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Autor | Mensaje |
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cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Miér 23 Oct 2013 - 4:54 | |
| Dejo trocito...
XX tomó el sendero y dejó atrás el camino de tierra, agachándose bajo las ramas de los pinos para seguir su recorrido por la pronunciada ladera. De algún lugar en lo alto le llegó el chillido de un halcón de la pradera, seguido por el nervioso parloteo de una ardilla. Los halcones anidaban en esos acantilados lo mismo que las águilas reales. Ella había subido allí durante todo el verano para observar los nidos desde lejos, vigilando a los polluelos que crecían a salvo de los cazadores. Los nidos estaban ahora vacíos, pero seguía gustándole dar largas caminatas por la cima de la cordillera y observar el valle,al este, y los altos picos coronados de nieve, al oeste. La inmensidad del paisaje era la mejor manera de conseguir que sus problemas le parecieran insignificantes. Caminó durante mucho rato, hasta perder la noción del tiempo, dejando que sus pensamientos flotaran entre los perfumes de la montaña, hasta que logró vaciar su mente, liberándola. Le ardían los músculos de las piernas, notaba el corazón acelerado y los pulmones a punto de estallar; el ritmo que seguían sus pasos, sus latidos y su aliento parecían unirse hasta entonar un cántico. Cuando por fin llegó a la parte superior de la cordillera, la sensación de desasosiego había desaparecido, remplazada por otra de profunda satisfacción. Se dirigió a su lugar favorito, un farallón en lo alto de la cadena montañosa. Allí, soltó la mochila y contempló la vista que se extendía a sus pies: la lejana ciudad al este, un mar de cumbres al sur, al oeste y al norte. Muy por debajo de ella, los coches y los camiones parecían juguetes en la carretera. Allí arriba sólo estaba el cielo. Estaba abriendo la cremallera de la mochila para sacar la cantimplora cuando escuchó un crujido seguido de un ruido extraño, como de piedras chocando entre sí. Entonces, las rocas cedieron bajo sus pies... y comenzó a caer. Gritó. Estiró los brazos, pero no encontró ningún lugar donde asirse. Un mundo gris se arremolinó a su alrededor. No habí arriba ni abajo, sólo movimiento. Se golpeó contra algo y continuó cayendo, luego volvió a notar un golpe, un chasquido en los huesos y los pulmones se le quedaron sin aire.
«No quiero morir hoy». Recordó al coyote, la imagen del animal surgiendo rápidamente ante su pickup pasó como un relámpago por su mente. Y luego no hubo nada...
XY cerró la mano impregnada en magnesio en torno al pequeño asidero, luego cargó cuidadosamente su peso en la punta de los dedos, dejándose caer hacia la derecha. No notó que se desollaba la espinilla, que la gente le sacaba fotos desde abajo ni el sudor que le resbalaba por las sienes. Estaba totalmente concentrado en aquella roca, en aquel irascible y extraño accidente geológico conocido como el Naked Edge. Alargó la mano izquierda y se aferró a la piedra antes de soltar el otro brazo. Se descolgó alrededor del prominente borde, afilado como una navaja, sin cuerdas ni protección; sin otra cosa que doscientos metros de aire entre él y el suelo.
Algunas personas necesitaban heroína. Él prefería adrenalina. Miró hacia arriba y se alzó poco a poco sobre el borde con la mirada clavada en la roca, pensando en silencio cuál sería su siguiente movimiento. Eso era lo que necesitaba: silencio, vacío, olvido. Necesitaba olvidar. Alzó el pie derecho y... justo en ese momento, la escuchó gritar. Vio que algunas rocas resbalaban por una ladera cercana y que una mujer caía con ellas. Sintió un repentino vértigo cuando la dejó de ver. En ese momento, una década de experiencia asumió el mando. «Se te ha ido al carajo el día de descanso, tío».
Bordeó la arista e introdujo la mano en una grieta, y a partir de ese momento buscó con las manos los asideros más fáciles para poder poner los pies sobre suelo firme cuanto antes. Cuando lo consiguió, se alejó sin recoger el equipo que estaba usando. Se abrió paso con dificultad en el paredón este, pero la roca estaba seca y logró bajar con bastante rapidez. Conocía el terreno como la palma de su mano. Y era casi como si lo fuera. Hacía escalada en roca allí desde que cumplió los dieciséis y era ranger de los Parques de Montaña de Boulder desde los veinticuatro, hacía ya ocho años. Se había pasado cada minuto libre de su vida adulta en esas montañas. Había participado en numerosos rescates durante ese tiempo, y visto demasiados cadáveres.
