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| Autor | Mensaje |
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dhaggery Debutante en Sociedad
Mensajes : 52 Inscripción : 15/01/2009
| Tema: Extracto de Covet Vie 4 Sep 2009 - 16:47 | |
| Saludos a todas. Aquí os traigo la traducción del extracto de Covet que la Ward ha colgado en la nueva página de los¨Ángeles Caídos y que he traducido para la Encomienda del Cenit. Siguiendo la norma de aquello de compartir, aquí lo tenéis. Lo cierto, es que el libro promete, asi que solo estoy deseando que llegue el día 29 para poder devorar el libro. Ni que decir tiene, que el texto es propiedad de JR Ward. FRAGMENTO DE COVET
Por J.R. Ward Octubre de 2009
“Le gustas”
Jim Heron levantó los ojos de su Budweiser. A través del abarrotado y oscuro club, pasando la mirada por cuerpos cubiertos de negro con cadenas que colgaban, entre el denso aire con olor a sexo y desesperación, vio a “le gustas” en cuestión.
Una mujer vestida de azul estaba bajo la luz de uno de los pocos focos del Iron Mask, el brillo dorado flotaba por su cabello castaño estilo Brooke Shields, su piel de marfil y el cuerpo de infarto. Era una revelación, una porción sobresaliente de color entre los tristes candidatos neo Victorianos de Prozac, tan hermosa como una modelo, tan resplandeciente como una santa.
Y ella le miraba fijamente, aunque puso en duda la parte de “le gustas”: Sus ojos estaban hundidos, lo que significaba que mientras echaba un vistazo, el anhelo que se le atragantó en los pulmones era producto de la estructura de su cráneo.
Joder, tal vez solo se preguntaba que estaba haciendo en el club. Ya eran dos.
“Te digo que a esa mujer le gustas, colega”
Jim miró al Sr. Casamentero. Adrian Vogel era la razón por la que había terminado aquí, y el Iron Mask era definitivamente el sitio adecuado para el tío: Añádele que iba vestido de negro de la cabeza a los pies y tenía piercings en sitios que la mayoría de la gente, no quería agujas cerca.
“Nah”. Jim dio otro trago a su Bud “No soy su tipo”
“¿Estás seguro?”
“Sip”
“Eres tonto” Adrian pasó la mano a través de las ondas negras de la cabeza haciendo que se colocaran en su sitio como si estuvieran bien entrenadas. Cristo, si no fuera por el hecho de que trabajaba en la construcción y que tenía la boca de un camionero, uno se preguntaba si les daba brillo a los zapatos de las mujeres.
Eddie Blackhawk, el otro tío que les acompañaba, sacudió la cabeza “El que no esté interesado, no quiere decir que sea tonto”
“Te lo dije”
“Vive y deja vivir, Adrian. Es mejor para todos”
Al recostarse en el sofá de terciopelo, Eddie parecía más un motero que un gótico con sus vaqueros y las shitkickers, así que estaba tan fuera de lugar como Jim – aunque dado el tamaño descomunal del tío y los extraños ojos marrones rojizos, era difícil imaginarlo encajando con nadie, salvo con un grupo de luchadores profesionales: incluso con aquella larga trenza, nadie se burlaba de él en la obra – ni siquiera los gilipollas y bocazas de los techadores que eran los peores.
“Bueno Jim, no hablas mucho” Adrian miró a la multitud, sin duda, buscando a su propia chica de vestido azul. Tras fijarse en las bailarinas que se retorcían en las jaulas de hierro, llamó a la camarera. “Después de trabajar contigo desde hace un mes, sé que no es porque seas estúpido”
“No tengo mucho que decir”
“No pasa nada” murmuró Eddie.
Probablemente esa era la razón por la que le gustaba Eddie. El hijo de puta era otro miembro del club Hombres de Pocas Palabras, un tío que nunca hablaba cuando un gesto o un movimiento de cabeza podría conseguir lo mismo. Como había llegado a sentirse cómodo con Adrian, que no tenía pelos en la lengua, era un misterio.
