Sinopsis
Valle de Mena, Burgos, 1534.
Elena de Eguía, hija y viuda de impresores, ha abandonado Alcalá de Henares para refugiarse en la ciudad natal de su marido. Elena llega a Villasana de Mena dispuesta a dejar atrás los problemas con la Inquisición que condujeron a su esposo a un desgraciado final. Enfrentada a la necesidad de mantenerse y criar a su hijo, decide dedicarse en secreto a lo que mejor sabe hacer: al oficio de imprimir.
Lo que no se esperaba era encontrarse con Miguel de Villanueva, el mejor amigo de su marido e impresor como este, quien también ha decidido empezar de nuevo. Apremiada por la insistencia de Miguel y la necesidad de disimulo, permite que su hijo comience a trabajar con él como aprendiz, a pesar de que su propio corazón le grita lo contrario...
Opinión personal
Soy una lectora egoísta y, de ningún modo, objetiva. A mí lo que realmente me hace disfrutar es la novela histórica, y por eso prefiero a Ana Iturgaiz en este subgénero.
Cuando de histórica se trata, es una de esas autoras españolas que sabe enamorarme con cada palabra que escribe. Me encanta ese lenguaje, un poco poético, que huele a añejo y que me hace meterme de lleno en la historia. Disfruto tanto empapándome de cada vocablo que, he de admitir, lo que me cuenta, me lo narra de tal modo que no influye mucho en la satisfacción de leer una de sus historias.
En sus novelas el contexto es casi tan importante como la historia de amor entre los protagonistas, quizás por eso, a veces, parece que ésta queda relegada a un segundo plano y no estamos leyendo una novela exclusivamente romántica. Esa es una sensación muy personal y, aunque yo me cuente entre esas lectoras que prácticamente solo leen novela romántica, no hace que la disfrute menos.
Es lo que me ha pasado conforme iba leyendo «Tu nombre al trasluz». Es posible que la historia no sea de las más bonitas, aunque una decisión que toma Elena sí que me ha resultado realmente conmovedora, dejándome con el corazón en un puño. Pero todo lo que la envuelve ha captado mi interés, mucho más que su relación, me ha gustado saber de las gentes del pueblo, y de las costumbres de la época, y de esos pequeños detalles que Ana Iturgaiz incluye en la historia y que te hacen disfrutarla.
Elena de Eguía es una mujer de la época, criada bajo el yugo paterno de un impresor afamado, pudiente y con cierto poder. Se casó enamorada, cambiando la obediencia al padre por la de su marido, y acompañada de una soledad que no esperaba. Elena es una mujer decidida, valiente, y supo levantarse tras cada golpe que recibió de la vida. Ha sabido aprovechar los conocimientos que le ha dado el mundo en que estaba inmersa y, ahora, junto a su hijo, convertida en una mujer independiente, ha llegado al pueblo de su marido dispuesta a luchar por sobrevivir en un mundo de hombres. Tendrá que decidir entre la lealtad y la supervivencia.
Miguel de Villanueva ha regresado a su pueblo natal para rehacer su vida y, dentro del contexto histórico, resulta un hombre sin muchos prejuicios, y digo sin muchos, porque alguno tiene. Es un hombre solitario, determinado a conseguir lo que se ha propuesto, que no es otra cosa que montar su propio negocio de imprenta, aunque ello le lleve a aceptar algún que otro trabajo perseguido por la iglesia. No le importan mucho los rumores del pueblo, ha venido para quedarse, pero no dejará que las malas lenguas influyan en sus ideas, modernas y censuradas. Y pondrá todo su empeño en luchar por la mujer que quiere.
Lo que más me ha gustado de la relación entre ellos es que, a pesar de que desde el principio nace una fuerte atracción física, la autora se toma su tiempo para dejar que los sentimientos se fortalezcan. Sí, cierto que en algunos momentos como lectora me he desesperado, pero cuando los amores se desarrollan de una forma pausada y evolucionada es cuando disfruto verdaderamente de la lectura.
Son dos personas con un pasado a cuestas, y ninguno de los dos se puede considerar ya joven. Eso hace que ambos sean ya personas maduras y, como tal, se plantearán su relación, a pesar de que la pasión tendrá un papel considerable.
Encontraremos una ambientación muy cuidada. Tanto los protagonistas como los secundarios son del pueblo llano y resulta curioso y muy interesante que ambos sean impresores. La autora demuestra la gran documentación que ha llevado a cabo con la extensa explicación del proceso de realización de un libro, partiendo de la fabricación del papel ─algo que resulta muy curioso─, las tintas, impresión, encuadernación...
También una sutil, pero firme, crítica social acompaña todo el tiempo a la pareja. Sobre todo el papel tan importante que tuvo en el siglo XVI la Inquisición, de la mano del poder de la Iglesia como institución, tan estricta como hipócrita. Pasando por el movimiento humanista y los prejuicios sociales.
Estamos ante una lectura pausada, con algunos momentos algo lentos, pero a mí la historia me ha atrapado. Con unos personajes bien perfilados, con fuerza y determinación, de los que me gustan. Unos secundarios ─el padre de Elena, el obispo, el alcalde, la hermana de Miguel; por nombrar solo a algunos─ perfectamente construidos que ayudan a la autora a retratar los diferentes estatus sociales de la época. En un conjunto, forman una historia que aporta más al lector que una narración meramente romántica.
Quizás no estemos ante un relato ágil y plagado de aventuras, aunque no faltan los giros y problemas con los que los protagonistas tendrán que bregar, pero es una historia que recomiendo, que me ha resultado muy interesante y con la que he disfrutado mucho.
El título me parece precioso y guarda una importante relación con la historia, igual que la portada.