«Y eso es lo que te encontrarás hoy, XY, un cadáver.»
No permitió que el pensamiento le desanimara. Si hubiera ocurrido un milagro y ella hubiera logrado sobrevivir, necesitaría ayuda. Corrió a lo largo de la base del pronunciado borde de la roca, sacó el móvil del bolsillo y marcó el 911 a la vez que sus pies golpeaban la tierra.
—Sesenta-cuarenta-cinco, fuera de servicio. —Adelante, sesenta-cuarenta-cinco.
—Deslizamiento de rocas en el parque estatal de Eldorado Canyon, aproximadamente a un kilómetro al norte de Redgarden Wall. Acabo de ver caer a una mujer. Estoy en camino, pero no llevo el equipo adecuado. Llamaré de nuevo cuando la encuentre.
—Recibido, sesenta-cuarenta-cinco...
Era lo único que necesitaba oír. Colgó la llamada y comenzó a correr hacia los árboles.
A XY le llevó casi diez minutos llegar al lugar donde se habían precipitado las rocas. Jadeando, y con el corazón desbocado por el esfuerzo, comenzó a buscar a la mujer entre las piedras; había peñascos redondeados tan grandes como un contenedor de basura, otros más pequeños y ramas de árboles llenas de polvo. Encontró un solitario pendiente de turquesa y una mochila que debían de pertenecer a la joven. Pero a ella no la vio. Sólo quedaba una posibilidad.
Tenía que estar muerta y enterrada, aplastada debajo de esas piedras.
—¡Jod*r! ¡Maldita sea! —Sacó el móvil y volvió a marcar el 911—. Sesenta-cuarenta-cinco en el lugar del siniestro.
—Sesenta-cuarenta-cinco, ¿puede repetir? Se entrecorta la comunicación.
—Estoy en el lugar. No veo señal de la víctima, pero no es posible que se alejara por sus medios. Lo más probable es que esté sepultada. Debe de haber, al menos, una tonelada de rocas. Vamos a necesitar...
«Un gemido». Anonadado, se interrumpió bruscamente. Otro gemido... Era un sonido femenino, de dolor.
—¡Está viva! ¿Pueden triangular mi posición? —XY esperó que la señal de su móvil fuera lo suficientemente intensa como para ser detectada por GPS. La respuesta fue un exabrupto estático antes de que se cortara la comunicación.
«Put*s móviles».
Se guardó el teléfono, se puso la mochila al hombro y corrió cuesta arriba entre los árboles hacia el origen del sonido. Ella gimió otra vez. XY reajustó la dirección de sus pasos y aceleró. Entonces la vio.
Tenía los pantalones rotos y manchados de lodo, y gateaba —o lo intentaba— arrastrando la pierna derecha, que posiblemente estaba rota. Avanzaba lentamente, gimiendo cada vez que tiraba de la extremidad herida sobre la húmeda tierra del bosque. En ese momento se dejó caer sobre el estómago, llorando. Pero antes de que pudiera llegar hasta ella, o gritarle que iba a ayudarla, vio que la chica volvía a levantarse y se arrastraba unos centímetros más emitiendo un largo gemido con los dientes apretados. XY se dio cuenta de que se dirigía al sendero. Estaba tratando de llegar a algún lugar donde encontrar ayuda. Por fortuna para ella, ya no era necesario. Se acercó.
—Soy XY, ranger de los Parques de Montaña de Boulder. Ella le miró con una exclamación de sorpresa, girándose para sentarse, pero el movimiento la hizo gemir de dolor. Se dejó caer sobre la espalda, respirando con fuerza.
—Tranquila, yo la ayudaré. —Se aproximó—. Quédese quieta, me ocuparé de todo.
