Me encantan las novelas ambientadas en la Península y si, además, son históricas, siempre intento leerlas, a pesar de que no conozca la autora y a pesar de que lo único que haya podido encontrar sobre ella es que se trata del seudónimo de una conocida autora de sagas históricas. Eso me da rabia porque creo que es muy importante situar el libro en contexto. Sobre éste poco he encontrado, por no decir casi nada y solamente puedo «conjeturar» que se trata de una novela escrita originalmente en alemán y que, pese a que por el estilo pensé más bien que era de los años ochenta, parece que su publicación es mucho más reciente, aunque no actual.

Más que la historia de amor entre dos personas, creo que estamos ante el relato de una parte de la vida de Beatriz Aguirre, protagonista indiscutible de la historia. Una joven doncella, hija de Don Álvaro Aguirre. Es una joven algo consentida y mimada, hija única y huérfana de madre. La situación económica y social de su familia le proporciona una vida cómoda y fácil. Rodeada de lujos. El ser hija única y huérfana de madre ha provocado que su padre la consienta en exceso y que sepa salirse siempre con la suya, consiguiendo todos sus caprichos. Es una joven feliz, está prometida a un joven gallardo y apuesto, del que está muy enamorada. Tienen una relación muy especial y, desde luego, algo chocante para los cánones de la época. Estamos ante una joven con grandes pasiones y pocos remilgos y eso es algo que no ha dejado de sorprenderme.

Beatriz es un personaje curioso, tiene grandes cualidades que me gusta encontrar en una heroína: fuerte carácter, decisión y valentía para hacer frente a cualquier situación, pero, al mismo tiempo, en más de una ocasión, me ha puesto un poco nerviosa. Cierto que la vida le hace madurar a golpes, que tiene que vivir situaciones bastante traumáticas, aunque ya he comentado que su fuerte carácter y esa capacidad para no rendirse me han gustado, también creo que su falta de adaptación y su tozudez le restan algo de verosimilitud al personaje y, sin ningún tipo de duda, algunas de sus actuaciones me parecen algo inverosímiles.

El protagonista masculino, Amir, es muy dulce con ella, dejando, claro está, a un lado las costumbres culturales. Pero no creo que esté a la altura de las circunstancias. Teniendo en cuenta que estamos ante el hijo de un emir, un hombre al que han criado para dirigir y gobernar, en mi opinión, hay muchas situaciones en las que le falta personalidad. Sí, tengo que reconocer que humaniza al personaje, al fin y al cabo es un hombre y, por lo tanto, con muchas debilidades en ciertas cuestiones, pero eso no evita que, a mí, no me haya gustado. Quizás haya sido una sensación mía, pero, por un lado, tenemos a un joven, dueño de un harén, acostumbrado a las más asombrosas bellezas, que cae perdidamente enamorado ante la visión de esta joven castellana. Sí, tan solo con mirarla ya sabe que es el sol de su vida (reconozco que he acabado algo hartita de la palabra «sol») y queda totalmente enamorado de ella. Por otro lado, aparece como un simple muñeco en manos de Zarah, la mala malísima del libro, que prácticamente hace con él lo que quiere.  

El gran fallo de la parte romántica es ese amor repentino que sufre Amir. Es algo que no me gusta nada, soy incapaz de creerme esos sentimientos y me da la sensación de que me han robado todo el disfrute.

Como novela narrativa «El velo del corazón» me ha resultado una lectura entretenida. Tiene una muy buena ambientación y se nota una gran documentación sobre el mundo de los harenes, la extraña vida dentro de esos muros de azulejos verdes y azules, tan bonitos como asfixiantes, en ese mundo totalmente cerrado al exterior, lleno de avaricias y ambiciones, donde aparentemente la tediosa vida solamente era animada por complots, traiciones y envidias. La trama que rodea la vida de Beatriz en el harén está bastante bien construida, las conspiraciones son bastante coherentes y están lo bastante bien llevadas como para que te mantengan con la curiosidad en vilo, deseando llegar al desenlace.

También quiero destacar algunos detalles que, lejos de «modernizar» y «disfrazar» muchas de las costumbres de la época, tal como habitualmente se hace en las novelas románticas, con el único fin de evitar más de un repelús al lector, se plasman tal como las conocemos. Otro detalle que me ha gustado es la comparativa entre la situación de la mujer en el mundo árabe y su papel en la vida cristiana. Lo cierto es que mal paradas quedamos en las dos culturas, con rasgos tan diferentes, pero tan iguales en lo que a la mujer se refiere, siempre bajo la mano y el control del hombre, dueño absoluto de su vida.

A excepción de las extrañas y sorprendentes metáforas que decide usar la autora para detallarnos las escenas de pareja que aparecen en el libro, su narrativa me ha parecido ágil y correcta. No tengo muy claro si su uso es por cuestión cultural o por «dulcificar» algunas situaciones. Lo cierto es que creo que en los tiempos en los que estamos, no son nada necesarias y, me ha hecho pensar que la novela estaba escrita hace más tiempo, porque parecen escenas descritas para evitar la censura. Quiero puntualizar que, seguramente, el principal motivo es respetar la forma de hablar de la época, pero yo no he podido evitar que me resultara chocante.

Los personajes secundarios son muchos y algunos muy importantes en la historia. Están bastante bien perfilados y la autora consigue, de una manera muy eficiente, que odies a unos, sobre todo a Mammar al Khadiz, y adores a otros. No faltan algunas escenas realmente desagradables pero que, sin duda, estaban a la orden del día y, como ya he comentado, me ha gustado que la autora no suavice el mundo que está plasmando.

En conjunto, «El velo del corazón» y a pesar de que la parte romántica no me haya gustado, resulta entretenida, una buena forma de conocer un poco el complejo mundo de los harenes, una historia llena de celos y traiciones, recomendable a las que disfrutéis de esta temática, por otro lado, siempre complicada desde el punto de vista romántico.