Maldición de sangre – S. Kenyon/ D. Love
Los abrumadores pronósticos no tienen importancia cuando todo lo que amas está en juego.
Con el destino de toda una raza en la cuerda floja a sus espaldas, Evalle tiene dos días para cumplir su promesa. Sin embargo, dos troles svart demoníacos invaden Atlanta. Evalle buscará la ayuda del único hombre que cree que puede ayudarla: el especialista de Isak Nyght.
Al tratar de detener a los sangrientos troles, Evalle confiesa un secreto que pone en peligro todo aquello que ella defiende y que complicará su relación amorosa, y ya de por sí tumultuosa, con el misterioso Storm.
Lo que ninguno de ellos sabe es que Evalle es el objetivo número uno en el plan de los Medb para destruir a todos los Veladores.
Algún día, que espero no sea muy lejano, conseguiré tomar una decisión decisiva sobre esta saga, pero no sé si será de esta. Que yo recuerde, el primero no me convenció nada y el segundo me gustó. Ahora estamos por el tercero, y vuelvo a no quedar convencida en absoluto. Sin embargo, sigo teniendo dudas, porque la historia tiene posibilidades, lo que ocurre es que no termino de ver que arranque. Sí, pasan cosas. Sí, hay mucha acción, muchos líos y mucho movimiento de un lado y de otro, pero es que, en realidad, estamos casi como al principio.
Por otra parte, sigo con mis problemas con Evalle. Si en la primera me habían dado ganas de darle dos tortas, y en la segunda empecé a simpatizar con ella, en esta, sin más, no la entiendo. Y, como ya apunté, es un problema, porque la novela sigue más bien la línea de la Urban fantasy, y la auténtica protagonista es ella. Sí, vale, vemos los puntos de vista de otros personajes, porque es un narrador en tercera subjetiva con varios enfoques, pero sus intervenciones no consiguen tener el peso suficiente como para ponerse a un nivel de igualdad con Evalle. Ella es la verdadera protagonista, y todo gira en torno a su situación y sus conflictos.
Claro, cuando una novela se enfoca de esta forma, lo principal es que el lector pueda empatizar con el personaje protagonista, y a mí eso no me pasa. Y es que no entiendo a Evalle. En ocasiones parece una mujer fuerte, decidida, leal, dispuesta a todo… Y en otras me parece una cría de siete años que no sabe nada de la vida. Que sí, que tiene un pasado muy difícil, y las terribles experiencias que ha tenido que atravesar harían tambalearse al más fuerte, pero por mucho que eso la aparte de los hombres —y, obviamente, del sexo— no significa que no entienda ni por lo más remoto cómo funciona la vida. Y no veo lógico que esté empezando una vacilante relación con Storm, que tenga una pataleta monumental por culpa de los celos —sin ninguna justificación, por otra parte— y, sin embargo, cuando se encuentra con Isak y este la besa, ella le devuelve el beso en plan inocente, pensando algo del estilo de «Vaya, no siento lo mismo que con Storm». Y, por supuesto, Storm lo ve, claro, son cosas que pasan, pero la nena no acaba de pillar por qué está cabreado. Ya, yo tampoco…
No me entendáis mal, no soy de las que se rasgan las vestiduras con las infidelidades, y me da más o menos lo mismo que los protagonistas se líen con otros. Y, además, aquí no están más que empezando a conocerse y nadie ha hablado de exclusividad. Pero es que me parece muy del género bobo que ni te plantees que puede sentar mal. Que sí, que la niña es inocente. Pero ¿tanto? Pues será que yo ya tengo unos años, pero es que no la entiendo.
Luego está el típico asunto que me saca de mis casillas tanto en cuestiones de pareja como de amistad, y es que haya algo ahí, enquistándose, porque nadie es sincero. Que algo que tiene una explicación perfectamente lógica y más que razonable, no se hable porque juegas al avestruz y prefieres no saber. Y si Evalle confía tanto en sus amigos, tanto, tantísimo que pone la vida en sus manos, lo lógico sería que, si sospecha algo negativo de Quinn, se lo diga y punto. Pero no, ellos no. Ellos dejan que las cosas sean extrañas entre ellos y prefieren seguir alimentando la desconfianza que poner todo sobre el tapete. Ah, es que las confesiones pueden traer terribles consecuencias y todo eso (léase con tono apologético). Pues bueno, pues vale, pues a mi me fastidia.
Otra cosa que tampoco me acaba de convencer de esta muchacha es su increíble capacidad para obviar temas que le afectan. Que no estoy hablando de que se levante con un mal día y tenga el pelo hecho un desastre, no. Estoy hablando de que tiene detrás a una diosa, diciéndole que, o resuelve el asuntillo ese que tienen entre manos en dos días, o lo va a pasar realmente mal. Pero vamos, muy, muy mal. La cosa es algo así como: o me traes un par de mutantes que me juren lealtad en un mes, o te vas a quedar encerrada para los restos. Pasan veintiocho días y, ¿cuántos mutantes tiene Evalle? Cero. ¿Se pone a ello después de recibir el ultimátum de la diosa? Pues no, porque le pilla otro tema por el camino, y, oye, hay que ayudar a los colegas. Sí, a esos en los que NO confía ahora mismo.
Vale, yo soy un poquito egoísta y pienso que vida por vida, mejor la mía, pero lo de esta mujer es una generosidad que supera cualquier límite.
Y conste que, a pesar de todo esto (y a pesar del batiburrillo de panteones tan típico de la Kenyon que ya comenté en otra ocasión), la novela entretiene. Sin embargo, no es la Kenyon que me enganchó en sus comienzos. Las primeras novelas de los Hunters las devoraba en un día, enganchada desde la primera página, y en esta saga no encuentro eso. Vale, lo leo. Vale, por ratos me entretiene bastante. Pero otros la dejo ahí, sobre la mesilla, y casi tengo que obligarme a volver a ella. Que si es otra autora, pues igual pienso que es inexperiencia y me animo a darle otra oportunidad, pero… que es la Kenyon, caramba. Que se le puede pedir muchísimo más. Y que la saga se puede seguir, sí, pero, en mi poco modesta opinión, no está a la altura.