Cómo casarse con un granuja – Katharine Ashe

La hermosa Diantha Lucas entiende las reglas de la alta sociedad: una joven soltera debe encontrar un hombre con quien casarse. Pero Diantha tiene un objetivo más ambicioso y no le importa lanzarse de cabeza a una aventura para conseguirlo, y está convencida que Wyn Yale es el hombre que necesita.
Ocurre, sin embargo, que Wyn es un agente del Falcon Club y tiene su propio plan: robar un caballo de gran valor, asesinar a un duque depravado, vengar a una muchacha inocente e impedir que lo cuelguen..., en ese orden. Lo que menos necesita es la distracción de una cara bonita, aunque cuente con unos hoyuelos risueños y unos labios que piden ser besados.

En la tercera entrega de la saga Falcon Club, «Cómo casarse con un granuja», la autora nos presenta la historia de Wyn Yale, ese extraño galés tan presente en las anteriores entregas y cuya característica especial es que, prácticamente, en todo momento se encuentra ebrio. A pesar de ser un personaje, como ya he comentado, que aparece mucho, poco sabemos de él, quizás por eso me llamaba tanto la atención.

Diantha Lucas es una de esas heroínas de novela romántica tan extrañas que últimamente me estoy encontrando. En general, es un personaje que me ha gustado. Tiene cualidades que me encantan: arrojo, decisión, valentía y determinación para hacer lo que sea con el fin de conseguir lo que quiere, caiga quien caiga y pese a quien pese. Pero, en muchos momentos, esa inocencia exagerada me ha alterado un poco y me ha resultado algo cansina.
La señorita Lucas es una joven de diecinueve años que esconde perfectamente, tras una fachada de seguridad en sí misma, un marcado complejo físico provocado por el maltrato psicológico que sufrió de niña por parte de su madre, una mujer algo díscola y muy cruel que la abandonó hace bastantes años. Ahora, tras enterarse de algunas verdades, decide, contradiciendo a cualquier sentido común que pueda tener, poner rumbo a Calais para encontrarse con ella y obtener algunas respuestas.
Esta decisión resulta, cuanto menos, un tanto extraña en una joven de su condición, de su edad y de la época en la que nos encontramos. Y hace que el comienzo de la historia sea un tanto rocambolesco. Las historias que se salen de lo común me gustan, siempre y cuando estén bien defendidas y tengan un mínimo de coherencia. Aquí, al menos la protagonista es plenamente consciente de que lo que está haciendo es una verdadera locura, y también sabe que al emprender este viaje está incumpliendo con todas y cada una de las normas sociales que debería cumplir. También es lo suficientemente inteligente como para saber que necesita un hombre que, al menos, la mantenga segura durante el viaje y la acompañe en su aventura, es decir, necesita un héroe: Wyn Yale.

Wyn Yale, desde luego, no es un héroe. Ciertamente, es especialista en buscar y socorrer a jóvenes perdidas, además, Diantha es la cuñada de uno de sus mejores amigos y no puede negarse ante la petición de la dama. Pero, tras una fallida misión, su vida no ha vuelto a ser la misma. Es un hombre encantador, aunque siempre hable con sarcasmo y pocas veces sabemos si está hablando en serio o se está riendo de la situación. Sin duda, resulta un personaje curioso e interesante por ser un hombre alcohólico. Este tema está bien tratado y tiene una gran importancia en la historia, quizás no de una forma excesivamente profunda y, en mi opinión, el tema se merecía unas cuantas páginas más, pero, tal como aclara la propia autora al final de libro, se nota la documentación que ha realizado.

La relación entre ellos es pura pasión y, aunque brevemente, ya se conocían de antes. Por un lado, Wyn no sabe cómo evitar esa súbita e inconveniente atracción que siente por la joven a la que, se supone, ha de proteger, y que es cuñada de su amigo, para más inri. Y por el otro, Diantha se nos descubre como una joven un tanto apasionada y no para de ponerle las cosas cada día más difíciles.
Más que diálogos divertidos, me han gustado esas situaciones tan comprometidas en las que la protagonista, debido a su inocencia, pone al protagonista... me he reído imaginándome las caras de éste, intentando luchar con Diantha.

Sin embargo, aunque todo entre ellos se inicie de una forma algo fogosa, creo que la autora ha sabido enfocar el tema de la relación entre ellos de una forma bastante creíble, dándonos las suficientes razones para que la evolución de la misma resulte convincente. En el fondo, estamos ante la historia de un hombre y una mujer que se salvan mutuamente. Y, aunque la historia cuenta con todos los ingredientes para hacer de ella una novela de las que más me gustan, algo ha fallado para que no haya conectado totalmente con la historia.

Quizás por eso, mi atención tampoco ha sido constante. A pesar de que tiene un ritmo ágil, tanto el comienzo como el final (exceptuando una escena con cuyo mensaje no pudo estar en más desacuerdo), me han gustado bastante. Pero hay fragmentos de la mitad del libro que me han resultado algo repetitivos, quizás, también, porque no podía dejar de intentar averiguar si la protagonista es en verdad tan inocente o solamente inconsciente. También hay ciertos hechos en los que me he encontrado algo perdida, al final la autora acaba revelándonos los detalles, pero me ha dado la sensación de que, al aparecer personajes de otra saga directamente conectada con ésta y no haber leído sus historias, cierto pasado de los protagonistas me era totalmente desconocido y me estaba perdiendo algo. De todas formas, como ya he comentado, al final todo se explica y ha sido una sensación temporal, y nadie puede negar que te empuja a seguir leyendo.

En resumen, una historia entretenida, bien escrita, aunque con algunos altibajos. Seguro que las que gustéis de historias con protagonistas algo atípicos, aventuras, peligros y enemigos, vais a disfrutar. Un viaje en el que los protagonistas, cuyo pasado me hubiera gustado conocer más en profundidad, deben superar sus propios problemas. También destacaré la aparición de dos personajes secundarios que me han llamado mucho la atención, el conde de Eads y Teressa, amiga de la heroína, cuya relación se nos deja intuir pero que tan solo tienen un relato corto (solamente publicado en inglés).

Al más puro estilo de otra autora en una saga muy conocida, aparecen unas cartas, entre Peregrino y Lady Justice, personajes que me inclino a pensar, serán los últimos de la saga. Ahora toca esperar que Katherine Ashe, una autora que seguro seguiré leyendo, termine la serie y escriba la historia de los dos miembros del Falcon club que faltan.