Chicas... ¿jugamos?

Me salte lo obvio, una autora que a mi me gusta mucho tiene esas iniciales: Teresa Medeiros?

Jajajajaja mi mensaje choco con el Maryss, a ver si tenemos razon, porque sino creo que no se me ocurre otra Chicas... ¿jugamos? - Página 21 653327

La maldición del castillo??

Mau escribió:: La maldición del castillo??

Spoiler:

Spoiler:

Pues si es ese, es para darme de cabezazos, no hace ni seis meses que lo leí. Chicas... ¿jugamos? - Página 21 310536

Ampa escribió:: Pues si es ese, es para darme de cabezazos, no hace ni seis meses que lo leí.

si?? no me lo creooo!! Bienvenida al club,jajaaj.Yo este, no me lo he leidooo!!

Mau escribió:: La maldición del castillo??

Claro que siii Mau !! Chicas... ¿jugamos? - Página 21 918214

te toca , preciosa.. Chicas... ¿jugamos? - Página 21 794237

Yo lo leí hace un tiempo pero recién recordé el libro cuando nombraron a la autora...sigo:

XY protestó en silencio. SECRETARIA estaba ya cerca de los setenta, pero el tiempo no había mermado ni un ápice sus capacidades mentales. Era como un sabueso siguiendo un rastro; no se le escapaba nada.

—Sólo estaba preocupándome por cómo le iba la primera noche de trabajo. —Se aferró a esa explicación y rezó para que sonase lógica.

Para nada. No podía sonar menos convincente.

La vieja mujer resopló.

—Eso es mentira y lo sabes. Sé reconocer muy bien cuando se te antoja una de las chicas. —Los ojos de SECRETARIA buscaron la fuente de la inmediata incomodidad de XY y frunció el ceño—. Tú eres capaz de oler un coño joven y caliente a través de una pared de hormigón.

Una sombría sonrisa curvó los labios de XY. Se sentía las mejillas rígidas y extrañamente tensas. Aún tenía el pulso acelerado por su reciente excitación y su piel parecía demasiado pequeña para dar cabida a su esqueleto.

—Es alucinante que siempre sepas lo que me pasa por la cabeza.

SECRETARIA, que no estaba precisamente de buen humor, ondeó un encorvado dedo en el aire.

—Pues a mí lo que me alucina es el número de veces que te tengo que recordar que no mezcles el trabajo y el placer. Una cosa es que vayas por ahí con todo tipo de gentuza impúdica en busca de una gatita. A nadie le importa el número de putas que te follas. Pero los negocios son los negocios. Ya deberías saberlo.

XY asintió sin contestar. Tal vez así daría la impresión de estar prestando atención.

SECRETARIA, decidida a no dejarse ignorar, no se detuvo.

—El LUGAR es lo único que te hace respetable, y no lo consigue demasiado. ¿Cuántas mujeres te follas a la semana? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Más?

XY no se molestó en discutir los números. SECRETARIA era una de sus únicas confidentes y sabía muy bien que él era un hedonista sexual que satisfacía sus caprichos incluso cuando no tenía que hacerlo. Se humedeció los labios antes de contestar.

—Tienes razón. Ya conozco las normas.

SECRETARIA eliminó el enfado de su tono.

—Entonces intenta actuar como si las recordases. —Se volvió a colocar bien las gafas sobre la nariz y observó el club por el opaco ventanal—. Esa chica es muy buena. Trabaja duro. Creí que no aguantaría ni una hora.

XY también miró. Encontró fácilmente la figura de XX entre la multitud. Llevaba una bandeja llena de bebidas y se deslizaba por la pista con habilidad; si algún cuerpo errante tropezaba con ella, no perdía el equilibrio. Entrecerraba los ojos cuando algún hombre aprovechaba para tocarle los muslos al agacharse para servir las bebidas.

