Tercera tumba, todo recto (3er libro serie «Charley Davidson»).

Darynda Jones.

Sinopsis: Charley Davidson regresa para resolver la desaparición de dos personas: una buena amiga de su vecina Cookie, y Reyes, su alma gemela… y sobrenatural.
Si Charley creía que podría descansar tras su roce con la muerte, estaba bien equivocada… Su vecina y confidente Cookie ha recibido una nota inquietante de su desaparecida amiga Mimi, quien hace años fue testigo del asesinato accidental de una compañera de instituto; uno a uno, los testigos han ido cayendo asesinados y Mimi teme ser la próxima. Por si fuera poco, Reyes acaba de confesar a Charley que su cuerpo está escondido y le pide que no lo busque, pues los demonios lo usan como cebo para acceder a ella. Pero ese cuerpo le ha dado demasiados buenos ratos como para renunciar a él para siempre…

Vale, tercera entrega de esta saga. Y sigo diciendo lo mismo que en las dos anteriores: me parto de risa con Charley, no puedo evitarlo. Su monólogo interno es lo más descacharrante que he tenido la suerte de encontrarme en una novela en los últimos años y adoro reírme. Y con ella me río hasta que se me saltan las lágrimas. Desde luego, es un libro muy poco recomendable para sacar del bolso en el medio de una cafetería abarrotada mientras esperas a que llegue el café, porque las carcajadas pueden hacer que alguien termine llamando a los loqueros. Para mí tienen un humor genial: sarcástico, con su punto malicioso, muy cercano, muy en la línea de las chorradas que cualquiera de nosotras ha podido pensar alguna vez. Charley, lo digo siempre que comento un libro de esta saga, es genial. Sin más: genial.

Después tenemos a Reyes. Sí, sí, el muy rechupeteable hijo de Satán y todo eso. Pero la verdad es que está empezando a tocarme un poquito las narices con su secretismo, con su mala leche y con su actitud de «Seh, soy un dios del sexo y sólo tengo dos modos: o quiero matarte, o quiero derretirte». Ya en la primera entrega pensé que era el típico personaje con el que tu imaginación tenía que hacer todo el trabajo de «rellenar huecos», que no estaba definido, que sólo pensabas que estaba buenísimo y era de lo más apetecible porque Charley no deja de pensarlo. Y me reafirmo. Si alguna vez un protagonista de romántica me parece muy poco protagonista, debe ser esta. Me gusta, sí, pero porque estoy segura de que mi imaginación, guiada por la calentura de Charley, hace muy bien su trabajo. En caso contrario, poniendo todo lo que sé de él sobre el tapete y mirándolo con objetividad… Me cae como un tiro. Pero bueno, las que estáis deseando saber más del oscuro Reyes, mitad hijo de Satán, mitad supermodelo, estáis de enhorabuena: en este libro sale mucho más. Yo personalmente quise matarlo en más de una ocasión, pero sí, sale más que en la entrega anterior. Eso no hace que sepas mucho más de él, pero ahí queda.

Lo que me lleva a mi secundario favorito: Garret. Aquí si que no hago esfuerzos. El tío me gusta y en cada libro que cae en mis manos me gusta un poquito más. De seguir así, no le va a costar nada ponerse por delante de Reyes en mis preferencias, eso si no lo está ya, que no lo tengo del todo claro.

En cuanto al resto, Cookie sigue en su línea, siendo el contrapunto perfecto a Charley, su padre tiene una jeta como un piano y su tío Bob no sé cómo la aguanta. Oh, y por fin vemos a la misteriosa Mistress Marigold, ya sabéis, la que preguntaba por el ángel de la muerte. Un personaje, por cierto, que me hizo muchísima gracia, vaya usted a saber por qué.

Por lo demás, he echado un poco en falta a los fantasmas, que no tienen el protagonismo del primer libro en el que los tres abogados me hicieron reír lo suyo. Creo que Charley es cada vez más bicho raro y cada vez menos ángel de la muerte, pero bueno, tampoco me importa demasiado. Mientras siga haciéndome reír como hasta ahora, por mí como si se hace bailarina de la danza del vientre o se dedica a practicar la lucha libre. Las que habéis leído este libro sabéis por qué he elegido estas dos profesiones en particular.

Y nada más, que aquí quedamos, esperando la cuarta entrega, que me temo que esta vez va a tardar.

Nota al margen: lo siento, pero tengo que decirlo. Soy consciente de que soy una maniática y una quisquillosa, y precisamente por eso paso de comentar fallos ortográficos y gramáticales, porque la mitad de las veces no me quedaría espacio para hacer las críticas, pero es que, en serio, un «¿Os Hecho una mano?» debería hacer sangrar ojos mucho más sensibles que los míos. Un poquito de cuidado, por favor...