Sin prestar mucha atención, saco las tenacillas de Grace del bolso y las dejo sobre la barra para hacer algo de sitio en mi bolso. Tan pronto como vuelvo a meter la mano localizo el bolígrafo y se lo paso a la mujer.
—Gracias —dice. Luego suelta una risita y se marcha. Su rostro tiene una expresión muy extraña. No le doy importancia y me vuelvo hacia Jack. Hasta que me doy cuenta de que
su rostro también tiene una expresión extraña. Molesta porque la magia del momento parece haberse roto, cojo las tenacillas de Grace para volverlas a meter en el bolso. Cuando se encuentran a unos treinta centímetros del rostro de Jack reparo en algo. Lo que tengo en la mano no son las tenacillas. Es el vibrador de veinticinco centímetros de Georgia.
El vibrador era azul en el restaurante. Bajo las luces de la discoteca, es fluorescente. De hecho, es tan fluorescente que podrías usarlo para hacer aterrizar un avión. Sé que lo peor que puedo hacer en tal situación es dejarme llevar por el pánico. Pero para ser sincera, no sé qué más puedo hacer. Abro los ojos de par en par, cojo el vibrador y lo vuelvo a meter con decisión en el bolso, con la esperanza de que Jack no se haya dado cuenta de lo que es. Pero al meterlo con tanta determinación en el bolso pongo algo en marcha. Y el vibrador
empieza a vibrar.
Ahora el pánico me domina y meto la mano en el bolso, tratando desesperadamente de encontrar el botón de apagado sin tener que volver a mostrar el vibrador al público. Pero mientras manoseo esa cosa con frenesí, con las manos sudadas y el corazón a mil por hora, me horrorizo al darme cuenta de que al menos hay cuatro botones diferentes. Sigo mi instinto y aprieto cada uno de ellos, pensando que uno de ellos tiene que ser el que apague la maldita cosa. Pero no es así. En lugar de eso, el vibrador empieza a dar sacudidas, con un
movimiento que esperarías encontrar en una cadena de producción con maquinaria
automotriz. Mi bolso cobra vida propia, cambiando de forma como si en él viviera un animal al que le estuvieran dando descargas eléctricas. Trato de apretar el resto de los botones ansiosamente, y de telón de fondo de esta horrible exhibición se oye el tema My First, My Last, My Everything de Barry White. No importa lo que apriete, solo consigo que las sacudidas sean más violentas y las vibraciones se hagan más fuertes y más fuertes y más fuertes.
Consciente de que me encuentro a escasos centímetros del hombre de mis sueños mientras lucho con un consolador eléctrico de veinticinco centímetros, mi mente se apresura a barajar posibles tácticas. Estoy a punto de tirar el bolso sobre la barra y gritar «¡Bomba!» cuando al fin, afortunadamente se para.
Sudada, temblorosa, miro a Jack.
—¿Va todo bien? —pregunta.
Trago saliva.
—Esto… sí —contesto, poniéndome recta y dejando el bolso en el suelo, como si lo que acabara de pasar fuera la cosa más normal del mundo.

En el momento de la boda

"Mientras estés conmigo, puedo manejarlo", le dije, llegando hasta tocar su cara. "Puedo manejar cualquier cosa contigo".
"Yo siempre estaré contigo, Gatita. Siempre" dijo Bones con voz áspera antes de sus labios se acercaran sobre los míos.
A pesar de que estaba dentro de la casa, todavía podía oír el murmullo sardónico de Vlad "¿Dónde está un pañuelo desechable cuando lo necesito?"

Yo olí humo justo antes de escuchar el "pop" al igual que un petardo que estalló. Salpicaduras de algo grueso recubrían mi espalda incluso cuando un ruido sordo resonó detrás de mí. Me di la vuelta boquiabierta a lo que quedaba del ghoul. Su cuerpo cayó hacia adelante en el camino de entrada, nada más que un desastre latente, donde su cabeza había estado.
Mucho más lento, me di la vuelta para ver a Vlad examinando sus uñas, como si sus manos no estuvieran todavía ardiendo en las llamas que habían arruinado la cabeza del demonio unos momentos antes.
"¿Qué demonios fue eso?" jadeé.

"Combustión espontánea" respondió. "A veces sucede. Muy vergonzoso, no me gusta hablar de ello".
Un resoplido de diversión vino de mi derecha. Me oscilé en esa dirección para ver Bones conferirle la mejor mirada de aprobación a Vlad que nunca le había dado. Luego su expresión se puso seria cuando encontró mi mirada.