Los celos le hicieron sentir a XY un nudo en el estomago. Algo se lo comía por dentro cuando veía cómo a los clientes habituales se les caía la baba con ella. Los hombres podían oler la carne fresca. Eran como una manada de perros de caza: probablemente, todos y cada uno de los hombres que había allí intentarían embaucarla para poder llevársela a la cama. Le dieron ganas de bajar a romperle todos los dedos de las manos a aquel tipo por haberla molestado.

Pero no fue necesario. XX sonrió y aplastó la mano de aquel hombre. Su mensaje *fue claro y cristalino: si quieres mirar estupendo, pero las manos quietecitas.

—Tiene clase. —SECRETARIA sonó muy orgullosa de su propia observación; asintió satisfecha—. Sería una estupidez perderla. Se maneja muy bien. El cliente no se ha ofendido y probablemente la reacción que ha tenido le proporcionará una buena propina.

El descontento rugía en el interior de XY. Él no estaba en absoluto de acuerdo.

—Ella no pertenece a ese mundo; no debería exponerse a que la sobe esa gentuza tan vulgar.

—Tienes razón. Ella está muy por encima del nivel de la mayoría de las chicas que tenemos aquí. Por cierto, me tomé la libertad de comprobar sus referencias. Realmente necesita el trabajo. Al perder su negocio lo ha perdido todo.

X apoYyó una mano sobre el cristal de la ventana y se acercó más. La exigente palpitación que rugía en su pecho se negaba a aflojar.

—Yo podría cambiar toda su vida —murmuró suavemente—. Le podría dar cosas con las que nunca ha soñado.

SECRETARIA, como un perro protegiendo un hueso, lo miró con recelo.

—Estás albergando pensamientos muy peligrosos. Te aviso ahora: sea lo que sea lo que estás pensando, ¡no lo hagas! —Lo miró fijamente desafiándolo a contradecir su edicto. Ella era una leal y fiel centinela; su trabajo consistía en defender el de XY.

Se hizo una larga pausa y entonces él dijo suavemente:

—Nunca haría nada que pudiera lastimarla.

—¿Por qué ella, XY? ¿Por qué ella, y por qué ahora?

Lo sé !! Lo sé !! Excitación

pero me aguantaré esta vez silent

para que lo adivine otra chica.. Wink

Pecados de la Carne de Devyn Quinn Chicas... ¿jugamos? - Página 21 742647

Isabel escribió:: Pecados de la Carne de Devyn Quinn

como pa' olvidarlo despues de leerlo ! calor

Claro Isabel, lo empecé hoy y veré si lo termino, este tipo de historias no son de las mías...

Una muy facil porque soy buenita
Yupy!!

—Ya puede estar contenta de que los tres osos no estén en casa, Ricitos de Oro. Queda usted detenida.
Ella lanzó un grito sofocado, se volvió y le miró. Y entonces entrecerró sus grandes ojos azules.
—¡Usted!
XY levantó la cinta amarilla y le indicó a ella que se acercase.
—Atravesar los precintos de la policía es un delito municipal, pero interferir las operaciones del gobierno es un delito mayor.
—¿Qué operaciones del gobierno?
—Subió las escaleras, sus tacones repicando en el suelo de hormigón, y se agachó por debajo de la cinta.
—Las manos detrás de la cabeza. Enlace los dedos, separe los pies. Ya conoce el procedimiento a seguir.
—¡No puede hablar en serio! —Le miraba como si se hubiese vuelto loco.
—Jamás he hablado más en serio.—Le posó la mano en la nuca y la apartó del peligro de las escaleras, sintiendo
bajo la mano la suavidad sedosa de sus rizos.
Ella le apartó la mano.
—¡No me toque!
—Atacar a un oficial de policía, resistirse al arresto, no seguir las órdenes que marca la ley. —La miró por encima de las gafas de sol, divertido al ver su cara de asombro—. Está construyéndose un buen historial criminal, señorita XX.

