la única mujer que ha conseguido derribar sus defensas.
La madre de Abby Blanton está enferma y eso es algo que no debería estar pasando. Algo pasó en el Centro de Mujeres Renacentistas durante su visita hace diez días, pero nadie quiere hablar con ella o ayudarla para poder encontrar a un donante con el extraño grupo sanguíneo que tiene su progenitora. Así que Abby recurre al especial olfato para la investigación que posee como periodista, pero termina con más preguntas que respuestas, siendo el objetivo de un asesino con un retorcido sentido del honor y encontrándose con un hombre al que nunca ha olvidado y al que no quiere volver a ver. Pero Hunter Thornton-Payne no es tan fácil de ignorar, especialmente cuando está claro que ambos van tras el mismo hombre, aunque con misiones antagónicas. Y mientras su madre empeora por momentos y se inicia una carrera contrarreloj, Abby se da cuenta de que Hunter no es el playboy superficial que trata de representar, aunque sí que es un peligroso agente con un tortuoso pasado que está decidido a exterminar a la persona que podría ser la única oportunidad que tiene su madre para sobrevivir.
He leído críticas estupendas de esta novela, antes y después de leerla yo misma. Y no una, ni dos: muchas. De hecho, no he podido encontrar una sola mala crítica, ni la primera.
Y me mata, en serio. Me mata porque el duende maligno de la inseguridad me dice que, a lo mejor, soy yo la que está equivocada. Que pretendo ver lo que no hay, buscar lo que no tiene por qué estar. Pero aun así…
Aún así, y con todo el respeto del mundo a quienes les ha gustado, con mis más sentidas disculpas hacia las autoras, con la mejor de las intenciones… A mí me parece que no hay por dónde pillarla. De verdad. Con toda franqueza.
La historia es absurda, los personajes se sostienen como pueden y la narración hace aguas por todas partes. Oh, bueno, es entretenida, sí, claro. Eso la salva. Eso consiguió que la leyera hasta el final y sin hacer demasiados esfuerzos (alguno sí, conste). Es que, a ver, es la Kenyon. No es Shakespeare, pero tiene mano. Pero es que, para mi gusto, siempre que escribe con Dianna Love, la fastidia. Y, al principio, sospechaba que era porque los dos estilos no acababan de cuajar, porque la «voz» de la Kenyon era demasiado evidente, demasiado absorbente y eclipsaba las partes en que el trabajo era de Love, pero después de haberles dado tres oportunidades (seh, soy así de testaruda) he llegado a la conclusión de que lo que ocurre es justo lo contrario: el estilo mucho menos pulido de Dianna arrastra a Sherrilyn y le hace perder frescura. Vale, ahora es cuando me decís que no veis la diferencia, y yo me encojo de hombros en son de disculpa. Qué queréis que os diga. Sin entrar en detalles sobre mí, que no le interesan a nadie, reconocer el estilo de un autor y sus particularidades es parte de mi trabajo y, modestia aparte, no se me da mal del todo. Así que, sí, veo las dos «voces» en la novela. Y veo que, desgraciadamente para el conjunto de la narración, no encajan ni con calzador. Ese es el problema de escribir a cuatro manos, claro. Encontrar dos personas que no sólo tengan idéntica dinámica de trabajo, sino que además posean dos estilos que puedan armonizar es mucho más difícil de lo que parece. En la mayoría de los casos uno de los autores «eclipsa» al otro al obligarlo a mimetizar en exceso y, para mí, eso es lo que ocurre con estas novelas, sólo que, a diferencia de otros experimentos de escritura a cuatro manos, en este caso sale ganando el estilo del peor de los dos.
Y quizá podría perdonar todo esto, valorar el esfuerzo y un resultado que, sin ser espectacular, podría llegar a funcionar. Pero es que, y una vez más para mi gusto, las historias rayan en el surrealismo más absoluto. Quizá es que he leído demasiadas novelas de espías de los grandes autores del género y esto se me queda pequeño. Quizá. Pero es que ni James Bond, con sus super villanos ansiosos de dominar el mundo, era tan «creativo».
Para mí, lo único salvable es quizá la relación entre los protagonistas, que sin ser para lanzar cohetes y entonar el aleluya, funciona, como funciona en casi todas las novelas de la Kenyon, a pesar de su evidente tendencia al recurso de las «missing soul» y el amor verdadero y a primera vista y todo eso.
Y, sin embargo, y a pesar de todo lo que he dicho, no voy a recomendaros que no lo leáis, al contrario. Curioso, ¿no? Bueno, nunca he dicho que fuera coherente, sólo que soy sincera. A mí no me convenció, pero eso no significa que no le vea todo lo necesario para gustar. Es un libro ágil, es rápido, es entretenido, se lee sin problemas, tiene una historia de romance que funciona y me consta que hay poca gente por el mundo adelante tan quisquillosa como yo.
Así que, adelante, leedla y disfrutadla. Pero no son los Dark Hunters, conste.