Como habían acabado compartiendo piso, era inexplicable.
Como fuera. Jim no tenía intención de entrar en todos esos cómos, porqués y dóndes. No era nada personal. Eran realmente la clase de tíos duros de los que hubiera sido amigo en otro tiempo, en otro planeta, pero aquí y ahora, sus mierdas no le importaban – solo había salido con ellos porque Adrian le había amenazado con seguir preguntando hasta que les acompañara.
Aclaración, Jim vivió la vida regido por el código de desconectar y esperar que la gente respetara su rutina de soy-una-isla. Desde que abandonó el ejercito, había vagabundeado hasta terminar en Caldwell y solo porque el coche se paró allí – volvería a la carretera cuando el proyecto en el que estaba trabajando estuviera acabado.
La cuestión era que según su antiguo jeje, era mejor ser un blanco móvil. Sin saber cuánto tiempo tendría antes de una nueva “misión especial,” Jim se pondría en marcha.
Se terminó la cerveza y se dio cuenta que era bueno poseer sólo sus ropas, el camión y la Harley averiada. Claro, no tenía mucho que enseñar en sus treinta y nueve.
Tío… la fecha
Tenía cuarenta. Esta noche era su cumpleaños.
“Tengo que saberlo,” dijo Adrian inclinándose. “¿Tienes una mujer, Jim? ¿Es por lo que no quieres a la Chica de azul? Quiero decir, venga tío, es caliente”
“La apariencia no lo es todo”
“Si, vale, pero tampoco hace daño”
La camarera se acercó, mientras los otros pedían otra ronda, Jim lanzó una mirada a la mujer de la que hablaban.
Ella no apartó la mirada. No se inmutó. Solo se lamió los labios rojos lentamente como si estuviera esperando a que el hiciera contacto visual de nuevo.
Jim volvió a centrarse en su Bud vacía, y se acomodó en el taburete, con la sensación que alguien le había metido carbones encendidos en los pantalones. Hacía mucho, mucho tiempo. No un día seco, ni siquiera una sequía. El desierto del Sahara se acercaba más.
Y a saber, su cuerpo estaba listo para llegar a terminar con las pajas. “Deberías acercarte” dijo Adrian. “presentarte”
"Lo que significa que voy a tener que replantearme tu inteligencia." Adrian tamborileó los dedos sobre la mesa, el anillo de plata maciza que llevaba brillaba. "O al menos tu impulso sexual."
”Hazme los honores”
Adrian puso los ojos en blanco, teniendo muy claro que no había ninguna negociación sobre la chica del vestido azul. "Vale, me las piro".
El tipo se recostó en el sofá de modo que él y Eddie estaban en posición similar. Como era de esperar, no podía permanecer en silencio durante mucho tiempo. "¿Os habéis enterado del tiroteo?"
Jim frunció el ceño. "¿Ha habido otro?"
"Sep. Encontraron el cuerpo río abajo ".
"Suelen aparecer allí."
"Que es el pan nuestro de cada día”, dijo Adrian, apurando lo que le quedaba de la cerveza.
"Siempre ha sido así".
"¿Tú crees?"
Jim se echó hacia atrás cuando la camarera dejó una nueva ronda delante de los muchachos. – No lo creo, lo sé. "
“No te ofendas, pero me voy a marchar.”
Jim dejó el vaso vacío y cogió la chaqueta de cuero. Se había tomado dos Bud y una tercera le haría candidato a ganarse una multa, así que era hora de marcharse.
“No me puedo creer que te vayas a marchar solo,” dijo Adrian desviando la vista hacia Vestido Azul.
Seguía estando bajo el foco del techo. Y seguía mirando. Y seguía estando que quitaba el aliento. “Sip. Sólo yo, mi persona y yo mismo.”
“La mayoría de los hombres no poseen esa clase de auto control.” Adrian sonrió. El aro que llevaba en el labio inferior brillaba. “Realmente impresionante.”