Lanzó ella un grito femenino de rabia, dejó caer el bolso al suelo y, hecha una furia, asumió la posición ordenada.

ohhhh , si es uno de mis niños que tan bien me cuida !!.. risa malvada

Evidencia de Pamela Clare..

Muy bien, te toca Pricesa :perfecto:

va..

SUERTUDA nunca había visto un esplendor de tal magnitud. Bajo ellas se encontraba un carruaje lacado en negro y tirado por ocho corceles del mismo color. Su presencia hacía que todo lo demás careciese de importancia. Hasta las celebraciones del solsticio de verano del muelle de Queenhithe perdieron brío, y los golpes cesaron bajo sus pies. Los arreos eran dorados, y un fino borde de oro rodeabael carruaje, pero no había blasones en las puertas que identificaran a su dueño. Sólo había una palabra que pudiera describir el vehículo: amenazador. Sin embargo, incluso aquella palabra resultó poco adecuada para describir al hombre que salió de su interior.
—Dios mío... —La señora APELLIDO ahogó un grito de asombro.
SUERTUDA sintió que la mujer la cogía del brazo, pero, aunque deseaba tranquilizarla, descubrió que no tenía la fortaleza suficiente para hacerlo. Intentó hablar, pero no pudo. Como si el hombre que se acercaba al barco se hubiese adueñado de su voluntad, la boca de SUERTUDA era incapaz de articular palabras, y su mirada no conseguía abandonar al desconocido.Era bastante más alto que el capitán, que ya tenía una altura considerable, pero era el aura de violencia apenas contenida que lo rodeaba, lo que hacía que el hombre resultase imponente. Llevaba un abrigo negro a la moda, y bajo él, SUERTUDA pudo ver una camisa de batista blanca y unos pantalones negros. Por sus ropas se diría que el recién llegado conducía su vida dentro de las reglas dictadas por la sociedad, pero, al examinarlo mejor, SUERTUDA adivinó que aquel hombre tenía pocos límites. Lo cierto es que desafiaba a la moda, y no sólo con la ferocidad oculta en sus modales. El cabello le llegaba por debajo de los hombros y llevaba un diminuto aro de plata en el lóbulo izquierdo. Cuando se juntaban todas las piezas, sólo había una forma de describirlo:
—¡Es un pirata! —exclamó la señora APELLIDO al tiempo que apretaba con fuerza el brazo de SUERTUDA. La joven quiso reconfortarla, pero no podía negar su afirmación. De hecho, ella pensaba lo mismo.

"Hasta que el alba dome la noche" de McKinney

Mau escribió:: "Hasta que el alba dome la noche" de McKinney

te toca Mau.. Chicas... ¿jugamos? - Página 21 309406

Por algún motivo esa respuesta la irrito. Pensó reprocharle: “¿Por qué no me coges la mano? Tomaste la de Sophie, ¿por qué no la mía? ¿No soy también yo una parroquiana que sufre?” Era un sentimiento innoble, incluso mezquino. De forma infantil, deseaba que él tratara de consolarla de otro modo además de escuchándola.

—Seré breve —dijo, crispada—. Cuando regresamos a Londres una semana después de la boda, me enteré de que mi padre había muerto. No pude asistir al funeral porque no habían logrado localizarme.

—XX

Al oír su nombre, tuvo que reprimir las lágrimas; ella no lloraba jamás.

—Fue un accidente absurdo —dijo apresuradamente—, la clase de incidente fortuito que le atraía... en un sentido abstracto. Paseaba junto a un bloque de apartamentos en Bayswater Road a las seis de la tarde. En el cuarto piso una mujer lanzó una maceta a su marido, que la esquivó. El tiesto salió disparado por la ventana.

XY inclinó la cabeza y exclamó.

—Oh, Dios.

