La exitosa carrera como jugador de hockey y capitán de los Chinooks de Seattle de Mark Bressler llegó a su fin el día que tuvo el accidente que destrozó la mitad de los huesos de su cuerpo. Y desde que salió del hospital, los burócratas del equipo no han hecho más que mandarle asistentes sanitarios a casa; claro que él consigue espantarlos a velocidad de vértigo... Hasta que se topa con una realmente obstinada.

La carrera como actriz de Chelsea Ross se estrelló antes de despegar —jamás pasó de ser la reina del grito en películas de serie B—, así que abandona Hollywood para... acabar convertida en la asistente del más malhumorado jugador de hockey del mundo. Si no necesitara tanto el dinero, saldría de allí pitando.

Chelsea puede tolerar el mal humor de Mark y su actitud prepotente, pero no está preparada para resistirse a la atracción que termina sintiendo por él. Por eso, cuando el famoso chico malo del hockey pone los ojos en ella, sabe que el tiempo de gracia ha terminado. ¿Será capaz de enfrentarse a todos los problemas que surgirán si cede a la pasión que Mark despierta en ella?

Quinto libro de la serie "Seattle Chinooks".

Siempre he tenido un problema de conexión con las novelas de Rachel Gibson y sus protagonistas. Sé que sus primeras novelas son las más alabadas pero creo, sinceramente, que sus historias han ido mejorando con el tiempo. Aunque diciendo esto vaya a contracorriente, siempre he pensado que sus novelas más aclamadas están sobrevaloradas.

La mayoría de sus libros siguen el mismo patrón; con protagonistas similares, personajes secundarios con las mismas características y una estructura cíclica que se repite. Por eso, o te gustan sus novelas o no te gustan. Y, efectivamente, la mayoría no me gustan. Por supuesto, hay excepciones. Su obra llegó al punto álgido con "Amor verdadero y otros desastres"; pero la presente novela la englobo en la segunda categoría, la de historias normales pero entretenidas, junto a "Lola lo revela todo". El resto, entre las que se encuentran las mejor valoradas de esta autora, no me han gustado demasiado, no me han llenado, y me parecen más bien irrelevantes y olvidables.

La historia empieza inmediatamente después al desenlace de la novela anterior. Es una novela un poco diferente al resto de esta serie porque no se centra demasiado en el mundo del deporte, y muestra otra cara del hockey. Aunque sea un factor importante en el desarrollo de la trama, no se habla del hockey como un elemento del presente, sino como un recuerdo nostálgico y lejano.

Los protagonistas de Rachel Gibson me suponen un problema, porque lo normal es que no me guste ninguno de los dos, o sólo uno de ellos. Me gustan más los protagonistas masculinos, aunque ni mucho menos eso es una regla general; en cuanto a los femeninos, sólo me han caído bien dos de ellos: Faith y Lola. En esta novela Mark me ha conquistado y a Chelsea la pongo a la altura de Lola, pero por debajo de Faith. Creo que últimamente están mejorando sus protagonistas femeninas porque no me ponen tan nerviosa.

Mark me recuerda al doctor Gregory House con su malhumor, su bastón y su Vicodina. Desde su accidente no ha vuelto a ser el mismo porque se vio privado de lo que más le gustaba: jugar al hockey. Eso, sumado a que su equipo acaba de ganar la codiciada Stanley Cup sin él, le atormenta. Al principio sentía por él recelo porque deja claro que no soporta a Ty Savage, y yo adoro a ese hombre, pero es un odio que nace de la rivalidad, son dos hombres demasiado parecidos y, en otras circunstancias, habrían sido amigos. Mark es un poco bastante capullo con su comportamiento pero, en el fondo, es un osito de peluche; sólo necesita cariño y amor y, desde el primer capítulo tuve claro que su ex mujer no era digna de alguien como él. En realidad puede ser un encanto. A pesar de todo, al final el personaje falla un poco y no acaba de cuajar.

Chelsea es todo lo contrario a Mark, es una mujer alegre y pizpireta, toda optimismo y energía. Pero su paciencia tiene un límite y, aunque Mark le parece un «capullo integral», se ha propuesto ganarle la batalla. Chelsea es una de las protagonistas más «normales» de Rachel Gibson, en la línea de Lola, pero no tan buena como Faith Duffy, que sigue siendo mi favorita. El resto de sus protagonistas femeninas me resultan de lo más irritantes. Lo que menos me gusta de Chelsea es su horripilante forma de vestir, pero no se puede negar que sabe cómo tratar a Mark lidiando con su carácter hosco. Chelsea empieza siendo un personaje fuerte y con personalidad, pero al final no está a la altura de lo que esperaba de ella por su comportamiento y su forma de claudicar. Aunque me ha gustado, no he podido conectar con ella y hasta el final no me ha provocado ninguna emoción.

Al principio no veía química entre los protagonistas porque son demasiado distintos, pero ésta va apareciendo poco a poco. Aun así, no es suficiente para convertirla en una pareja creíble. No es una historia de amor que destaque, la relación de Chelsea y Mark está demasiado basada en la atracción y el deseo, el paso intermedio entre su antagonismo y la pasión es casi inexistente, pasan de un extremo al otro.

Aparte de la aparición de algunos personajes ya conocidos de la serie, hay una historia de amor secundaria que ya se intuía en la novela anterior. No les veía madera de protagonistas, pero sí posibilidades de tener una historia secundaria.

Los finales no son el punto fuerte de Rachel Gibson, son siempre repentinos y rápidos, y en esta novela no hay una excepción. Las estructuras de sus libros suelen seguir un patrón en el que uno de los protagonistas mete la pata y el otro es demasiado tozudo como para perdonarle. En este caso, la excusa utilizada para tal fin me parece bastante simple; desde luego, no un motivo suficiente para la actitud y las reacciones de ambos. Y la consiguiente reconciliación parece forzada y uno de los dos cede demasiado, y demasiado rápido. Con este desenlace relámpago hay cosas que no se acaban de cerrar, me queda una sensación de historia inconclusa.

Como mi pareja favorita de la autora es la formada por Faith y Ty, me ha encantado encontrarlos de nuevo y tener noticias agradables sobre ellos. El hecho de que el final de su libro fuera tan rápido y que este sea una continuación inmediata, en parte deja una dulce sensación de epílogo, aunque su aparición sea corta. Esto y el personaje de Mark son los elementos que más me han gustado de la novela, que a pesar de ser amena, con momentos cómicos y emotivos, no pasa de ahí, de ser entretenida sin más.

Y, sin embargo, me ha gustado más que novelas como "Jane juega y gana" o "Locamente tuya", novelas que considero sobrevaloradas, pues me han gustado más sus últimas historias. Y sus últimos protagonistas.