“Sí, soy todo un santo.”
“Vale. Conduce con cuidado y así podrás seguir dándole brillo al halo. Te veré mañana donde siempre.”
Después de una ronda de palmadas en las manos, Jim se abrió camino por entre la multitud. Mientras avanzaba, los góticos que iban cubiertos con encaje negro y llevaban collares de pinchos le lanzaban miradas, probablemente las mismas que lanzaban a todo el mundo cuando iban por el centro comercial: ¿Qué coño haces por aquí?
Seguramente que los Levi’s y la camisa de franela limpia que llevaba ofendían la sensibilidad del cuero y encaje.
Jim tomó el camino que le mantenía alejado de Vestido Azul , una vez que estuvo fuera respiró hondo, como si hubiera superado una prueba. El aire frío no le trajo el alivio que necesitaba aunque, mientras rodeaba el aparcamiento, se metió la mano en el bolsillo de la camisa.
Había dejado de fumar hacía un año pero todavía echaba mano al paquete de Marlboro Rojos. El puto vicio era como el dolor fantasma de un miembro amputado.
Cuando llegó a la esquina y entró en el parking, pasó frente a una fila de coches aparcados contra las rejas del edificio. Todos estaban sucios y tenía los flancos salpicados de sal debido a las condiciones de las carreteras y a la mugre de nieve sucia que llevaba cayendo meses. Su camioneta, que estaba a la parte de abajo, al final de la tercera fila, estaba exactamente igual.
Mientras caminaba miraba a derecha e izquierda. Estaba en una parte mala de la ciudad y si le iban a asaltar, quería ver de frente lo que se le venía encima. No es que le importara una buena pelea. Había tenido lo suyo en sus años mozos y le habían entrenado a conciencia en el ejército y además, gracias a su trabajo diurno, estaba en una forma soberbia. Pero siempre era mejor…
Se paró cuando un guiñó dorado le llegó desde el suelo.
Se inclinó y recogió un anillo fino de oro, no, era un pendiente de aro, uno de esos que lo tíos aquellos se ponían ellos mismos. Le quitó la porquería y miró por encima de los coches. Cualquiera podría haberlo tirado. No era muy caro.
“¿Por qué te has ido sin mí?”
Última edición por dhaggery el Vie 4 Sep 2009 - 16:53, editado 1 vez |
| | | dhaggery Debutante en Sociedad
Mensajes : 52 Inscripción : 15/01/2009
| Tema: Re: Extracto de Covet Vie 4 Sep 2009 - 16:52 | |
| Jim se paró en seco.
Joder, tenía la voz tan sexy como el cuerpo.
Se estiró en toda su estatura dándose la vuelta en los tacones de las botas de trabajo y miró por encima de los capós de los coches. Vestido Azul estaba a unos nueve metros, de pie bajo una de las luces de seguridad, lo que le llevaba a preguntarse si siempre escogía lugares que la iluminaban.
“Hace frío, “ dijo. “Deberías volver dentro.”
“No tengo frío.”
Sí que era verdad. Podría decirse que tan caliente como follar. “Vale… Me voy.”
“¿Solito?” Se acercó y sus tacones altos resonaban en el asfalto irregular.
Cuanto más se acercaba, más buena estaba. Joder, tenía los labios hechos para el sexo, profundamente rojos y ligeramente abiertos y ese pelo suyo… lo único en lo que podía pensar era en ese pelo derramándose por su pecho desnudo y por sus muslos.
Jim se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Era mucho más alto que ella pero la forma en la que caminaba era como un puñetazo en el plexo solar que le inmovilizaba con pensamientos calientes y planes vívidos. Mirando su piel fina y pálida, se preguntaba si sería tan suave como parecía. Se preguntaba miles de “qué había bajo aquel vestido”. Se preguntaba cómo se sentiría teniéndola debajo de su cuerpo desnudo.
Tuvo que respirar hondo cuando se paró frente a él.
