En Galicia, la tierra de la magia celta, donde reinan meigas, druidas y menciñeiras, Diana regenta un pequeño bar en un pueblo casi perdido donde nunca pasa nada.

¿Nunca?

Una noche mágica, la noche de Samhain, Diana, sin saberlo, rasga sin querer el Velo que separa el mundo real del Otro Lado. Allí acecha un oscuro peligro que desencadenará una serie de acontecimientos capaces de amenazar su propia vida.

Solo un hombre puede salvarla: Aidan, el nuevo vecino que ha comprado el Pazo de los Madrileños, que levanta pasiones y suspicacias a partes iguales y que no será, ni mucho menos, lo que parece.

Los destinos de Aidan y Diana se verán unidos de forma irrefrenable por la magia que emana de ambos y por la intensa e inmediata pasión que despiertan el uno en el otro, como si se conocieran de otras vidas, como si se amaran desde siempre, como si eso fuera posible…

Primer libro de la «Trilogía del Velo».

Antes de nada tengo que reconocer que el género paranormal no es mi favorito, salvo contadas excepciones, y que historias sobre magia he leído pocas, sólo algunas trilogías de Nora Roberts y poco más, razón por la cual me cuesta un poco entrar en ellas.

Ya que menciono a Nora Roberts, esta novela sigue su tradición de narrar las historias de tres parejas, una en cada libro pero con bastante presencia de todas durante toda la trilogía; y con un villano al que derrotar y que no es vencido hasta el final. Una clásica lucha entre el Bien y el Mal, en definitiva.

Antes de centrarme en los personajes, no puedo dejar de comentar el estilo de Silvia Barbeito por su originalidad. Si bien la trama no inventa nada, su tono sarcástico y lleno de un sentido del humor irónico es bastante especial, pues aporta algo distinto, al menos yo no recuerdo haber leído muchas narraciones parecidas en este género. Puedo decir que he leído autoras españolas que es mejor olvidar, otras pasables y otras bastante buenas; pero sólo con dos he pensado «pero que bien escribe» mientras iba leyendo. Una es, obviamente, Silvia Barbeito —si no no estaría contando esto ahora— y la otra es Lydia Leyte; con dos estilos y géneros diferentes, ambas me han hecho disfrutar con su dominio del lenguaje. De hecho, en este caso me ha interesado más la forma de narrar la historia que la trama en sí.

Tampoco faltan las referencias culturales, algo que me ha gustado mucho, como la que dedica a Iñigo Montoya, personaje por el que siento una especial predilección.

Ahora sí, vamos a por los personajes, empezando por la primera pareja protagonista: Diana y Aidan.

Diana es el punto intermedio de las chicas, está entre la escéptica Laura y la descendiente de meigas Marta. Diana tiene una mente abierta, decidida a aceptar el nuevo mundo que se abre ante ella, también es la responsable inconsciente de la situación que atraviesan todos. Su ironía resulta refrescante por saber reírse de sí misma con naturalidad.

A Aidan lo veo como una introducción al mundo paranormal, el personaje que tenía que ser el primer protagonista para que la historia de la trilogía fuera más fluida. Es el que mejor se adapta al pueblo de los tres personajes masculinos, podría decirse que es el más humano de los chicos. Por otro lado, la autora juega mucho con la idea del cliché dentro de las novelas paranormales y quiere hacer sufrir un poco a Aidan.

El romance entre Diana y Aidan también lo veo como una introducción de las otras historias, una forma de unir a los seis personajes, por eso su idilio me parece un poco brusco. Empieza bien, luego todo se acelera y ahí entran los clichés conscientes y cierta torpeza de los dos protagonistas en las relaciones para complicar un poco las cosas.

No hablamos de personajes secundarios al uso, porque son algo más importante que eso. Más bien tenemos a un grupo de seis personajes en el que dos de ellos mantienen un romance, y donde quedan establecidos los cimientos de las otras dos parejas.

La verdad es que a mí me han gustado más las chicas, especialmente Laura, a lo mejor por ser la más racional. De los chicos tengo que reconocer que ninguno es mi tipo, supongo que su lado mágico influye mucho en eso. Inconscientemente me resisto al mundo de lo sobrenatural.

Ha sido una novela que, sin tocar un género que me llame especialmente, ha resultado muy entretenida, se lee deprisa, su tono irónico se disfruta y te saca algunas carcajadas. Sin olvidar la ambientación de una Galicia mágica, con unos habitantes muy peculiares