Sinopsis:
Luego de un intento fallido de escaparse juntos años atrás, Prisca Hawthorne ha tratado de mantener a distancia a lord William Westfield de todas las formas posibles. Pero a pesar de que ni siquiera tolera estar en la misma estancia que él, el dolor que esto le provoca es minúsculo comparado con el que siente cada vez que se separan.
Por su parte, lord William se refugia en la bebida, el juego y las damas para olvidar a Prisca. Sin embargo, cuando se entera de que otro hombre lobo quiere hacerla suya, no se detendrá ante nada para recuperar a la mujer que nunca debió dejar escapar.
Valoración personal
Tercera y esperada entrega de la saga Los hermanos Westfield.
Ya en el libro de Simon y Lily, protagonistas de El encanto de un lobo y primera historia de esta saga, hubo un personaje que, en mi opinión, destacó entre los demás: William Westfield, el hermano mediano. Picaruelo, libertino, divertido, con un toque de granuja y al que se le van los ojos detrás de Prisca, su joven vecina.
Prisca, una mujer de armas tomar, decidida, independiente y con las ideas muy claras. De naturaleza rebelde, no se deja amedrentar por Will y lo trata con una fingida indiferencia.
Bajo mi punto de vista, una pareja jugosa donde las haya. Se conocen desde niños, de jóvenes se amaron, y tras un fallido intento de fuga, ahora tan solo se soportan tras una capa de frío desdén.
La aparición Dashiel Thorpe, conde de Brimsworth, hará que Will despierte y se dé cuenta de lo que está a punto de perder. Al descubrir que Dashiel es un posible rival, decide poner todo su empeño en reconquistar el corazón de Prisca. Sin duda, nada mejor para valorar lo que se tiene que la posibilidad de perderlo.
Will me ha sorprendido mucho. Me gustó mucho al comienzo de la saga y en la historia de Ben y Elspeth, la autora le dio un giro al personaje. Quien, a pesar de que continuaba siendo el mismo hombre atormentado, loquito por Prisca y resignado a no encontrar la felicidad con su amada, cambió ligeramente. Perdió parte de su simpatía y me resultó más amargado, más frío y con algunos detalles que, he de reconocer, hicieron que ante mis ojos perdiera parte de su encanto.
En Mi hombre lobo, por el contrario, he encontrado un Will más tierno, más inseguro, con más miedos y, desde luego, menos lujurioso y más sacrificado. Donde me esperaba una relación de tira y afloja, he hallado una relación dominada totalmente por Prisca y sus deseos. Con Will, en algunos momentos, quizás algo sumiso.
No puedo decir que esta nueva faceta en el carácter de Will me haya disgustado, al contrario, resulta prácticamente imposible no perdonarle todos los pecadillos anteriores. Pero esos cambios tan inesperados en el temperamento de un personaje, no acaban nunca de convencerme.
En clara oposición, tenemos a Prisca, plantando cara a todos. Sorprendentemente más joven de lo que me había imaginado, sabe estar a la altura de las circunstancias. Quizás en algunos momentos resulta algo caprichosa, e infantil y, sin lugar a dudas, inocente. Pero sería algo totalmente coherente a la edad que tiene. Su carácter indómito hace que se niegue a aceptar una situación que, desde cualquier punto de vista, está claro que es injusta. Aunque en mi opinión, ya al final, cuando se ha quedado sin argumentos, su tenacidad se convierte en terquedad.
En este libro tienen mucha importancia los personajes secundarios. Ya en la primera parte, la familia de Prisca, más concretamente sus hermanos, tienen un peso muy importante en el desarrollo de los acontecimientos. Todos, hasta el más hosco, me han gustado, han protagonizado algunos diálogos y situaciones divertidas.
En la segunda parte de la novela, los hermanos de Prisca han sido relevados por la familia de Will. Saber de ellos me ha encantado, y nos encontraremos con algunas escenas de lo más cotidianas y familiares.
Es posible que el gran peso de las dos familias en el argumento haya restado protagonismo a la pareja principal. En algunos momentos me ha parecido que su historia estaba algo atascada y que parecía no evolucionar, con ciertas conversaciones y situaciones algo repetitivas.
Tenía tantas ganas de leer la historia de Will y Prisca que, al final, he echado en falta la narración más elaborada de su relación.
Mi hombre lobo me ha parecido una lectura muy entretenida, ligera y sencilla, con algunas escenas divertidas y tiernas.
Un besote