Primer libro de la serie Las modistas en el que Loretta Chase nos trae una historia muy bonita, romántica, tierna y divertida aunque también con sus momentos algo más duros.

Con una protagonista algo atípica que tiene una hija de seis años y ha sufrido la pérdida de su anterior amor y que lo último que pretende es enamorarse y mucho menos de un duque.
Su intención al acercarse a Clevedon es la de conseguir que el duque la contrate como modista de su futura esposa, Clara, no sólo para ganar una buena clienta sino también para hacerse famosa como modista y conseguir muchos más beneficios.
Pero ya desde el primer encuentro entre los protagonistas queda claro la atracción que siente el duque por ella, y Marcelline aunque no lo admite en un primer momento también siente una atracción que hace que cada encuentro entre ellos se note la tensión que existe.

Marcelline proviene de familia noble pero sin riquezas ni título y se ha visto obligada a cuidar de sus hermanas menores y de su hija siendo muy joven trabajando como modista, profesión en la que es muy buena.

El duque de Clevedon tampoco ha tenido una infancia fácil, a pesar de su título y riquezas quedó huérfano y perdió a su única hermana siendo niño y eso lo afectó bastante, criándose con su tutor, el padre de su prometida Clara y con ésta.

Clara es una secundaria que me ha gustado mucho, a pesar de estar prometida a Clevedon desde que eran niños se tratan como amigos, y casi como hermanos, por lo que la actitud que tiene durante toda la novela es protectora y de mucha confianza hacia Clevedon y no es un personaje para egoísta ni que ansie casarse por el título sino que quiere la felicidad de él.


La historia de amor se desarrolla en muy poco tiempo, pero las escenas entre los protagonistas no dejan lugar a dudas del amor que sienten, y es un poco como el cuento de cenicienta donde la diferencias de clases sociales se logra vencer con el amor, a lo que hay que añadir las escenas en las que aparece la hija de Marcelline, todo un personaje, que a su corta edad conquista también el corazón de Clevedon.

Una historia bonita y muy romántica que se lee casi sin darte cuenta que sin ser el mejor libro de la autora, al menos para mí, si que cumple con la función de hacer pasar un buen rato de lectura y relatarnos una verdadera historia de amor.
A mí desde luego me ha dejado con ganas de leer sobre secundarios como Clara y su hermano, o las hermanas de Marcelline.

Primer libro de la serie "Modistas".

Con esta novela empieza una nueva trilogía, con tres hermanas modistas de gran talento, cada una con sus propias habilidades, como protagonistas. Además, están emparentadas con los "atroces DeLucey", por lo tanto son parientes lejanas de las protagonistas de "Perfecto" y "La reina del escándalo", que pertenecen a la serie "Carsington". Así que tenemos a tres hermanas que pertenecen a una antigua y célebre familia de aristócratas estafadores, pero se han hecho a si mismas e intentan diferenciarse de sus padres a base de esfuerzo. Hablando de sus irresponsables e irreverentes padres, su historia, que se resume en el prólogo, es propia de una película.

La novela ha sido una sorpresa, porque me imaginaba la historia y los personajes distintos. Pero, sin duda, ha sido una sorpresa grata. Esperaba encontrar a una modista más bien inocente, al estilo de Prudence Bosworth -la protagonista de "Amor con condiciones" de Laura Lee Guhrke, pero naaaaada que ver con ella. También esperaba un duque estirado, arrogante y desdeñoso; y una lady Clara vengativa. Pero no, no, no: los personajes son más divertidos e interesantes que todo eso.

Marcelline no es ninguna modista mediocre, ella aspira a ser reconocida como la mejor modista de Londres. Pero no se dedica sólo a esperar un golpe de suerte, ella busca su propia suerte. Sólo así, tentándola y coqueteando con el peligro, se puede lograr lo que ella consigue. Su próximo objetivo es ganarse a la futura duquesa de Clevedon como clienta, y así estar por delante de la engreída "Desaliño", su máxima rival. Marcelline cree que su corazón está vacío, que no es buena persona proviniendo de una familia como la suya, pero ella no es como sus padres, eso es obvio viendo lo que lucha por sus hermanas y por su hija. Sin embargo, Clevedon se cuela en su alma sin saber cómo.

Clevedon es un duque de carácter arrogante pero no es un cínico, y le atormenta lo que le ocurrió a su familia siendo él un niño. Es por eso que se siente en deuda con la familia de su mejor amigo, que le acogió y le trataron como un miembro más. Por esa razón le parece algo natural estar casi comprometido con su hermana desde la infancia, simplemente es el camino más lógico. Pero, ante todo, Clara es su amiga, la persona que le comprendía, una niña a la que cuidar cuando no pudo cuidar de su hermana. Y llegó un momento en el que se sintió abrumado por las circunstancias y se marchó a París con su amigo a vivir todo tipo de aventuras. Ahora ha llegado el momento de volver a Londres y a su destino, pues en algún momento debía hacerlo pese a que algo que se lo impedía. Y justo cuando toma la decisión conoce a Marcelline.

En París se conocen Marcelline y Clevedon, pero no por casualidad. Marcelline busca conseguir a la futura duquesa como clienta, pero no se queda esperando que eso ocurra, decide encandilar al duque con sus diseños y su talento para lograr su objetivo. Pero algo falla, porque ella no esperaba caer rendida ante los encantos del duque. Y Clevedon se queda prendado de ella desde el primer momento, fascinado por su personalidad, porque dice ser una modista pero tiene los modales de una aristócrata. A lo largo de los días que coinciden en París se baten en duelo en las mesas de azar y en juegos de ingenio y seducción. Pese a sus objetivos y diferencias se sienten atraídos, y sin darse cuenta se convierten en amigos primero, y en amantes después. Pero tienen un único destino: el amor. Los dos son muy diferentes y hay varias cosas que los separan, pero están hechos el uno para el otro, y entre ellos hay una química innegable.

De los personajes secundarios destaca la hija de seis años de Marcelline, Lucie, -también conocida como la princesa Erroll de Albania-, que es un pequeño demonio con cara de ángel. La niña seduce a su antojo cuando le interesa, Clevedon no tiene ninguna oportunidad de escapar de su encanto. Y el sentimiento es recíproco, porque la relación que hay entre los dos es de lo más tierna, tienen algunas escenas preciosas y entrañables.

Las hermanas de Marcelline también me han gustado. Y la próxima historia de la serie, con la segunda hermana y el amigo de Clevedon como protagonistas, promete después de las escenas en las que han coincidido -y chocado-. Clara también es importante a lo largo de la historia, y su evolución es bastante notable, y para nada es vengativa como sugiere la sinopsis.

Esta novela ha sido una pequeña sorpresa, la historia me ha gustado mucho porque es divertida y entretenida, y en algunos momentos emotiva. Me han gustado mucho los protagonistas y su historia de amor, y también algunos de los secundarios. Aunque creo que la trama sobre la tal Desaliño se queda un poco colgada, sirve de excusa para el desarrollo de algunas escenas. Además, el final es bonito y es de agradecer el epílogo final.