Cuarta tumba bajo mis pies.
Darynda Jones.
Sinopsis: Tras fracasar en su último caso Charley se ha volcado por entero en la autocompasión. Pero cuando se presenta en su casa una mujer convencida de que alguien intenta matarla, nuestra protagonista no tiene más remedio que sacudirse la pena y ponerse manos a la obra.
Mientras tanto el macizo hijo de Satán, Reyes Farrow, ha salido de la cárcel y de la vida de Charley, como ella quería. Pero lo cierto es que le está costando mucho mantenerse distanciada de él… Y justo cuando parecía que todo volvía a la normalidad, Charley se ve de nuevo involucrada en un nuevo caso cuyo principal sospechoso es su ardiente ex...
Cuarta entrega de la serie Charley Davidson y seguimos asistiendo a las alocadas aventuras de esta particular ángel de la muerte metida a detective privado.
Debo reconocer que, aunque el estilo de Darynda Jones me sigue pareciendo refrescante, en los últimos libros no la encontré, ni de lejos, tan divertida como en el primer contacto que tuve con ella. Recuerdo que cuando cerré el primer libro vine corriendo a escribir la crítica, porque me había reído hasta reventar con ella y me había parecido una novela divertidísima y de lo más original. Bueno, sigue siendo entretenida, y sigue arrancándome alguna sonrisa, pero ni punto de comparación con la primera. Para mi gusto, ha perdido gracia. Algunos de los chistes me parecen reiterativos y, aunque los diálogos siguen siendo muy ingeniosos, y las frases de camisetas y demás, impagables, pues… No sé, me da la sensación de más de lo mismo y me cansa un poco.
Que sí, que Darynda Jones tiene una mano genial para la comedia y, sí, la novela es divertida, no voy a negarlo. Pero la primera sigue siendo, para mí, la mejor. El resto sirven para pasar el rato y poco más.
En esta cuarta entrega nos encontramos con Charley, deprimida e intentando superar lo que le sucedió al final del tercer libro… de la forma surrealista en la que Charley suele hacerlo todo, claro. En este caso, volviéndose adicta a la teletienda. ¡Eh, le puede pasar a cualquiera con una tarjeta de crédito!
Así que, con toda la casa llena de trastos inútiles —y el límite de todas sus tarjetas a punto de volar por los aires—, Cookie y Gemma deciden que ya ha sido suficiente e intentan sacar a Charley del pozo donde se ha metido —vestida con pijama de Star Wars—.
Y Charley reacciona… más o menos. Con miedos, con paranoias, con secuelas, pero sigue adelante. Acepta un nuevo caso, vuelve a su vida poco a poco, con pasos inestables y humor negro, se reencuentra con Reyes…
Vale, dejadme que os diga algo sobre Reyes: es el ejercicio de «une los puntos» más descarado que he visto en toda mi vida. No hago más que leer comentarios sobre el fabuloso Reyes, sobre el hijo de Satán que vuelve las piernas de las mujeres gelatina pura, y yo no puedo dejar de preguntarme: «¿En serio? Pero ¿por qué?». De verdad, ¿por qué? Ese personaje es un esbozo y poco más. Ya lo comenté en el primer libro de la saga: me encantó la historia y su protagonista, pero los personajes secundarios son poco más que caricaturas apagadas al lado de la arrolladora personalidad de Charley, incluido, por supuesto, el dichoso Reyes Farrow. Sí, sí, ya sé, es un tipo misterioso y oscuro y todo lo que queráis. Vale. Para mí es una especie de espectro que aparece de tarde en tarde, se mete en la cama de Charley —o ni eso— y desaparece por donde había venido con todo su misterio y todos sus secretos. Aparte de la gran revelación sobre su persona, sé tanto de él como del señor Wong. Oh, sí, claro, es magnífico y muy sexy… Porque la propia Charley lo dice, vamos.
Conste que eso no hace que la saga me guste menos. Si bien es cierto que mi libro favorito sigue —y por el momento me da que seguirá siendo— el primero, continúo leyendo los libros con agrado y los termino en un abrir y cerrar de ojos. Los casos de Charley me entretienen mucho, los diálogos son rápidos y divertidos y los chistes, aunque ya no consiguen arrancarme tantas carcajadas, siempre me dejan con una sonrisa en la boca. Y sí, quiero seguir leyendo la serie y quiero seguir sabiendo más cosas de este particular ángel de la muerte y de su enloquecido mundo, pero eso no quita para que, por una vez y aún a riesgo de que las fans del hijo de Satán pidan mi cabeza en una bandeja, me atreva a decir que Reyes Farrow es una proyección de las fantasías de las lectoras sin una base sólida en la que apoyarse.
No obstante, como digo, eso no le resta valor a la saga. Los casos de Charley, del primero al último, incluido éste, entretienen y te mantienen pendiente de la lectura; la forma de narrar de Darynda Jones ayuda a concentrarse, a seguir devorando páginas una tras otra. Es ágil, es irónica, es arrolladora; la historia de fondo que sirve de nexo de unión a todos los libros aparece lo justo y perfectamente integrada en la trama de cada novela, de modo que no distrae la atención, pero tampoco nos permite olvidarnos de lo que está pasando con Charley y nos obliga a preguntarnos qué es en realidad, qué puede hacer, hasta dónde llegan sus poderes, qué va a ocurrir a continuación.
Para mí, lo mejor de todo (y sí, sé que soy simple) ha sido Artemis. Me parece una protectora genial, qué queréis que os diga. Mucho más que el tipo de la guadaña. Oh, bueno... y la reaparición de los moteros, claro. ¿A quién le amarga un dulce? Esos moteros me parecen de lo más... llamativo. Por ser fina y eso.
Sobre el romance, no digo nada, porque, ya que para mí Reyes es poco más que una fotografía en una revista, la relación de Charley con él me parece un enamoramiento adolescente con un cantante o un actor. Porque, aparte de que está buenísimo, ¿qué más puede pensar Charley de Reyes? No, no me lo digáis. Seguro que habéis unido vuestros propios puntos y, si a vosotras os funciona, perfecto.
Yo, por mi parte, seguiré leyendo estos libros como si fueran Urban fantasy pura y dura e ignorando la extrañísima relación entre la detective de la muerte y el buenorro del infierno.
Y tan contenta.