Chicas... ¿jugamos?

Ni idea, pero quiero saber... Excitación

"Imagen en el espejo" de S Brown?

Mau escribió:: "Imagen en el espejo" de S Brown?

Síii Mau acertaste, te toca!!! Chicas... ¿jugamos? - Página 25 309406

¿Y que tal el libro chicas ? Question

pricesa escribió:: ¿Y que tal el libro chicas ?

Yo te lo recomiendo, a mi me encantó. Es uno de mis preferidos de la autora. Chicas... ¿jugamos? - Página 25 309406

Te cuento un poco de que va... Chicas... ¿jugamos? - Página 25 794237

Spoiler:

Sandra Brown es una autora que a mí me gusta mucho en general, yo lo recomiendo también...sigo:

Mientras lo miraba, el rey se dio cuenta de que el azul profundo de los ojos de XX estaba lleno de orgullo, pero también de algo más. Sin embargo, antes de que pudiera discernir qué era ese algo más, el extraño brillo que se desprendía del azul de sus ojos, XX se arrodilló ante el soberano e inclinó la cabeza en señal de reverencia.

Algo más sosegado, el rey Carlos le ordenó con voz tranquila que se despojara del yelmo y luego se volvió para recibir de uno de sus asistentes la espada ceremonial que reposaba sobre una de las almohadillas de terciopelo. Mientras levantaba la espada con suma reverencia, el rey oyó el crujido de la armadura a sus espaldas y supo que XX se había quitado el yelmo.

De repente, un murmullo de asombro colectivo se extendió entre la muchedumbre, como cuando silba el viento en un campo de trigo.

El rey Carlos se sobresaltó, y sus ojos se abrieron aún más al descubrir la razón por la cual la diminuta estatura del joven se hizo de pronto tan evidente. El «hombre», al fin y al cabo ¡no era un hombre!

¡Él era ella!

¡No podía tener más de quince años! El asombro lo afectó como un golpe en el estómago, dejándolo sin aliento y perplejo. El sedoso pelo negro de la muchacha caía en mechones ondulados sobre las láminas metálicas que cubrían sus hombros. Su nariz era una delicada escultura tallada a la perfección, al igual que sus labios carnosos. El mentón era fuerte, con una pequeña hendidura grabada deliciosamente en el centro. La belleza brillaba bajo sus rasgos infantiles. Tenía la cara inocente de un querubín. El rey Carlos la contempló durante un largo momento, y de pronto comprendió qué era aquel extraño brillo de zafiro que iluminaba sus ojos: era la luz del desafío, que acentuaba sus rasgos con firme determinación.

El rey se dio la vuelta para mirar a sus hermanos. UNO disimulaba, había encontrado un interés repentino en una hilacha imaginaria aparecida sobre su túnica de seda blanca; y OTRO fingía escudriñar los ángeles pintados en las coloridas vidrieras de las ventanas de la iglesia. Los labios del rey Carlos se afinaron y su mirada se volvió a XX.

¡Una muchacha! ¿Cómo había conseguido mantener ese secreto? se preguntaba.

El rey Carlos se sentía anonadado. «Ahora me explico la ausencia del barón PADRE», pensó intentando que no se le alterase el gesto. Agarró con fuerza la espada, hasta que los nudillos le dolieron con el esfuerzo. Sabía que no debía hacerla caballero del reino y que debía castigarla por su audacia, pero sus hechos sobrepasaban el desafío que planteaba su pequeño y terco mentón. La quería en su ejército. Necesitaba sus cualidades estratégicas. No en vano, corrían tiempos desesperados.

Levantó la espada con un gesto ampuloso y notó que el cuerpo de ella se ponía rígido, como si esperara recibir un golpe. Con el filo de la espada tocó ligeramente cada uno de los hombros de su súbdita, según la tradición centenaria, y terminó la ceremonia con un «¡Levántese, caballero XX!».

La joven guerrera se irguió lentamente y un tanto insegura. Sus grandes ojos abiertos brillaban de felicidad; sus rosados labios se abrían en un gesto de incredulidad.

El rey Carlos se le acercó y colocó las manos encima de sus hombros.

