«La noche que conocí a lord Vincent Sinclair, hijo del duque de Pembroke, fue la misma noche que perdí el control. Jamás imaginé que yo, Cassandra Montrose, sería capaz de comportarme de forma tan escandalosa con un hombre al que apenas conocía. Pero en aquel fatídico momento, a solas con él en su carruaje, no pude ocultar la pasión que sentí, aun sabiendo que probablemente no volvería a verlo una vez me rindiera al deseo... Hasta que un vergonzoso secreto me llevó hasta su puerta...»

Segundo libro de la serie "Los hermanos Sinclair".

Esta novela, cuyos capítulos están precedidos por un fragmento del diario de la protagonista, es una continuación inmediata de la novela anterior. Sigue la trama de la hipotética maldición y sus consecuencias, por eso ambos están muy relacionados. Pero también lo están por el de Vincent, que ya me intrigó en la primera novela de la serie, allí se explicaba la razón de la enemistad con su hermano Devon. Pero conocíamos una versión de la historia y quedaban cabos sueltos, aquí se conoce la visión de Vincent. Aquellas circunstancias provocaron la marcha de Devon y el rencor de Vincent, pero aquel suceso significó para el segundo mucho más que una traición. Aquella experiencia le cambió por completo.

Vincent es ahora un cínico en el amor por culpa de esa antigua historia, pero no siempre fue así. Se comporta como un ser insensible, pero en el fondo se sigue sintiendo como el joven vulnerable al que su padre ignoraba, el joven inseguro al que su prometida no amaba, el chico al que le gustaba proteger a los más débiles y quería ser amado. La traición y el dolor hicieron que no quisiera saber nada más del amor, por eso, cuando sintió que podía enamorarse de Cassandra se alejó. Al igual que ella, Vincent también está enfadado por la doble sorpresa de volver a verla y descubrir que tiene una hija. Y todo en el momento menos oportuno: el día que ha traído a casa a su prometida para hacer el compromiso oficial. Vincent tiene dos caras, tan distintas que a veces cuesta asimilar que se trata de la misma persona, pero a medida que muestra cómo es me ha ido gustando más. Las escenas que pasa con su hija son muy tiernas, dejan ver los anhelos que Vincent intenta ocultar.

Cassandra es una joven viuda que conoció a Vincent hace un año, pasó una noche con él, narrada en el prólogo de la novela, obnubilada por la pasión. De otra forma nunca habría cometido la imprudencia de sucumbir ante tan notorio libertino. Ahora que necesita su ayuda está furiosa con él por su comportamiento y su actitud, pero también sorprendida por el trato hacia su hija. Cassandra cree en el amor verdadero y no puede entender las relaciones que busca Vincent con las mujeres, ni las razones que tiene para casarse. Después de un corto matrimonio sin amor en el que tuvo que aguantar a un marido enamorado de su amante, para ella no resulta fácil el cambio de papel en el que puede pasar a ser la amante. Ninguna de las dos situaciones le gusta, porque ella no quiere compartir a su amado con nadie; el amor y la fidelidad son muy importantes para ella.

Entre Cassandra y Vincent hubo pasión desde el principio, ambos notaron que lo suyo podía llegar a ser algo más profundo, y por eso él se alejó de ella sin mirar atrás. Pese a los rencores, aún hay química entre ellos, Cassandra es la única mujer que puede reparar el sufrimiento de Vincent demostrándole lo que es el verdadero amor. Su primera relación estuvo marcada por la pasión, pero en su reencuentro el amor va naciendo poco a poco, en cada conversación aprenden a conocerse, a apreciarse, y se convierten en amigos. Pero la suya es una amistad en llamas y necesitan más. Los dos están en una encrucijada; Vincent porque no puede romper su compromiso sin traicionar a sus hermanos, y Cassandra porque se había prometido no volver a caer en la tentación de los besos de Vincent. La historia de amor no carece de pasión, pero lo que más me ha gustado es cómo va surgiendo el amor entre los dos y cómo se preocupan el uno por el otro.

Los personajes secundarios son los mismos que en el libro anterior, la familia de Vincent, con una especial atención en Devon y su deteriorada relación con él. Eso era algo que quería descubrir, si llegarían a reconciliarse. Y de nuevo tenemos la presencia de la insoportable Letitia, que no es otra que la flamante prometida de Vincent después de no haber podido cazar al heredero. Letitia es mezquina y cínica, no cree en el amor ni le interesa, pero es caprichosa y mimada y traerá de cabeza a toda la familia. Me gusta que Vincent no se deje engañar por ella, aunque se equivoca al pensar que Letitia es como él, su versión femenina. En realidad son muy diferentes, porque Vincent sí tiene alma. Y la pequeña June y Molly le dan ternura a la historia, las dos son adorables y unen más a la pareja.

Es cierto que la historia podía haber dado más de sí, pues el planteamiento me llamaba la atención a pesar de no ser original, pero al final es una novela bastante sencilla con un toque sobrenatural. No es una historia destacable pero es entretenida y amena, aunque se trate de una forma más bien superficial, al nivel de la historia anterior. No es una novela memorable pero tampoco me he aburrido en ningún momento, supongo que el hecho de ser bastante corta ayuda en ese aspecto. Y la familia Sinclair, con sus peculiaridades, me gusta.

Es la típica historia que entretiene en el momento y se olvida después, pero tiene algunas buenas escenas y personajes con los que es fácil encariñarse.