Spence St. John, vizconde de Ripton, ha viajado por medio mundo para tratar de detener a su primo Charles, un escurridizo estafador que se está gastando la fortuna familiar haciéndose pasar por él. Las últimas pistas le llevan a una isla griega pero, como ya empieza a ser costumbre, Spence acaba con las manos vacías... Sin embargo, en esta ocasión da con una persona que podría conducirle a él. Al menos eso cree. Amanda Thomas, una joven inglesa de origen humilde, afirma ser la prometida del falso vizconde. No cabe duda de que Charles la ha engañado, pero ¿eso la convierte en víctima? ¿O es una cómplice ciega de rencor? Sea como sea, esta dulce e irresistible criatura es la única pista que Ripton tiene, y la convence para que le ayude. Ambos se embarcan en una travesía que les lleva de los rincones más idílicos del Mediterráneo a Inglaterra.

¿Puede el amor derribar los muros alzados por la desconfianza?
 
Opinión personal:
 
Bajo el título de «Pérfido corazón» nos llega la precuela de la saga «Los Temerarios».

Soy curiosa por naturaleza y, al terminarla, me he puesto a chafardear un poco para ver qué relación tiene esta novela con el resto de la saga, ya que no es que aparezcan muchos personajes y, exceptuando a Olivia, que aparece al final durante un par de páginas, no he encontrado similitud en los nombres. Pero bueno, habrá que leer la saga entera para poder enterarnos.
 
Lo primero que me gustaría comentar es que estamos ante una novela corta, y eso implica ciertos temas de antemano. Lo primero es que en cuanto empiezas a disfrutarla, se termina, porque sí, es cortita, más de lo que me imaginé, ya que las últimas páginas son un adelanto de la siguiente entrega que, sí, te pone los dientes largos y te presenta a los protagonistas de las dos siguientes entregas. Y lo segundo, que es muy complicado que una historia tan corta esté plenamente desarrollada y con un hilo que no se rompa, resulta muy complicado que la historia no transcurra de forma rápida y ya sabéis que eso a mí no me gusta mucho.
 
Amanda Thomas es una mujer de baja condición social, desde que murieron sus padres trabaja para ganarse la vida y, como uno de sus grandes sueños era viajar, no dudó en aceptar el trabajo de secretaria de Mrs. Pennypacker, con quien tendría la posibilidad de conocer esos exóticos parajes con los que soñaba. 

Es una joven inocente, confiada, arriesgada y valiente, lo que provocará que se meta en más de un lío. Supongo que la que poco tiene, nada ha de perder; por eso, pese a que la situación en la que la ha puesto Spencer St. John no solo resulta comprometida sino también peligrosa, se le presenta como una solución a un problema menor y por eso la acata de una forma tan fácil.
 
No es propio de la condición social y económica de Spence St John encontrarse a miles de kilómetros de su hogar buscando a su esquivo primo, pero su tía es una mujer bondadosa que hizo que una dura infancia resultara más llevadera y, por ella, no duda en dejar sus obligaciones y emprender la búsqueda.

El vizconde de Ripton es un hombre serio y responsable, lleva ya varios años siendo el cabeza de familia de una familia complicada. Es un ser desconfiado, hosco y cuya complexión física inspira algo de temor, del cual no duda en aprovecharse. Creo que su carácter más bien agrio viene condicionado por una vida con exceso de responsabilidad y falta de cariño.
 
La autora nos muestra retazos de su pasado, más reciente o más lejano, que han ayudado a forjar su personalidad, por ejemplo, el conflictivo y duro pasado a manos de su tutor y el peso que ha tenido dicha relación entre él y su primo o la relación de Amanda con su jefa. Pero dada la corta extensión de la novela, imposible que esté más desarrollado.
 
Su relación resulta bastante apresurada, muchos giros, sobre todo a nivel de opiniones, y, dado su primer contacto, es inevitable una evolución en sus sentimientos. La novela parte de una situación en la que ambos se sienten traicionados y engañados y que calificaré, por ser suave, de «delicada», que no termina de gustarme. Pero se trata de la excusa para que inicien juntos una aventura y, al fin y al cabo, acaba siendo más un acuerdo o una simbiosis en la que cada uno obtendrá su propio beneficio. En un breve lapso de tiempo atravesarán diferentes emociones y lo que más destaco son esos diálogos diestros y directos.

La autora huye de la ambientación londinense y nos emplaza en parajes más exóticos que prometen pero que se quedan en meros esbozos. La mayor parte de la historia transcurre en un barco, algo que también resulta, si bien no del todo novedoso, al menos sí un poco inusual.
 
Lamento su corta extensión pues, aunque el tema de las relaciones entre dos personas de distinta clase social entra dentro de los clásicos, la trama tiene un esquema preparado para dar muchas más aventuras al lector. Unos personajes que, aunque es indudable que no se quedan cojos, te dejan con ganas de saber de ellos de una forma más profunda y una historia que a lo largo de toda la novela no se pierde la sensación de ser apresurada, sobre todo al final. Es una historia sencilla y bonita que deja con ganas de más.
 
En su conjunto, «Pérfido corazón» me ha resultado un aperitivo entretenido y agradable. Me gusta la forma de escribir de la autora, y solamente he echado en falta más páginas que hicieran que disfrutara más de esta historia. No soy partidaria de las novelas cortas porque creo que hay que tener mucha habilidad para que la historia resulte consistente, Meredith Duran lo consigue pero, aun así, la sensación que guardas es que todo es muy apresurado.

Por otro lado, mientras que aplaudo la iniciativa de publicar la precuela y espero que se animen con otros relatos cortos que nunca terminan por editarse aquí, no puedo dejar de opinar que el precio me parece desorbitado.