“¿Dónde está tu coche?” Preguntó.
“Camioneta.”
“¿Dónde está?”
En ese momento, una brisa fría se deslizó desde el callejón y ella se estremeció un poco y levantó los brazos delgados y adorables para abrigarse como si se abrazara. Sus ojos oscuros, que le habían resultado seductores en el club, se volvieron implorantes abruptamente y le hicieron prácticamente imposible alejarse de ella.
¿Iba a hacerlo? ¿Iba a caer en el cálido estanque que era esta mujer, aunque fuera por poco tiempo?
Llegó otra ráfaga como un cañonazo y ella dio un golpe contra el suelo con un tacón de aguja y luego con el otro.
Jim se quitó la chaqueta de cuero y acortó la distancia entre ellos. Sin quitar los ojos el uno del otro, la envolvió con lo que le había calentado hasta ese momento. “Estoy aquí.”
Ella le cogió la mano. Él la guió.
El Ford F-150S no era exactamente genial para ligar pero tenía suficiente espacio, si lo necesitabas. Además, era todo lo que podía ofrecerla. Jim la ayudó a subir y dio la vuelta para ponerse frente al volante. El motor se puso en marcha rápido y puso la calefacción, disipando el aire frígido hasta que las cosas se calentaron.
Se movió por el asiento hacia él y sus pechos se elevaron sobre las bandas ceñidas del vestido cuando se acercó más. “Eres muy amable.”
Amable no era cómo se veía a sí mismo. Y especialmente no ahora, dado lo que tenía en mente. “No puedo dejar que una dama pase frío.”
Jim le pasó los ojos por todo el cuerpo. Estaba acurrucada en su chaqueta de cuero de porquería, con la cara hacia arriba y el pelo largo le caía sobre los hombros ondulándose hacia el escote. Podía haberle entrado como una seductora pero la verdad es que era una buena chica.
“¿Quieres que hablemos?”, le preguntó porque ella se merecía algo mejor de lo que quería de ella.
“No.” Negó con la cabeza. “Quiero hacer… algo.”
Vale, Jim definitivamente, no era amable. Era un hombre a un palmo de una mujer hermosa, incluso aunque ella le lanzaba vibraciones de vulnerabilidad, jugar a los psicoanalistas no era la clase de juego horizontal tras el que andaba.
Cuando levantó la vista, sus ojos parecían tristes, como huérfanos. “Por favor… ¿me besas?”
Jim se contuvo, su expresión le frenaba y mucho más que eso. “¿Estás segura?”
Se echó el pelo por encima del hombro y se lo colocó detrás de la oreja. Cuando asintió con la cabeza, el diamante del tamaño de un céntimo que llevaba en la oreja centelleó. “Sí… mucho. Bésame.”
Y cuando le sostuvo la mirada sin apartar los ojos, Jim sucumbió sintiéndose hechizado y sin que le importara lo más mínimo. “Iré despacio.”
Oh… Dios….
Sus labios eran tan suaves como había imaginado y le acarició la boca con la suya con cuidado, temeroso de aplastarla. Era dulce, era cálida y confiaba en que él fuera con cuidado, dándole la bienvenida a su lengua dentro de su boca y después echándose hacia atrás para que la palma de su mano cayera desde su cara hasta su clavícula… hasta sus pechos plenos.
Lo que cambió el ritmo de las cosas.
Abruptamente, se sentó y se quitó la chaqueta. “La cremallera está en la espalda.”
Sus manos endurecidas de trabajador la encontraron, preocupado de poder estropear el vestido azul mientras lo deslizaba hacia abajo. Ella misma se quitó la parte de arriba revelando un sujetador de satén y encaje que, con toda probabilidad, costaba más que su camioneta.
Tenía los pezones erguidos bajo el fino material y, en la sombra lanzada por la débil luz que pasaba a través de las gotas, eran un festín espectacular para la vista.
“Mis pechos son reales,” dijo con voz suave. “Querían que me pusiera implantes pero… yo no quería.”