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| | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4244 Edad : 44 Inscripción : 14/09/2008
| | | | Itzy Persiguiendo un Highlander
Mensajes : 19319 Edad : 31 Localización : Cazando, y no animales eh!!! Empleo/Ocios : Vacaciones.... Por fin! Humor : Se podría ser mas feliz??? Inscripción : 27/02/2012
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 24 Oct 2013 - 3:32 | |
| No conozco ninguno de los que ponen! Buaaaa! Me falta un largo camino por recorrer! |
| | | cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
| | | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4244 Edad : 44 Inscripción : 14/09/2008
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Vie 25 Oct 2013 - 1:44 | |
| Tenía los brazos cruzados, un hombro apoyado contra la pared y una mirada curiosa. Como si los exóticos fueran ellos, no él. Su nariz era larga, con una protuberancia en el centro, y su tez, oscura, como si hubiera llegado hacía poco de una costa lejana. Sus facciones eran toscas y prominentes: los pómulos, la nariz y la barbilla sobresalían, viriles y agresivos, y sin embargo perversamente atractivos. Su boca, en cambio, era grande y casi suave, con una provocativa hendidura en el labio inferior. Era la boca de un hombre aficionado a saborear. A demorarse y deleitarse. Una boca peligrosa. XX volvió a apartar la mirada. —¿Quién es? La señora CUALQUIERA la miró fijamente. —¿No lo sabe? —No. Su anfitriona pareció encantada. —Pero, querida mía, ¡es el señor XY! Todo el mundo habla de él, aunque sólo lleva en Londres alrededor de una semana. No es una compañía muy recomendable por lo de... —La señora CUALQUIERA la miró a los ojos y se interrumpió de golpe —. El caso es que, a pesar de su riqueza, no a todo el mundo le agrada conocerle. XX se quedó quieta; empezaba a notar un cosquilleo en la nuca. La señora CUALQUIERA continuó sin inmutarse: —En realidad no debería haberle invitado, pero no pude refrenarme. ¡Ese porte, querida mía! ¡Es simplemente delicioso! Si no le hubiera invitado, no habría... —Su cháchara alborotada acabó en un chillido de sorpresa cuando un caballero carraspeó justo detrás de ellas. XX, no estaba mirando, así que no le había visto moverse, pero supo por instinto quién era el caballero que estaba a su lado. Volvió la cabeza lentamente. Unos ojos burlones, de color café, se encontraron con los suyos. —Señora CUALQUIERA, le agradecería que nos presentara. —Su voz tenía un rotundo acento americano. La anfitriona contuvo el aliento ante tanto descaro, pero su curiosidad se impuso a su indignación. —Lady XX, le presento al señor XY. Señor XY, lady XX. XX se inclinó en una reverencia y al levantarse se encontró con una mano grande y morena. La miró un momento, pasmada. Aquel hombre no podía ser tan burdo, ¿no? La risilla de la señora CUAQUIERA zanjó la cuestión.XX tocó precavidamente la punta de los dedos del señor XY. Pero todo fue en vano. Él agarró la suya con las dos manos, envolviendo sus dedos en un cálido y enérgico apretón. Sus orificios nasales se inflaron suavemente cuando ella se vio obligada a acercarse para responder a su saludo. ¿Estaba olfateándola? —¿Cómo está? —preguntó él. —Bien —contestó ella. Intentó apartar la mano, pero no pudo, a pesar de que el señor Hartley no parecía apretar con mucha fuerza —. ¿Haría el favor de devolverme ya mi apéndice? Aquella boca volvió a tensarse. ¿Se reía de todo el mundo, o sólo de ella? —Por supuesto, señora mía. XX abrió la boca para excusarse (con cualquier pretexto) y escapar de aquel temible personaje, pero él se le adelantó. —¿Me permite acompañarla al jardín? |
| | | Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
Mensajes : 15591 Empleo/Ocios : Super pollo, pero de incognito Humor : Depende del día. Inscripción : 13/11/2012
| | | | cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
| | | | Fantástica Buscando grupo de ayuda
Mensajes : 26861 Edad : 46 Localización : En medio del océano... Empleo/Ocios : Pensar y meditar... Humor : Raro, raro, raro... Inscripción : 21/12/2010
| | | | yuno Soy sonámbula: Escribo también dormida
Mensajes : 4589 Edad : 46 Localización : figueres Humor : por las mañanas fatal Inscripción : 31/05/2009
| | | | pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| | | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4244 Edad : 44 Inscripción : 14/09/2008
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 28 Oct 2013 - 0:25 | |
| No es ese el título Pipa...es el libro, creo, pero no se titula así... |
| | | kadesh Reencarnada en cazadora
Mensajes : 9967 Edad : 40 Humor : Negro Inscripción : 23/04/2010
| | | | pipa7581 Baño relajante en las termas
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| | | | yuno Soy sonámbula: Escribo también dormida
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| | | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
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| | | | pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 29 Oct 2013 - 0:12 | |
| Va trozo:
«El momento».
