Secretos de sociedad.
Candance Camp
Sinopsis: Cuando Oliver, el conde de Stewkesbury, le pide a la vivaz lady Vivian Carlyle que se asegure de que sus primas americanas conozcan a la flor y nata de la sociedad londinense, no imaginaba el peligro que ella entrañaría para su autocontrol. Forzado a mantener un estrecho contacto con la encantadora dama, Oliver descubre que no puede dejar de pensar en ella… en su ingenio, en su sonrisa… en sus labios. Y cuando Vivian, que ha jurado no someterse jamás a los lazos del matrimonio, sugiere audazmente que Oliver y ella se conviertan en amantes, su escandalosa proposición es toda una tentación.
Pero cuando una alarmante serie de robos sacude Londres, la siempre escandalosa Vivian insiste en intentar descubrir al responsable a pesar de las advertencias de Oliver. Y cuando una osada dama se pone en peligro, es deber de un caballero protegerla a toda costa. Sin embargo, lo que ni Oliver ni Vivian podían prever es que el precio a pagar podría ser el corazón de ambos…
No voy a decir que esta novela no me ha gustado, porque no es así. Me entretuvo, me la leí del tirón y me pareció entretenida. Pero llevo siguiendo esta saga desde el principio y, francamente, lo que me atrajo de ella en un principio, ya no está ahí.
En mi primera crítica me reconocí absolutamente seducida por las primas americanas de Stewkesbury (maldito sea su maldito nombre. He tenido que mirarlo tres veces para asegurarme de que lo escribía bien) porque eran diferentes, porque eran excéntricas, porque hacían todo lo que las nobles damitas de la regencia no se atreverían a hacer jamás. Así que estaba deseando leer más de ellas, conocer su historia y pasármelo bien con sus meteduras de pata.
Ya en la siguiente entrega, me fastidiaron, porque no estaba centrada en ninguna de las hermana, y ahora esperaba recuperarlas, porque Vivian iba a ser su acompañante. Vale, para empezar, de acompañante, nada de nada. Aparece con la hermana que queda sin pareja de tarde en tarde, en unas cuantas escenas que me parecen más por cubrir el expediente, por decirnos: «Eh, sí, no me olvido de que les está haciendo de acompañante» que porque realmente tenga relevancia.
Bueno, no importa. Me lo trago. A la autora le apetecía más contarnos la historia de Vivian y listo. ¿Quién soy yo para discutírselo? Por lo menos, Vivian es un personaje interesante. Metida hasta las cejas en la flor y nata de la sociedad, parece pasar por alto todas y cada una de sus reglas y conseguir que se admitan sus locuras sin generar más escándalo de lo imprescindible. Me gusta mucho, la verdad. Pero bueno, teniendo en cuenta que siempre me suelen gustar los personajes que pasan de los convencionalismos, la autora lo tenía fácil para convencerme.
Por el contrario, estaba claro que le iba a costar muchísimo más venderme a Stew… ese. Qué hombre más estirado, por los dioses. Supongo que es un personaje que a muchas les resultará atractivo: el típico noble arrogante, siempre formal, siempre comedido, siempre dominándose a sí mismo, siempre haciendo lo correcto… A mí es que ese tipo de personajes tan encorsetados, tan perfectos me suelen dar nauseas. Y vale, el pobre no hace nada para caerme mal… pero es que me cae fatal. Me imagino a mí misma en el lugar de Vivian, tan tozuda, independiente y extravagante como ella, soportando la crítica del buen hombre día sí y día también… Y me veo vaciándole un florero en la cabeza.
Pero bueno, la autora ha decidido jugar a que los opuestos se atraen, así que tendré que aceptarlo. Y, para ser francos, me encanta la cara de idiota que se le queda a él cuando ella le propone que se conviertan en amantes. Me frustra un poco que haya aceptado sólo porque estaba completamente borracho, pero lo aceptaré con elegancia.
La historia entre los dos, de atracción-repulsión, está bien llevada y funciona, por increíble que parezca. Cosa distinta es la trama de fondo, como ya es habitual en esta autora, o al menos en los libros de esta autora que yo he leído. Parece más una excusa, un ponerlo ahí para que no sea sólo romance sin más. Y como siempre, hace aguas por todas partes. Pero bueno, supongo que se le perdona porque… pues porque entretiene. Y, realmente, qué más puedo pedirle a un libro si consigue mantenerme enganchada un par de tardes. Así que, sin problemas, lo recomiendo. Quizá no sea inolvidable, pero es muy entretenido.