Ethan Quinn es un marinero tranquilo y reservado a quien le gusta su trabajo y disfruta de la soledad. Pero bajo esa apariencia tan calmada late un corazón profundo y bravío como el mar que adora y respeta. Ahora cuida de su hermanastro y divide su tiempo entre la pesca y el astillero que ha montado junto con sus hermanos. De los tres, él es el que se siente más cercano al pequeño Seth, pues ambos sufrieron terribles abusos antes de que fueran adoptados por los Quinn.

El tiempo no ha logrado borrar el dolor de Ethan, pero ahora un muchacho depende de él. Y también una mujer, de la que ha estado enamorado desde que era joven aunque se haya convencido de que nunca podrá tenerla. Para poder darle un nuevo rumbo a su vida deberá enfrentarse a su oscuro pasado y aceptarse, no solo por lo que ya es, sino por lo que puede llegar a ser.

Segundo libro de la serie "La bahía de Chesapeake".

Continúa el misterio de la relación entre Ray Quinn y el pequeño Seth, los rumores sobre lo ocurrido en el pasado y el presente siguen circulando. Los hermanos Quinn creen firmemente en su padre adoptivo, aunque buscan conocer toda la verdad. Ray sigue apareciendo ante ellos para guiarlos con sus indescifrables acertijos, ahora le toca el turno de tener conversaciones con él a Ethan, y no es de extrañar que ellos queden más desconcertados que antes. La historia de amor es sencilla pero tierna, y la relación entre los Quinn y Seth sigue avanzando, aunque sobre los misterios que se ocultan tras las razones de Ray al acogerlo no se averigua nada nuevo.

Ethan es el más sensible y hogareño de los hermanos Quinn, ama la pesca, los barcos y la bahía. Pero lleva mucho tiempo enamorado de una mujer que cree que no podrá tener, porque teme haber heredado la maldad de su madre biológica. Siempre ha creído que Grace era demasiado joven e inocente para alguien con un pasado tan oscuro, y después dejó pasar demasiado tiempo sin intentar hacer nada. Ethan entiende bien a Seth porque vivió una infancia parecida, llena de abusos y maltratos, a cargo de una madre irresponsable y malvada a la que odiaba, por eso los dos empiezan a comprenderse bien. Ethan es una persona de ideas fijas, a veces demasiado paciente porque le gusta ir paso a paso. Él cree que no se merece formar una familia, pero claramente está destinado y preparado para ello, en realidad es como un osito de peluche, tan tierno y achuchable, y con una infancia tan estremecedora que dan ganas de conocer a Stella y Ray Quinn por lo que hicieron por él. Es un poco cabezota también, necesita que alguien le muestre que está totalmente equivocado sobre su naturaleza.

Grace ha estado enamorada de Ethan toda su vida, pero ninguno de los dos dio el paso hacia algo más que la amistad cuando tuvieron la oportunidad. Y Grace acabó aceptando que él nunca sería para ella, cometió errores que le llevaron a ser abandonada por un marido inmaduro un mes antes del nacimiento de su hija, que con dos años es la luz de su vida. Así que tampoco se puede calificar de error su breve matrimonio, porque la pequeña Aubrey es un amor. Pero tiene que aguantar el desprecio y el rechazo de su padre por haber mancillado el apellido familiar, y el igualmente doloroso cariño distante de Ethan, que la trata como a una amiga. Grace es orgullosa y no se permite pedir ayuda, es bastante terca, y tranquila hasta que algo le hace perder la paciencia, y la espera del amor de su vida está a punto de conseguirlo. La relación con sus padres también es conmovedora, mientras su madre intenta interceder, su padre y ella son demasiado parecidos para ceder, pero entre ellos también hay alguna escena emotiva.

Grace y Ethan han esperado demasiado tiempo para su historia de amor, primero era demasiado pronto y después fue demasiado tarde. En la historia anterior ya se intuían los sentimientos de ambos, pero necesitan un pequeño empujón para dar el paso. De lo contrario, habrían seguido siendo sólo amigos por miedo a estropear su amistad durante años. Pero una vez que todo está en marcha no les cuesta admitir que siempre se han querido, no se preocupan en lamentar no haberse dado cuenta antes, simplemente disfrutan lo que han encontrado. Es una historia bastante sencilla, con pocos obstáculos, salvo las dudas de Ethan sobre si mismo y su promesa de no tener una familia propia y hacer daño a Grace.

Conocemos un poco más a Seth y su historia, a pesar de la constante sombra de Gloria en el ambiente empieza a relajarse y ser feliz. Es muy tierno ver cómo el vínculo con los Quinn se va fortaleciendo, la forma en que se va sintiendo parte importante de la familia. Phillip se muestra cada vez más cómodo en su nuevo papel y su vuelta a casa, aunque se queje cada vez lo hace con menos vehemencia. Cam y Anna son felices tras su luna de miel y ha sido un placer reencontrarlos, y el papel de Anna es fundamental en la relación de Grace y Ethan, ella es el pequeño empujón que necesitaban, y un gran apoyo tanto para los hermanos Quinn como para Grace. Y la pequeña y alegre Aubrey es un amor, les arranca una sonrisa a todos los personajes, pues los tiene conquistados a todos.

Es una historia tierna, con pocos sobresaltos, pero los misterios que rodean a Seth todavía se mantienen en el aire. Es una novela emotiva en algunos momentos, y divertida en otros, la escena de las flores de Anna es bastante cómica. Pero sobre todo me encantan las escenas en las que los cuatro hermanos Quinn están juntos, y cómo Seth se refleja en cada uno de sus hermanos. Entre ellos hay una relación increíble y muy especial. Casi se puede considerar una historia de unión entre el libro anterior y el siguiente, porque hay pocas novedades sobre el misterio que rodea a Seth. No llega al nivel del libro de Cameron, pero es una bonita historia llena de ternura.