El beso se intensificó. Las manos de Macizo le exploraban libremente la espalda; suaves, indagadoras, haciendo que sus caricias aumentaran la necesidad. Había pasado mucho, muchísimo tiempo desde la última vez que un hombre se había mostrado tan atento con ella y le había hecho sentir que, en efecto, la magia existía.
Aun así, en lo más recóndito de su conciencia... residía una sombra.
Se adhirió a Macizo con ímpetu, queriendo sumirse en su sabor, en su aroma. Macizo respondió desplazando los labios hasta su cuello, sembrando una delicada estela de besos cálidos, casi mordiscos, destinados a martirizarla. Tozuda podía oír el deseo de Macizo en su respiración irregular, podía percibirlo en el calor de las yemas de sus dedos al cosquillearle la clavícula con ternura. Intentó por todos los medios corresponderle, trasladarse con él al siguiente nivel de ardiente y gloriosa necesidad, pero no pudo. Algo se interponía en su camino, algo oscuro, inamovible, dominante. «Este es Macizo», se recordó a sí misma desesperadamente. Los mordisquitos que Macizo le propinaba en el lóbulo de la oreja le hacían temblar. «No es él, no es Cab**n...
Relájate. Relájate, por Dios». Decidida a controlar aquella carga antes de que la controlara a ella, se abrazó al cuello de Macizo y, con una maniobra que sorprendió a ambos, emitió un gemido prolongado y sensual, seguido de un fuerte mordisco al labio inferior de Macizo. Éste aspiró marcadamente, sintiendo el dolor claramente mezclado con placer; leyó la señal que Tozuda le había mandado y enterró la cara en su melena arrullándole dulces susurros. Pero para Tozuda sólo había dolor. El pasado le había dado caza y la tenía bajo control, convenciéndola de que en cualquier momento los besos se transformarían en patadas, las caricias, en voraces magreos, y...
«¡No!».
Respirando con dificultad, empujó a Macizo apartándolo. La sala se había reducido a la asfixiante oscuridad de su mente, donde la alegría y el placer se encogían y perecían al enfrentarse a ella —a él—, a la sombra.
—No puedo —lloriqueó temblando sin control—. No puedo.
—¿Tozuda?
La voz de desconcierto de Macizo parecía proceder de muy lejos. Azorada, alzó la cabeza y vio la expresión de desamparo de Macizo.
—Mi niña, ¿cómo te puedo ayudar? —le preguntó afligido.
Tozuda se limitó a negar con la cabeza y buscó las gafas a tientas.
—Cuéntame qué te pasa —le susurró angustiado intentando persuadirla—. Por favor.
Tozuda contuvo el sollozo.
—Pensé... que estaba preparada. Creí...
—¡Sh! —Se dispuso a abrazarla pero se detuvo de pronto—. ¿Puedo abrazarte? —le preguntó dulcemente—. ¿Te parece bien?
Tozuda asintió en silencio y Macizo, con suma cautela, la envolvió con sus brazos. «Ya estás a salvo —pensó Tozuda—. Relájate». Pero al ver que no podía rompió a llorar.
—Lo siento muchísimo —le sollozó al hombro.
—No digas tonterías —le reprochó Macizo sujetándola con firmeza.
—Si es que todo iba muy bien —dijo más para sí que para Macizo, que le estaba acariciando el pelo—. Todo marchaba bien. De verdad que lo estaba disfrutando mucho, hasta que... Ha sido como si volviera a estar allí y él me hiciera tenderme en el sofá de un empujón y empezara a rasgarme la blusa... He visto su flequillo negro y tieso, que le tapaba media cara pero no aquella mirada lasciva... —Se detuvo en seco, incapaz de seguir hablando.
—Cabrón hijo de puta —clamó entre dientes. Tozuda podía sentir cómo aumentaba su ira, cómo Macizo batallaba por controlarla, y esperó a que se calmara, abrumada por la tranquilidad que sintió cuando se la acercó todavía más—. Sácalo todo, cielo, desahógate. Ya nadie puede hacerte daño. No mientras yo esté aquí.
