El libro ya hace mucho que está publicado, pero me ha gustado tanto que me he animado a hacer una crítica.
Cuando el amante de Lucy Rushton muere en combate, se casa con su
hermano, el formidable vizconde Drake Strickland, para proteger a su
hijo no nato. El matrimonio le desgarra el corazón, pero después de
sellar los votos, Lucy ve otra faceta de su adusto marido, todo un
caballero compasivo que le atrae de formas que Jeremy nunca hizo.
Obligado por el deber a cuidar de Lucy, Drake nunca esperó que
compartir su hogar daría calidez a su fría y vacía existencia. Y cuando
los ojos de Lucy brillan con provocativa belleza, ofreciéndole una
irresistible invitación, ansía creer que el corazón de su esposa le
pertenece.
Los personajes están muy bien construidos y sus reacciones son perfectamente comprensibles. Drake ha sido criado en la estricta soledad, pues su madre falleció al nacer y su padre, dedicado al juego y a la bebida en Londres, le dejó a cargo de un tutor, más preocupado en sus vicios que en su educacion. Su hermanastro Jeremy es lo opuesto a él, no solo en el aspecto físico sino en carácter, pese a que no llegamos nunca a conocerle.
Por su parte, Lucy, a quien Drake ha admirado de lejos pero nada más, ha adorado a Jeremy con todo el ideal de una jovencita. Y ahora se ve sola, embarazada y casada con un hombre serio, con el que no está segura de cómo debe tratar. Vamos viendo como van construyendo una relación poco a poco.... (nada de amor a primera vista) y cómo las creencias de cada uno van variando y perfilándose por el mutuo contacto, al tiempo que cada uno descubre facetas del otro antes desconocidas.
No faltan nuestros villanos, por supuesto, que contribuyen -sin pretenderlo- a unir más a los protagonistas.
No es una novela inolvidable, pero resulta dulce de leer, y una variante interesante al típico matrimonio de conveniencia de la regencia.