Desde que sufriera el accidente que lo licenció del ejército, Gaston Bonnet se dedica a cazar delincuentes por Francia, mientras ahorra para terminar de pagar y arreglar los múltiples desperfectos del caserón que comprara unos años antes en Montbonnet, una pequeña población de su Auvernia natal.
Émilie Laforet, una joven del lugar, ha rechazado a su último pretendiente. Su padre, harto de esperar a que encuentre el hombre adecuado, le pone un ultimátum: o se casa con el hijo de un amigo, que vive en Pamplona, o toma el velo. La decisión no es fácil, pero termina aceptando la boda.
Puesto que los caminos están llenos de salteadores y con ellos deben llevar la dote, el coronel Laforet contrata los servicios de Gaston para que les acompañe hasta la ciudad navarra, ofreciéndole un trato difícil de rechazar.
Pese a que el viaje no lo es, Émilie terminará complicándolo y Gaston deberá protegerla hasta llegar a Pamplona, pero ¿quién les protegerá de los juegos del destino?

Al leer un libro siempre hay personajes secundarios que te llaman la atención, y eso fue lo que me pasó en «Asedio al corazón» con el personaje de Gaston, ese hombre simpático y mujeriego pero atormentado por la traición que cometió.
Empezaré diciendo que la historia me ha gustado mucho, lo cierto es que me durado un suspiro. También he encontrado un mayor toque de humor y una historia algo más ligera que en las anteriores publicaciones de la autora.

Émilie Laforet es de esas protagonistas que, en mi opinión, tienen todo lo que hay que tener. Es una joven dulce, algo soñadora, pero que esconde, bajo ese manto de ternura, un carácter lo suficientemente fuerte como para mantenerse firme en su decisión de no casarse por imposición paterna. Tiene sus propias razones (que no voy a desvelar), y hasta ahora ha sabido salirse con la suya y manejar a su padre, pero parece que la, hasta ahora eterna paciencia paterna, ha llegado a su fin y ahora sí que tiene que tomar una determinación.
En el fondo, Émilie sabe que debe acatar la decisión de su padre y seguir unas normas, no es una joven rebelde o, al menos, es consciente de que pocas alternativas tienen las jóvenes de la época. También tiene las suficientes agallas como para intentar, hasta el último momento, salir airosa de su complicada situación y complicarle la existencia a Gaston.

Gaston no es el mismo de antaño. Han pasado tres años desde aquel fatídico accidente que le obligó a licenciarse del ejército que acabó con el mundo que él conocía, ahora su objetivo es ganar el dinero necesario para arreglar la casa que le compró al coronel Laforet e instalarse en la villa. Con la alegría y el buen humor totalmente perdido, intenta dulcificar su estado de ánimo de cama en cama con toda moza que le sonría. Se podría decir que es un hombre bastante amargado por la condición física en la que ahora se encuentra, se considera a sí mismo un lisiado y el dolor le ha acabado agriando el carácter. Pero eso no impedirá que, en ocasiones, sigamos estando ante el seductor nato, el hombre encantador que sabe de su encanto y no duda en sacar todas sus armas para conseguir lo que quiere.  
La historia transcurre en el viaje que ambos realizan por la vía Pondiensis, en la que disfrutaremos, gracias a la pluma y la buena documentación de Pilar Cabero, de los paisajes que los protagonistas van viendo y los pueblos que van visitando. Será una travesía de lo más accidentada, no sólo porque Émilie hará lo imposible por retrasar el viaje, sino porque muchos serán los peligros con los que ambos deberán lidiar y pocas las cosas que les falten por pasar.

Nos encontramos ante la lucha de dos voluntades, la de Gaston y Emilie, ambos por motivos diferentes, pero, sin quererlo, unidos los dos contra el destino, aunque quizás éste tenga nombre propio. No puedo negar que esas relaciones que se desarrollan de una forma lenta y pausada son mi gran debilidad, me apasionan. Me ha encantado ver a ese Gaston, tan en contra del matrimonio, incapaz de luchar contra la confusión de unos sentimientos, totalmente nuevos, que van naciendo a medida que va conociendo a Émilie, esa joven a la que él, tan equivocadamente, considera una princesa mimada y rica, pero que se muestra como una joven firme y fuerte, dulce y tierna. Y, por otro lado, Émilie, esa joven responsable, que ha vivido toda la vida bajo el ala protectora de sus padres, pero que no duda en arriesgarlo todo por perseguir lo que más desea, aunque sea tan solo por un instante. Émilie me ha sorprendido en más de un aspecto, pero, sobre todo, por la gran fortaleza y firmeza que muestra ante lo que ella considera que le conviene y como consigue siempre ser fiel a sí misma.

Me han gustado mucho sus luchas dialécticas, como ya he comentado antes, creo que los diálogos entre ellos, esas pugnas verbales, son divertidos e ingeniosos. Y también considero que Pilar Cabero ha arriesgado en algún que otro sentido con el personaje de Gaston, llegando al límite de la paciencia tanto de Émilie como de la mía como lectora. En la novela encontraremos también bastantes pensamientos internos que nos dejan conocer de primera mano lo que los personajes sienten en todo momento.

También disfrutamos de los personajes secundarios que presencian atónitos la relación entre los dos protagonistas. Me ha gustado el bonachón de Hubert, el fiel amigo de Gaston, y las continuas preocupaciones de Clarisse, la nueva doncella de Émilie y, por supuesto, la relación entre ellos.
La historia también cuenta con un par de villanos, que son los encargados de complicarles un poco la travesía, y protagonizan alguna que otra escena un poco delicada que la autora aprovecha perfectamente para demostrar el carácter y el alcance de los sentimientos de la protagonista.

La única pega que le pongo es el final. Tras el largo viaje, lleno de disputas y malentendidos, y una relación desarrollada de una forma tan paulatina, la reconciliación me ha parecido demasiado rápida y resuelta tan solo en unas cuantas páginas.

En definitiva, «El destino también juega» es una novela altamente recomendable, en la que disfrutaremos de unos personajes bien trabajados y construidos de una forma creíble. Una trama llena de aventuras que le dan un buen ritmo a la historia. Pilar Cabero escribe con elegancia y un estilo muy cuidado, y ese "olor a antiguo" que pocas veces me encuentro en las novelas, aunque la mayoría son históricas, y que a mí, particularmente, me encanta.