El amante demonio — Juliet Dark

Tema: El amante demonio — Juliet Dark Lun 11 Nov 2013 - 23:29

El amante demonio — Juliet Dark

Sinopsis

Desde que aceptó un puesto como profesora en la remota Universidad de Fairwick, Callie McFay ha experimentado todas las noches el mismo inquietante sueño: un desconocido surge de la bruma para seducirla y llevarla al éxtasis.

Quizá esos sueños sean el resultado del interés de Callie por los cuentos de hadas escabrosos y la literatura gótica, que la ha llevado a escribir un libro sobre el tema y a elegir como vivienda una antigua mansión victoriana en el propio Fairwick, de la que se enamoró nada más verla.

Pero Callie pronto comprende que sus sueños son alarmantemente reales. Tiene un amante demonio –un íncubo– que parece empeñado en seducirla una y otra vez hasta quitarle la vida…

Valoración

Primer libro de la serie «Fairwick chronicles» y debo empezar diciendo que, comentar que tengo «sentimientos encontrados» con esta novela es quedarse corto. La acabé hace ya varios días y sigo pensando cómo voy a enfocar la crítica para que no destaque ni lo bueno —que lo hay— ni lo malo —que también—, y que podáis formaros vuestra propia opinión y decidir si os apetece leerla o no sin influenciaros demasiado, porque no me sentiría cómoda ni diciéndoos que la leáis, ni pidiéndoos que no lo hagáis.

El primer problema, para mí, fue que me entusiasma la novela gótica. Y sí, me la estaban vendiendo como novela gótica en la solapa, y ya sabemos todas lo que pasa con las recomendaciones de las solapas, pero ese no fue el problema; el problema fue que, efectivamente, empieza como una auténtica novela gótica: el enorme caserón de estilo victoriano; una mujer sola a la que visita en sueños —o no tan en sueños— un amante desconocido, al que sólo conocemos por sus percepciones de él; una prosa cuidada, trabajada, casi preciosista en ocasiones, que ayudaba a crear un ambiente de oscuridad y frío... Vamos, la auténtica novela gótica por excelencia, con todos sus deliciosos clichés. Quizá un poco revisada y actualizada, porque en la «de verdad» el sexo es algo que sólo se intuye a través de metáforas y sugestiones (el vampiro que penetra en la casa tras la invitación de la doncella, los colmillos que violan carne virgen...) y en ésta se «pierden» esos deliciosos subterfugios y se pasa a algo más directo, aunque en un tono que casi, casi recuerda al de los libros de antaño.

Recuerdo haberme sumergido en la historia —maravillosamente pausada y descrita— y haber pensado que, por fin, había dado con una nueva saga de paranormal con la que poder entusiasmarme.

Y entonces pasé de las primeras ochenta páginas.

A partir de ahí, todo lo que, probablemente, quería hacer la autora se quedó en buenas intenciones. Se olvidó de la novela gótica y me metió de cabeza en un universo surrealista y ñoño, de seres sobrenaturales organizados con sus tarjetas de identidad, con su policía, con un departamento de asuntos internos que los vigila, con unas brujas y unas hadas que da pena verlas...

Y, como lo del amante demonio era demasiado complicado de llevar, pues se saca una historia de la manga —que no desvelaré por si queréis leerla— que se ve venir tan, pero tan a la legua, que podía haberse ahorrado las doscientas páginas de escenas absurdas que genera.

Es además, en esa parte, donde la narración empieza a cojear con unos problemas de ritmo que la hacen parecer vacilante y dudosa, y, a medida que esos problemas de ritmo aumentaban, aumentaba la inclinación de la cuesta arriba que ya me había montado para terminarla. Porque si la historia no me estaba enganchando, ya no le encontraba justificación al ritmo pausado y sus descripciones, los personajes me caían fatal del primero al último y, además, ya no me quedaba ningún misterio por desvelar, ¿para qué seguir leyendo?

Sobre esto último, os diré que no es una frase hecha lo de que el final se ve venir. No, a ver, es que lo tenía tan claro como si hubiera ido a la última página y echado un vistazo. Es tan, pero tan evidente, que ya no lees con agrado lo que pasa, porque sabes que es un intento de «engaño» por parte de la autora, pero no se produce esa complicidad de «Bueno, vale, creo que es esto, pero como te lo estás montando genial, voy a seguir leyendo a ver qué pasa». No, en ningún momento. Como ya sabes —y, aun a riesgo de repetirme, subrayo ese «sabes»— lo que va a pasar, pues todas las escenas que parecen estar puestas para darte pistas sobre el asunto te sobran. Y las estás leyendo, ves las vueltas que le da la protagonista y piensas: «Pero ¿esta mujer es idiota, o qué? ¿Es que no se da cuenta? ¿Cómo puede no darse cuenta?». Y no, no se la da. Hasta las últimas diez o quince páginas, donde la historia coge carrerilla, resuelve las dos o tres tramas que estaban por ahí abiertas y... Se acaba.

Así, de golpe.

Y, sin embargo, a pesar de lo que he soltado, que parece uno de los típicos desahogos de la criatura sedienta que es mi crítico interior, pues es que estoy convencida de que a muchas de vosotras os va a gustar. Es entretenida, no se complica mucho la cosa —al menos después de esas ochenta primeras páginas que, para mí, sólo hacen que el resto sea más decepcionante todavía—, y la terminas sin demasiados problemas. Yo no conseguí meterme en la historia y valorarla, pero esa fui yo, que tengo mis manías y mis fobias, y recibí algo distinto a lo que las primeras páginas prometían, pero supongo que puede gustar a cualquiera que vaya buscando una novela paranormal sin complicaciones con la que pasar un ratillo ameno. Hay personajes que resultan atractivos, interesantes, o incluso hasta adorables, y hay momentos y escenas que casi rozan lo divertido. Y Juliet Dark no escribe mal. En absoluto. Para mí, incluso, se está desperdiciando en este tipo de historias, pero, bueno, si os atraen, al menos sabed que está bien, muy bien escrita.

En resumen, que si sois capaces de superar los problemas de ritmo, y no os molestan los universos surrealistas de seres paranormales organizados como la burocracia humana, pues os lo pasaréis bien. Si sois como yo, y todavía guardáis en el recuerdo todas esas maravillosas novelas góticas, de las que ya no se escriben, pues os pillaréis un mosqueo de mil diablos. Vosotras mismas.