A Sally Paul solo le queda un penique. Cuando lo gasta en una taza de
té para evitar quedar a merced de un asilo para pobres, lo último que
esperaba era recibir una proposición de matrimonio de un completo
desconocido.
Los días de marinero del almirante sir Charles Bright han llegado a
su fin… y de acuerdo con la Sociedad, eso debe significar que necesita
una esposa. Al descubrir que Sally necesita un hogar, le ofrece una
solución. Se casaron con prisas, pero disfrutarán de su noche de bodas
con mucho tiempo.
Una novela tierna. Aquí tenemos dos personajes completamente entrañables. Por un lado, tenemos a un almirante que ha pasado toda su vida en el mar, que adora; un hombre acostumbrado a dar órdenes y ser obedecido pero que se siente como pez fuera del agua (nunca mejor dicho) cuando tiene que lidiar con la sociedad y las convenciones de tierra firme... empezando por sus hermanas, que están deseando que se case. Ya no es un jovenzuelo y ahora desea disfrutar de todas esas cosas que Napoleón no le permitió... pero necesita una esposa.
Sally es una mujer que ha sufrido mucho; no es una debutante de 18 años. Ha dejado atrás un marido y un hijo, pasa estrecheces económicas y es capaz de ver lo sensato de una propuesta que, a priori, parece descabellada. Tiene los pies en el suelo y una enorme compasion.. y un tremendo secreto.
Y así vamos disfrutando de un humor maduro, de escenas llenas de ternura, de ver cómo estos dos personajes tienen caracteres similares: compasivos, delicadamente irónicos, un protagonista que, almirante o no, es capaz de dejarse llevar por sentimientos y llorar abiertamente por todo lo que ha visto, lo que antes no se podía permitir... Hasta la casa donde viven, que el propietario anterior usaba como lugar de orgías, es capaz de arrancarte una sonrisa (querubines en los techos, llaves esparcidas por el jardín... que dan lugar a escenas divertidas).
Sin embargo, en el nudo de la novela, cuando el secreto se desvela parece que tenemos dos personajes distintos. Charles se deja lleva por la emotividad de la forma más pueril y Sally reacciona como una niña asustadiza, algo que quizás haya estado escondido también y que me dejó un poco descolocada. Aunque luego todo vuelve a su lugar, te deja esa sensación extraña de algo que no encaja o de que la autora nos ha escamoteado algo que no acabamos de captar (o, al menos, yo).
Pese a ese pequeño escollo, es una novela que releeré con gusto, porque los personajes y su historia se lo merecen.