Ahora solo se profesa lealtad a sí mismo, aunque todo cambia cuando se le asigna la misión de proteger y llevar sana y salva a Bella MacDuff a la coronación del rey. La orgullosa y exuberante condesa lo retará a librar la mayor de las batallas: amar de nuevo.
Cuarto libro de la serie "La Guardia de los Highlanders".
Una de las cosas que más valoro de las novelas de Monica McCarty es el trabajo de documentación que hace, siempre impecable. El contexto histórico está muy cuidado y elaborado y, lejos de sobrecargar de información, anima a conocer más a fondo la historia de Escocia. Así, la buena ambientación es una de las claves de esta serie, lo cual es de agradecer, porque consigue meterte de lleno en el momento histórico para casi vivirlo.
El ritmo narrativo me ha parecido bueno, entre viajes a caballo y ataques enemigos hay bastantes aventuras a lo largo de la historia. En algún momento decae un poco el ritmo, pero no tarda en recuperarse. En general es un libro bastante entretenido y trepidante, tiene un poco de todo: rescates, huidas, batallas, traiciones, pasión... Todos los ingredientes para crear una historia capaz de atrapar.
La novela se puede dividir en dos partes. Una anterior al prólogo, sucedida seis meses antes; y la otra posterior. Justo cuando empieza la segunda parte se está celebrando la boda de los protagonistas del libro anterior, el mismo día que se narraba en el epílogo de dicho libro. Entonces ya se mencionaba brevemente a la condesa de Buchan y su cruel castigo por haber coronado a Robert de Bruce.
Bella es una mujer valiente que lucha por unos ideales y por el futuro de Escocia. También es una madre que ama a su hija, y una mujer cuyos sueños románticos se perdieron tiempo atrás con los recelos infundados de un marido cruel. Pero en la lucha por la libertad de su país debe estar preparada para afrontar las consecuencias de sus actos, y mantenerse fiel a sus principios. Sólo el recuerdo de su hija y el del inquietante guerrero que la llevó junto al hombre al que considera su rey le hacen mantener las esperanzas durante el bárbaro castigo impuesto por el rey de Inglaterra, Eduardo I.
Lachlan es un hombre duro, incluso cruel. Por algo su nombre de guerra es Víbora, por su capacidad de entrar y salir de cualquier sitio sin ser visto, pero también porque su lengua viperina esparce veneno por donde pasa. Y a pesar de todo no tiene el alma tan oscura como quiere hacer creer a los demás. Es un mercenario a las órdenes de Robert de Bruce, es miembro de su guardia secreta, un guerrero que nos intriga desde libros anteriores por su personalidad y su pasado. Es un personaje con mucha fuerza del que no se sabe qué pensar, pero una de las cosas que me han gustado de él es que mantiene su carácter desde el principio al final, evoluciona pero de una manera coherente.
Esta es la historia entre una idealista y un mercenario, una heroína que no pretendía serlo y un guerrero que no le es leal a nadie más que a si mismo. En principio parecen incompatibles, pero tienen demasiado en común como para serlo. En el fondo son dos personas parecidas, necesitadas de amor, que buscan el respeto luchando por sus propias causas. No es una historia de amor inocente ni dulce, ni mucho menos sencilla. Es una historia de amor dura, difícil por las circunstancias en las que se desarrolla la trama, pero con algunos momentos para la ternura.
Como historia de amor es cierto que me gustó más la de Anna y Arthur, pero aun así es una buena historia. La tensión sexual es palpable desde el principio hasta el final. Pese a las duras experiencias de los protagonistas en el pasado, a sus corazones endurecidos y la incapacidad de volver a confiar en alguien, es una historia de amor bonita, de segundas oportunidades, de aprender a amar y a confiar. La evolución de Bella y Lachlan es evidente a lo largo del libro, eso es lo que más me ha gustado, aprenden a confiar el uno en el otro poco a poco, y a aceptar sus sentimientos sin que eso afecte a sus personalidades.
Hay bastantes personajes secundarios, pero sin excesiva presencia, aunque sí importancia. Aparecen miembros conocidos de la Guardia y el rey Robert de Bruce, así como los villanos de la novela, fieles a Inglaterra. Un personaje esencial es Joan, la hija de Bella, pues sin ella muchas escenas de la novela no habrían sido posibles pese a aparecer poco, porque es quien mueve muchos de los actos de Bella.
El epílogo es un buen final, después de la dureza de la historia me ha parecido un contrapunto perfecto. Le da una dosis de ternura y sentido del humor apropiada, es un final emotivo pero no empalagoso.
La historia me ha gustado, no tanto como el libro que precede a este, pero no ha estado nada mal, tanto por la historia de amor como por la parte histórica y de aventuras. Últimamente las historias de highlanders me parecen todas iguales y predecibles, pero los escoceses de Monica McCarty son diferentes, más realistas, y sus historias enganchan.