—Es divertido, ¿no? Eso pensó ESPOSO, hasta que le comunicaron que no se había casado con una rica heredera. MÍ padre no había tenido tiempo de redactar un documento legal, de modo que me quedé sin un penique. La herencia pasó a manos del familiar masculino más próximo, un sobrino nieto llamado Mordecai que vive en Canadá. —Entrelazó las manos sobre la falda, y cerró los ojos, fatigada. Le costó esfuerzo terminar la historia—. No es preciso añadir más; la luna de miel había concluido. ESPOSO se emborracho una noche y me reveló la verdad: no me amaba, se había casado conmigo por mi dinero e iba a abandonarme porque no poseía nada. No volví a verlo en dos años. —Se levantó—. XY, no puedo continuar.

Tras un momento de perplejo silencio, él dijo;

—De acuerdo.

—¡No, no, deberías animarme a proseguir! Tendrías que encontrar la historia de mi vida tan interesante como para no poder aguantar las ganas de conocer su horrible conclusión.

Él se puso en pie lentamente, y por primera vez XX advirtió que él también era débil.

—Deseo oír esa horrible conclusión—dijo.

Al oír que él repetía sus palabras con voz tranquila, se sintió infantil y petulante.

—Es tarde —se excusó, sombría—. Te he retenido demasiado tiempo. Debes de estar muy cansado.

—No importa.

El chal se le deslizó de las manos. XY se inclinó para recogerlo y sacudió una hoja seca de roble que había quedado atrapada en el fleco. XX se volvió ligeramente cuando el reverendo la ayudó a ponerse el chal, y por un segundo el brazo de XY reposó sobre sus hombros. XX alzó el rostro hacia el hombre, quien se apartó bruscamente, con demasiada rapidez. Por segunda vez aquella noche ella se sintió abandonada.

—Permite que te acompañe a casa, XX

—No, gracias. No es necesario.

—Es muy tarde. No deberías andar sola.

—No me ocurrirá nada. Todos duermen, excepto nosotros.

—No me gusta que regreses sola a casa tan tarde.

Discutieron durante un rato más, pero ella no se dejó convencer. —Ya te he impuesto bastante mi presencia por esta noche, XY. Ni siquiera sé por qué te he contado todo eso.

—Me alegro de que lo hicieras. ¿Tú lo lamentas?

—Lo único que lamento es mi egoísmo. Eras tú quien necesitaba un amigo esta noche, y por algún motivo decidí aumentar tu carga con mis problemas.

—No lo has hecho.

—Ah, ésta es tu actitud con todo el mundo, con todos nosotros, las ovejas de tu rebaño, reverendo XY. Deberías protegerte mejor. Nosotros somos fuertes y nos aprovechamos de ti. Si no tienes cuidado, acabaremos contigo.

Comprendió la verdad que contenían sus palabras, expresadas con tono de broma en cuanto las hubo pronunciado. XY siempre aceptaba hacer lo que le pedían, y en lo último que pensaba siempre era en sí mismo.

—No he sido de gran ayuda para ti —protestó y, antes de que ella pudiera discrepar, añadió—: Cumpliré la promesa que te hice antes, XX, aunque no me resultará fácil. Si alguna vez necesitas ayuda, guía espiritual de cualquier clase, o incluso un simple consejo, me temo que, dadas las circunstancias, yo soy el último hombre capaz de proporcionártelos.

—O el primero —repuso ella. La expresión «”dadas las circunstancias” la había cautivado, parecía vibrar en el aire. Quería explorar aquellas “circunstancias” y se sintió inmediatamente culpable—. No te engañes. Yo soy la última mujer que buscará guía espiritual en ti o cualquier otro. Así pues, no tienes nada que reprocharte. Ahora, buenas noches. No te entretendré ni un minuto más. Gracias por la paciencia que has tenido conmigo.

—XX...

—Y por la amistad. —Hablaba demasiado deprisa por miedo a que él se arrepintiera del acuerdo a que habían llegado y la abandonara definitivamente. Le dio la espalda antes de que él pudiera replicar y se encaminó presurosa hacia la cancela—. ¿Te veré el próximo viernes? —preguntó con un tono ridículamente despreocupado, como si no le importara la respuesta. Aguardó, con la mano sobre la empuñadura de hierro de la cancela, durante un buen rato. Finalmente XY contestó:

—Sí.