—XX, el camino que te espera estará lleno de dificultades. Tendrás que ser un verdadero caballero; tendrás que demostrar coraje ante tus enemigos; tendrás que comportarte con valentía y rectitud. Y recuerda que provienes de una línea de sangre que ha sido siempre fuerte.

—Así lo haré —dijo XX con expresión solemne y sincera.

El rey le acercó la espada. XX la recibió muy cuidadosamente, la acarició con sus dedos desnudos y posó los labios sobre ella antes de aceptarla de las manos del rey Carlos. La estudió durante un breve momento, con sus suaves rasgos faciales encendidos de orgullo, y luego la enfundó en la vaina que llevaba al cinto.

El rey Carlos se inclinó y le susurró al oído:

—No obstante, si tú y tus hermanos me volvéis a hacer un truco como éste, ordenaré que os corten la cabeza a todos.

Se enderezó de nuevo y proclamó:

—¡A partir de ahora, seréis un caballero!

no se pero que pinta

Estoy segura de no haberlo leido. No me suena de nada.
Pero pinta muy interesante Chicas... ¿jugamos? - Página 25 794237

Yo tambien tengo la casi certeza de que no lo he leído... Chicas... ¿jugamos? - Página 25 232426

Entre dos tierras de Laurel O`Donell Chicas... ¿jugamos? - Página 25 653327

?

Claro Pipa!! Chicas... ¿jugamos? - Página 25 309406

te toca...

Nop, no lo he leído u_uº

yo tampoco

Vale la pena leerlo? Lo digo por el tema de que ella es un caballero y no sé, eso no me convence. Joo

Quiero vuestra opinión... Pensar

ahora que vi el titulo, me acorde de la portada que tiene Chicas... ¿jugamos? - Página 25 650138

Spoiler:

Para las que preguntan que tal, yo no lo terminé de leer, no logró atraparme pero eso va en gustos, lo medieval no es mi fuerte...

Chicas tengo que entrar desde el móvil y me cuesta horrores copiar trozo, por favor que ponga la primera que entre... Gracias

Mau escribió:: Para las que preguntan que tal, yo no lo terminé de leer, no logró atraparme pero eso va en gustos, lo medieval no es mi fuerte...

Ok, en este caso no me lo apunto. Tengo muchos pendientes por leer. Juntar dedos

Bueno, con el permiso de pipa, sigo...
PODEROSO alternó una mirada azorada entre la muchacha y el perro que, con el hocico, empujó la puerta del dormitorio del niño y se metió dentro.
—En vista de los acontecimientos de esta mañana, creo que usted, señorita POBRE, me debe una explicación.
—Pues yo no lo creo así, señor. Usted dejó en claro que yo soy una ramera. ¿Qué más puedo agregar? Si así lo desea, mañana mismo dejaré esta casa.
PODEROSO la acorraló contra la pared.
—Dígame, ¿qué hacía en ese lugar?
— ¿No soy acaso una ramera? ¿Qué haría en un burdel si no lo fuera?
— ¡Usted no puede ser una prostituta!
— ¡Pues no lo soy! —exclamó POBRE, con los dientes apretados para no gritar—. Pero desearía que algunas de las mujeres más refinadas y católicas de LUGAR fueran tan generosas como esas rameras que nos acogieron a HERMANO y a mí cuando estábamos por morir de hambre y de frío. Ahora, déjeme
pasar. Es tarde y estoy cansada.
—Por favor —suplicó PODEROSO, y la sujetó por los brazos.
El contacto los afectó por igual. Atrapados en la intensidad del momento, se miraron a los ojos, pero la agresividad de antes se había esfumado. La delgada tela del salto de cama le permitía sentir la carne mórbida de POBRE. Ella temblaba, y lucía tan pequeña y desprotegida que de nuevo alentó en él las
fuerzas primitivas de un macho en celo. Necesitaba mostrarle su poderío, quería marcarla como de su propiedad, y al mismo tiempo lo urgía protegerla, apartarla del mundo que tanto daño podía causarle y de quienes la reclamaban—los esclavos, OTRO1, OTRO2—, porque POBRE le pertenecía a él.