Jim frunció el ceño pensando que cualquier cerdo cabrón al que se le hubiera ocurrido eso merecía que le operaran de la vista… con una vara de hierro. “No lo hagas. Eres muy hermosa.”
“¿De verdad?” Su voz vacilaba.
“De la buena.”
Su tímida sonrisa significaba mucho para él, le pellizcaba en el pecho, metiéndosele demasiado hondo. Lo sabía todo sobre el lado feo de la vida, había pasado por la clase de cosas que hacen que un día parezca un mes y no le deseaba nada de eso a ella. Sin embargo, parecía que ella también tenía lo suyo.
Jim subió la calefacción para calentarla.
Cuando se echó hacia atrás, ella deslizó una de las copas del sujetador y se cogió el pecho en la mano ofreciéndole el pezón.
“Eres increíble.” Murmuró.
Jim se inclinó y capturó su carne con la boca, chupando con suavidad. Ella jadeó y enredó las manos en su pelo. Su pecho le acunaba la boca y tuvo un momento de pura lujuria, de la clase que vuelve animales a los hombres.
Salvo que entonces recordó la forma en que le había mirado, y supo que no iba a tener sexo con ella. Iba a cuidar de ella, aquí en la cabina de la camioneta, con la calefacción en marcha y las ventanas empañándose. Iba a mostrarle lo hermosa que era y cuan perfecto era su cuerpo y como sería … probarlo. Pero no tomaría nada para sí mismo.
Joder, tal vez no era tan malo.
¿Estás seguro? Su voz interior le cortó. ¿Estás realmente seguro?
No, no lo estaba. Pero Jim la recostó en el asiento y haciendo un rulo con la chaqueta de cuero como si fuera una almohada para la cabeza, se comprometió a hacer lo correcto.
Hombre. . . era preciosa, un pajarito perdido y exótico que había encontrado refugio en un gallinero.
¿Por qué en la verde tierra de Dios le quería a él?
"Bésame", dijo ella jadeando.
Mientras se apoyaba en los brazos fuertes y se inclinaba sobre ella, vio de reojo el reloj digital en el salpicadero: 11:59. El minuto exacto en el que había nacido hacía cuarenta años.
Qué feliz cumpleaños estaba resultando ser.
Traducción: Lhust y Dhaggery
Corrección: Lhust
La Encomienda del Cenit
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| | | mirada Oráculo
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| Tema: Re: Extracto de Covet Vie 4 Sep 2009 - 17:04 | |
| ¡¡¡Gracias por compartirlo con nosotras!!! Estoy deseando que me llegue a casa el libro para poder devorarlo. PD: perdóname puse este post después del primero tuyo, pero ya está arreglado |
| | | Isabel Cazadora de Demonios Oscuros
Mensajes : 11963 Edad : 37 Localización : ¿Dónde estoy? Empleo/Ocios : Ponerme al día Humor : ¿? Inscripción : 24/01/2009
| | | | Banshee Soy Cazadora y no quiero dejar de serlo
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| Tema: Re: Extracto de Covet Vie 4 Sep 2009 - 19:57 | |
| _________________ "Sobreviví a través del infierno, no por mí, sino por ti. Si lo sabes, no lo dudes y por favor, salva mi vida. El desierto que atravesé sin ti estaba seco, así que por favor abrázame rápido. Sé que el mar sin ti solo será otro desierto" |
| | | sapphire Reencarnada en cazadora
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| | | | Vesta Cazadora iniciada
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| | | | prisca Debutante en Sociedad
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| | | | Vesta Cazadora iniciada
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| | | | prisca Debutante en Sociedad
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| | | | Vesta Cazadora iniciada
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| Tema: Re: Extracto de Covet Dom 11 Jul 2010 - 20:25 | |
| en España lo van a publicar si no me falla la memoria el año que viene |
| | | prisca Debutante en Sociedad
Mensajes : 65 Edad : 37 Localización : Chile Inscripción : 10/07/2010
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