En ese instante el reloj de la iglesia comenzaba a tocar la medianoche. Con aquellos sonoros repiqueteos, él no pudo oír que XX susurraba fervientemente:

—Gracias a Dios.

Lealtades enfrentadas de Patricia Gaffney Chicas... ¿jugamos? - Página 21 794237

(cómo me gustó ese libro Chicas... ¿jugamos? - Página 21 742647

)

Besotes
Juana

Claro Juana!!! no duró nada y yo que pensé que iba a costar un poquito... Chicas... ¿jugamos? - Página 21 309406

Aquí les dejo una escena... Chicas... ¿jugamos? - Página 21 794237

Depositó el jarrón lleno de flores en el mostrador de la recepción del hotel.

—Traigo una entrega, señora.

Una mujer menuda tecleaba al otro lado del mostrador. En su placa se leía PIRUJA y debajo, en letra más pequeña, Subdirectora. De su cuello colgaba una tarjeta identificativa con foto y detrás una tarjeta que el individuo supuso que hacía las veces de llave maestra. Era precisamente lo que necesitaba.

La mujer levantó la cabeza y esbozó una sonrisa cansina antes de musitar:

—Enseguida lo atiendo.

El individuo bostezó y se acomodó las gafas de montura oscura. Solo eran gafas de lectura de diez dólares, pero le daban otro aspecto. Si a ello sumaba la peluca de pelo largo que había comprado por una cifra modesta, la diferencia bastaría para engañar a la cámara de seguridad.

—Tarde lo que necesite.

—Veo que trabaja hasta tarde —comentó la mujer con actitud comprensiva.

El bostezo del individuo había sido de verdad. Últimamente había trabajado hasta muy tarde un par de noches.

—A última hora recibimos varios pedidos, aunque esta es mi última entrega de hoy. Necesito irme a casa.

La sonrisa de la subdirectora fue pesarosa.

—¡Qué suerte!

El individuo le permitió teclear treinta segundos más antes de comentar:

—Las calles están muy resbaladizas, así que tenga cuidado cuando conduzca hasta su casa. Se prevé que habrá más nieve.

—Se lo agradezco, pero no iré pronto a casa. Pasaré toda la noche aquí.

El individuo hizo una mueca.

—¿Ha dicho toda la noche? ¡Caray!

«¿Toda la noche? ¡Maldición!» Necesitaba la tarjeta para abrir las puertas.

La mujer se encogió de hombros y siguió tecleando a toda pastilla.

—Hay dos empleados con gripe, por lo que haré doble turno. No salgo hasta mañana a las siete. —La subdirectora terminó de teclear, lo miró y le dedicó su plena atención—. ¡Vaya, qué flores tan bonitas!

No podía ser de otra manera: le habían costado cincuenta dólares.

—Son para… —Sacó un papel del bolsillo—. Para APELLIDO DE FUTUROS FIAMBRES Rodar ojos

. ¿Puede confirmar si estoy en el sitio correcto?

—Lo está —replicó—. Los APELLIDO DE FUTUROS FIAMBRES se hospedan aquí.

—¿Las entregarán esta misma noche?

—Las entregaré personalmente en cuanto pueda escaparme un momento de la recepción.

Besotes

Juana

ni idea .. Confusión

no me suena....no conozco a ninguna Piruja :jajaja:

Creo que la sé, pero tengo que poner al dios del sexo así que lo dejo para otro momento.

Wink

_________________

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No creo que esté mal por mi parte pedir algo de reconocimiento.
He sido invisible en esta familia toda mi vida.

Sólo míos, mi alpha y mis psi
HAWKE SNOW, JUDD LAUREN, WALKER LAUREN
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Con Alba_Turunen, nuestro druida y nuestro DH
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