Banning Talbot, marqués de Daventry, era el
soltero preferido de la alta sociedad londinense, y estaba acostumbrado
a que se le obedeciera en todo... hasta que no le quedó más remedio que
ser el tutor legal de Prudence MacAfee, una diablilla descarada de pelo
castaño dorado a quien, por ironías del destino, todo el mundo llamaba
Angel. La actitud tan poco convencional de aquella muchacha resultaba
cautivadora, y aunque Banning tenía el deber de presentarle a los
solteros más codiciados de Londres, su corazón tenía otros planes...
Por esta sinopsis, pensé que me encontraria ante una novela más convencional. Pues no. Fue toda una sorpresa. Me topé con un personaje, Ángel, más que sorprendente; una joven con una crianza rarisima que lleva pantalones, jura en arameo y es capaz de poner en más de un brete a nuestro serio y formal marqués (no, chicas, no lleva monóculo) que, en el fondo, es menos formal de lo que parece.
Me he reído muchisimo durante la lectura y con todos los personajes, incluyendo los secundarios. De algún modo, era como una novela de los hermanos Marx, por asi decirlo.
Los personajes carecen de honduras psicológicas, apenas ves evolución alguna (quitando el ver cómo el marqués se va desencorsetando). Es como si actuaran de continuo, una concatenación de hechos que van haciendo que te olvides de eso precisamente para caer en el hechizo de Ángel, cuya personalidad eclipsa a todos en la novela. Esa capacidad de guardar secretos, de inquebrantable fidelidad a aquellos a que ama, aunque se lo haga pasar mal, es la autentica piedra angular de su carácter. La pequeña intriga de la novela está bien llevada y el desenlace, creo que inesperado.
Una novela ligera para pegarte unas buenas risas, pero donde algunos personajes pueden llegar a asquearte de lo tontainas que parecen.