Seth era un muchacho díscolo y retraído cuando a los diez años fue adoptado por Ray Quinn, viudo y casi un anciano.

Con el paso del tiempo el cuarto Quinn se ha convertido en un pintor de prestigio y, tras una estancia en Europa, vuelve al pequeño pueblo costero donde sus hermanos-tíos, Cam, Ethan y Phillip, junto a sus esposas e hijos, regentan un negocio de construcción de veleros.

Finalmente, en una casita blanca y azul, en la que nunca falta una hamaca en el porche y un perro en el jardín, Seth parece haber encontrado la paz con su peculiar familia adoptiva. Allí vive un apasionado amor con una joven... hasta que su madre se interpone de nuevo en su camino.

Cuarto libro de la serie "La bahía de Chesapeake".

Esta es la esperada historia de Seth Quinn, el último chico adoptado por Ray Quinn. Esperada porque le hemos visto adaptarse y ser feliz con su familia adoptiva, en cada libro iba formando más vínculos. Y ahora sus tres hermanos significan para él lo mismo que Ray Quinn significó para ellos. Esta historia ese podría considerar como una especie de epílogo de la serie, una preciosa manera de cerrarla a través de la persona que significó el regreso de Cam, Ethan y Phillip a la bahía. No hay mejor manera de conseguirlo que a través de esta historia como una continuación dieciocho años después de las anteriores, que sucedieron con poco tiempo de diferencia entre ellas. Pero hay una sombra permanente en la vida de Seth, porque Gloria ha vuelto, o más bien nunca se ha ido, ella siempre está ahí dispuesta a aprovechar cualquier situación en su favor.

Tenía ganas de descubrir en qué tipo de hombre se había convertido el pequeño Seth. Ya conocíamos su pasado y su infancia, pero ahora nos muestra sus sentimientos en más profundidad y lo que significó para él su llegada a la familia Quinn. Para Seth regresar a Saint Christopher supone regresar a su hogar. Después de viajar por Italia, Francia e Irlanda siente que no hay un lugar más hermoso que la bahía en la que vivió después de escapar de su madre. Es fácil comprender los sentimientos de Seth, la sensación de volver al sitio al que pertenece, porque a través de su historia a lo largo de la serie se tiene la impresión de conocerlo, quererlo y admirarlo. Pero la novela no sólo supone un reencuentro de Seth con su familia, sino también el del lector con los Quinn. En Seth es fácil ver un poco de cada uno de sus hermanos, es un protagonista que se hace querer.

Drusilla -Dru- es una joven de buena familia procedente de la alta sociedad de Washinghton DC, la nieta de un senador. Pero tras una mala experiencia amorosa decide marcharse para encontrarse a si misma y así huir de la presión familiar y de un mundo en el que siente que no encaja. Un lugar tranquilo como Saint Christopher es justo lo que buscaba, y allí es donde ha montado una original y carismática floristería. Dru es una joven decidida y con las ideas claras, pero no está preparada para iniciar una nueva relación a pesar de la atracción que siente por Seth. Puede que se haya criado en un mundo muy diferente al de Seth, pero en el fondo es una joven tranquila y sencilla que se siente mucho más cómoda con la familia Quinn una vez que se acostumbra a ella, que con los conocidos de su antigua vida.

Dru y Seth se sienten atraídos desde el primer momento. Pero, mientras él está deseando pintarla y conocerla mejor, ella intenta mantener las distancias para protegerse. Al principio hay algunos malentendidos curiosos por la relación que tiene Seth con las mujeres de su familia, unas relaciones que Dru no comprende porque nunca ha estado tan unida a nadie. La historia de amor me ha gustado, Seth intenta de todas las maneras pintarla y conquistarla, y ella se resiste, pero a base de perseverancia y atracción física él la va seduciendo poco a poco. Es una historia de amor que cumple las expectativas de lo que esperaba para Seth, llena de color gracias a los lienzos y las flores, y los dos protagonistas hacen una bonita pareja que se complementa.

Uno de los mejores factores de la novela es el reencuentro con la familia Quinn al completo, el ver sus vidas veinte años después. La pequeña familia que en su momento fundaron Stella y Ray Quinn se ha convertido en una gran familia muy unida. Me encanta la relación que hay entre Aubrey y Seth, tienen un parentesco familiar no del todo definido, pero se comportan básicamente como hermanos. Es una relación muy bonita porque se veía el cariño que había entre ellos desde el primer libro de la serie, cuando se conocieron siendo unos niños de dos y diez años. Y me ha sorprendido agradablemente la relación de Aubrey y Will -el pequeño Will-, aunque sólo perfilada superficialmente, creo que hacen buena pareja y tienen grandes posibilidades. Y la relación entre los cuatro hermanos sigue siendo muy especial.

Como es habitual en Nora Roberts he echado de menos un epílogo final. Al ser el final de la serie me hubiera gustado encontrar una escena familiar final, pero también considero todo el libro como una especie de epílogo de los libros anteriores. Precisamente por eso me he emocionado con varias escenas, y con el final también.

Para mí esta es la mejor novela de la serie después de la historia de Cameron. En parte porque aparece toda la familia Quinn con sus hijos, pero también porque Seth me fue conquistando un poco más en cada libro y me gusta mucho la persona en la que se ha convertido. Drusilla también es una protagonista que me ha gustado, y creo que es perfecta para él, aparentemente frágil pero en el fondo fuerte y decidida. Es una historia bonita y emotiva, un cierre precioso y perfecto para una serie que ha sabido llegar al corazón y emocionar en varios momentos.