Una seductora dama va a cambiar las reglas de un juego dominado por caballeros. ¿La recompensa? El mayor de los placeres...

Como mujer mantenida de mente afilada y cerebro dotado para los números, Lydia Slaughter conoce todos los juegos con que se divierten los hombres —tanto en la cama como fuera de ella—. Capaz de cambiar todas las reglas según su conveniencia y desesperada por conseguir el dinero que garantizará su libertad, ha decidido desplumar a Will Blackshear sin ningún tipo de miramientos.

Sin embargo, el que fuera héroe de Waterloo posee una jugosa agenda de juego y tiene previsto recorrer varios de los clubes de caballeros más importantes de Londres. Tal vez una alianza sería lo más conveniente para ambos. Pero su trato conlleva apuestas arriesgadas y placeres desconocidos y una mala mano podría hacer que sus corazones arriesguen aquello por lo que ninguno de ellos está dispuesto a apostar: el amor.

Segundo libro de la serie "Familia Blackshear".

Lo que me ha gustado de esta novela es que tiene un planteamiento un tanto original, eso le da un aire diferente a un género tan manido como la novela histórica ambientada en Londres. Pero tampoco nos muestra nada nuevo. En el fondo es una historia sencilla, en esencia, basada en la relación de los protagonistas, pero es curiosa su unión en las mesas de juego. En referencia a eso, hay escenas que son casi un manual para jugadores por los cálculos basados en probabilidades matemáticas que utiliza la protagonista, porque Lydia no deja nada al azar y no le gusta confiar en la suerte.

Lydia no es una belleza clásica, no tiene un rostro atractivo, y ella lo sabe, pero conoce su potencial y, sobre todo, conoce a los hombres. Hace tiempo que perdió la inocencia y cree que también su corazón. Pero tiempo atrás fue una joven respetable, solo las circunstancias la llevaron por otro camino que la han hecho terminar como la amante de un hombre. Ella lo acepta sin lamentarse, al menos no demasiado, pero sueña con ser independiente gracias a lo que consigue en las mesas de juego, con su técnica basada en las probabilidades perfeccionada con años de práctica. Después de todo, en los clubes nadie se fija en el juego de una mujer como ella, nadie excepto Will.

Will vive recordando sus experiencias en Waterloo, después de varios meses los recuerdos aún le persiguen, sobre todo las decisiones de las que se hace responsable. Como antiguo oficial está acostumbrado a tomar el mando y se hace responsable de las personas que están a su cargo por honor, aunque él no quiere considerarse a si mismo un hombre honorable. Y la única manera de cumplir sus promesas está ligada a las mesas de juego, sin excesiva suerte, hasta que su camino se cruza con el de Lydia, una mujer que es la amante de otro hombre pero que le hace hervir la sangre. Y también es la persona que puede enseñarle a ganar en los juegos de cartas con su complicado método. Will, con su sentido del honor y del deber, me ha gustado mucho como protagonista, es un hombre atormentado pero admirable que inspira ternura.

La de Lydia y Will no es una historia de amor tierna ni dulce, es una historia de amor dura entre dos personas que no pensaban que encontrarían ese sentimiento, que creían que no lo merecían. Es curioso, porque si se hubieran encontrado unos años antes su relación habría sido sencilla y posible, pero en sus circunstancias actuales era difícil que se conocieran. El pasado, los remordimientos y la culpa hacen que sientan la soledad pese a estar acompañados de otras personas, se sienten solos e incomprendidos, excepto cuando están juntos. La escena en la que se encuentran en los alrededores de la casa campestre transmite ese sentimiento de soledad, de estar alejados del resto del mundo. Pero solo un paso separa su relación en las mesas de juego de la posibilidad de salvarse el uno al otro. Ante esa posibilidad sienten miedo, necesidad y, sí, también esperanza. Es una historia de amor difícil pero no falta de ternura.

La novela se basa en la relación de los protagonistas, la presencia de secundarios es casi testimonial. Pero son importantes la familia de Will, sobre todo Martha y su marido —los protagonistas del primer libro de la serie—, y Nick. También el llamado por Will "Príncipe de la mandíbula cuadrada" tiene su importancia en un momento dado de la historia, como la señora Talbot y el señor Fuller.

Esta novela me ha parecido original por su planteamiento y la forma de narrar de la autora, con una historia bonita, emotiva, y unos protagonistas a los que se va conociendo y comprendiendo a medida que se avanza la lectura. Ella es un poco demasiado metódica con su obsesión por las cartas, con una mente analítica; y Will me ha gustado mucho, me ha conmovido en algunos momentos. No es una historia sorprendente ni novedosa, pero tampoco es previsible en todo momento; es decir, el final sí lo es, pero tiene algunos momentos menos predecibles. Es una bonita historia.