Aliviada y agradecida, Tozuda permaneció refugiada en sus brazos, donde Macizo la acunaba y, poco a poco, su corazón volvió a latir con normalidad. Se sentía mejor, por lo que se enderezó paulatinamente llevándose las manos a los ojos, sabiendo que se le habría corrido todo el rímel.
—¿Todavía quieres salir conmigo? —le preguntó amargamente.
Macizo ladeó la cabeza, totalmente perplejo.
—¿Cómo? ¡Pues claro!
—Oh, ¿en serio?
—Claro que sí. —Llevó una mano a la cabeza de Tozuda y le apartó unos pelillos que le estaban tapando la cara—. ¿Por qué iba a haber cambiado de opinión?
—Porque estoy echada a perder, Macizo. Tengo una barrera emocional. Es mi primera cita desde entonces y, a juzgar por lo de esta noche, nunca más podré volver a tener una relación normal.
—No estás echada a perder —le rebatió malhumorado—.Te sucedió algo terrible, estás asustada y es lo más normal. Lo entiendo perfectamente.
—¿Pero entiendes también que tal vez tengan que pasar meses antes de que esté preparada para algo más íntimo que un simple beso?
—Claro que lo entiendo. —La tomó de la mano—.Y puedo aceptarlo, Tozuda. Lo que más me preocupa eres tú, que te sientas segura y contenta. Que no tengas miedo.
—¿Por qué? —le preguntó. Estaba totalmente encendida por la rabia y la confusión—. ¿Por qué eres tan bueno conmigo? ¿Por qué tienes tanta paciencia, y eres tan amable? Cualquier otro tío haría diez minutos que se hubiera largado.
—Doy por entendido que aún no te has enterado de que no soy cualquier otro tío.
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| | | cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
| | | | uni13 Buscando grupo de ayuda
Mensajes : 26100 Edad : 53 Localización : oviedo Empleo/Ocios : independiente Humor : afable hasta que me buscan ... Inscripción : 08/04/2012
| | | | Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
Mensajes : 15591 Empleo/Ocios : Super pollo, pero de incognito Humor : Depende del día. Inscripción : 13/11/2012
| | | | pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 29 Oct 2013 - 18:56 | |
| Pongo otro trozo, que lleva pista, a ver si se os refresca la memoria:
—¿Te importa si voy contigo hasta el metro?
Para Macizo era una pregunta de lo más sencilla, pero para Tozuda era como tener que decidir el destino de las naciones mientras se abrochaba los botones del abrigo.
—No —declaró finalmente con tono esquivo mientras le esperaba a que terminara de despedirse de su familia. Al subir por la Ochenta y seis, el paso de Tozuda se acercaba más a una carrera de marcha atlética que a un paseo.
—¿A qué vienen tantas prisas? —le preguntó Macizo, apretando el paso para poder seguirle.
—No quiero perder el tren.
—No lo vas a perder. —Miró su reloj—. Te quedan unos cuantos minutos.
Tozuda no dijo nada. Tal vez Macizo se equivocaba, pero juraría que parecía bastante molesta, como durante toda la comida.
—Tozuda, te prometo que lo de llevarles un detalle a tus padres no fue ninguna maniobra para ganarme a tu familia.
—Me alegro.
—Oye, si les llevé algo del restaurante es porque me pareció lo correcto. Y, no te voy a mentir, esperaba que tal vez la próxima vez que hablaras con ellos te mencionaran que había pasado por allí y que era un buen tipo.
—O que te invitaran a comer para tenderme una emboscada en la que no tuviera escapatoria.
—¡No! ¿¡Qué dices!? —Se llevó la mano al corazón—.Te juro por la tumba de mi madre que no es eso lo que pretendía.
—¿No? —Su ceja derecha prácticamente tocaba el cielo—. ¿Qué pretendías entonces?
—Mira, ni se me había pasado por la cabeza que me pudieran invitar a comer. Además, cuando lo hicieron sólo pensé en que no había tenido un domingo de comida familiar desde que murió mi madre, y me emocioné tanto que ni me paré a pensar en cómo te sentaría mi presencia —se explicó sosegadamente—. Perdóname, Tozuda.
Pareció funcionar. La verdad siempre funcionaba. Tozuda aminoró la marcha y su expresión se relajó.
—¿Tu hermano y tú no tenéis familia? —preguntó.
—Sí, pero no es lo mismo. Era mi madre la que hacía siempre la comida de los domingos. Era la mejor cocinera.
—Hummm... —se puso a reflexionar—. Deberías de habérmelo consultado antes para saber qué me parecía—dijo en tono casi de disculpa.
—Perdona —La miró detenidamente, intentando en vano que sus enormes ojos verdes almendrados le miraran directamente. Pero Tozuda, testaruda como la que más, mantuvo la vista al frente.
—Disculpa aceptada.
Contento de haber llegado a una tregua, Macizo estaba deseando seguir con la charla.
—Así pues, ¿somos amigos? —se aventuró.
—Yo no iría tan lejos —replicó Tozuda en un tonillo casi cariñoso.
—Ah, ¿no? —preguntó Macizo ansioso por presenciar el regreso de una Tozuda más desenfadada—. ¿Y hasta dónde irías?
—Depende. Vamos a v...
Tozuda se frenó a sí misma. Macizo vio claramente cómo Tozuda se reprimía de flirtear con él. Era como si, de repente, una cortina le hubiera cubierto la cara. La transformación era fascinante, y todavía más porque no la comprendía.
—Macizo, ciñámonos a los negocios, ¿de acuerdo? —le dijo con brío.
Macizo se llevó un chasco. «Sí, claro, los negocios».
—Bueno, pues ¿qué tal va la campaña?
—Va. Cuando todo esté listo ya te llamaré para concertar una reunión.
—¿Qué te parece si lo hablamos un día de esta semana durante la cena? —le propuso educadamente.
—No es buena idea.
—¿Y durante el café?
—No.
«No, no, siempre no. ¿Qué coño le pasa conmigo?».
—Oye, ¿me apesta el aliento o algo? —le soltó.
Tozuda lo miró como si se acabara de fugar del psiquiátrico de Bellevue.
—¿Qué?
Macizo le siguió hasta el andén del metro.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Dime.
—¿Qué tienes contra mí?
Lo miró fijamente.
—En serio —insistió él.
—No tengo nada contra ti —le garantizó retrocediendo ligeramente.
—Entonces ¿qué te pasa? Hace un minuto estábamos teniendo una conversación la mar de agradable y ahora ni siquiera me dejas que te invite a un café. ¿Por qué?
Tozuda lo miró detenidamente por encima de sus gafas. Así Macizo tendría la oportunidad de sentir de lleno el efecto de sus reservas; o al menos eso creía él.
—No te lo tomes a mal, Macizo. Pero no salgo con chicos cuyos apellidos terminan en vocal.
—¿Que qué? —La miró totalmente desconcertado—. Perdona, ¿has dicho lo que creo que acabas de decir? ¿Que no saldrías nunca con un italiano?
—Exactamente.
—¿Y se puede saber por qué?
—Porque por experiencia sé que los tíos italianos no son precisamente mi tipo, ¿vale?
—Me estás tomando el pelo, ¿verdad? —Macizo no daba crédito a lo que acababa de oír—. ¿Qué leches tienen de malo los italianos? —quiso saber. Bajo los pies sintió que el andén empezaba a vibrar; el tren estaba a punto de llegar. Le daba igual. Aunque fuera lo último que hiciera, pensaba obtener una respuesta antes de que Tozuda subiera a bordo—. Va, Tozuda, respóndeme.
Tozuda parecía afligida al estar llegando el tren a la estación.
—Son machitos, arrogantes y groseros. Y a excepción de sus propias madres, tratan a las mujeres como ciudadanos de segunda.
—¿QUÉ? —exclamó sin poder evitarlo. Su descrédito iba dando paso a la indignación.
—Ya me has oído.
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| | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4244 Edad : 44 Inscripción : 14/09/2008
| | | | yuno Soy sonámbula: Escribo también dormida
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| | | | pipa7581 Baño relajante en las termas
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| | | | Mau ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4244 Edad : 44 Inscripción : 14/09/2008
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 29 Oct 2013 - 22:44 | |
| Reconocí la escena del último párrafo, este libro fue mi preferido de la serie, busco y subo algo. |
| | | mariana garces sanchez Druida
Mensajes : 292 Edad : 42 Localización : barcelona Empleo/Ocios : doctora del corazon Humor : depende del clima Inscripción : 15/06/2012
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