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uni13 Buscando grupo de ayuda
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cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
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yuno Soy sonámbula: Escribo también dormida
Mensajes : 4589 Edad : 46 Localización : figueres Humor : por las mañanas fatal Inscripción : 31/05/2009
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Rhyssa Kattalakis Reunión de las Cazadoras en el Templo
Mensajes : 5495 Edad : 45 Localización : Nueva Orleans Empleo/Ocios : Dueña Absoluta de Mihail yEric Humor : Cambiante... según la Luna Inscripción : 16/11/2009
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kadesh Reencarnada en cazadora
Mensajes : 9967 Edad : 40 Humor : Negro Inscripción : 23/04/2010
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 10 Nov 2013 - 21:49 | |
| Le costaba descifrar el tono de su madre. Hablaba con cautela, como si esperara que le revelara alguna verdad horrible. —Quiere que le enseñe a ser un caballero. —Puede contratar a alguien para que se encargue de eso. —Pretendía contratarme a mí. Me he negado, por supuesto. Su madre le apretó la mano. —Sé que debe de ser difícil para ti verlo después de tantos años... L no se dio cuenta inmediatamente de que las lágrimas rodaban por sus mejillas. Tragó saliva y se las enjugó. —«Difícil» se queda corto. Ahora su sitio está aquí, donde yo no quiero que esté el mío. Notó que la mano de su madre se crispaba. Volviéndose un poco, L la examinó a la luz amarillenta del jardín. Su transformación de trabajadora de una plantación de algodón en condesa había tenido lugar de forma tan gradual, que a su propia hija a veces le costaba recordar cómo era antes. Lo que sí recordaba era su insistencia en que no perdiera el tiempo con aquel «muchacho incorregible». De pronto, empezó a formarse en su mente una certeza que le aceleró el corazón. —Tom dice que me ha escrito, mamá. Que todos estos años me ha estado escribiendo. La mujer se levantó, avanzó varios pasos, se cruzó de brazos y miró a la oscuridad. —Me has escondido las cartas —prosiguió la joven con el atrevimiento nacido de esa certeza innegable. Su madre se volvió. —Eras tan infeliz... —¿Y creíste que escondiéndome las cartas dejaría de serlo? —preguntó, incrédula, poniéndose de pie y apretando los puños furibunda a ambos lados del cuerpo, —Pensé que si nadie te recordaba constantemente lo que habías dejado en Texas, te adaptarías mejor a esta nueva vida. —Eso no tiene sentido. No me escondías las de Lydia. Ni las de Gina. Gina era una de sus mejores amigas de Texas, ahora condesa de Huntingdon, esposa del primo de Ravenleigh, Devon Sheridan. —Eso era distinto. No creo que sus cartas te recordaran constantemente lo que habías dejado atrás. No te escapabas por las noches para reunirte con ellas. —No tenías derecho... —Es responsabilidad de una madre proteger a sus hijos. —¿De qué pensabas que me protegías? —De que te rompieran el corazón. Procuraba que te resultase más fácil adaptarte, L. —Pues no lo has conseguido, ni mucho menos. A pesar de la oscuridad, le pareció ver que su madre se estremecía. Lamentó de inmediato la dureza de sus palabras, pero era incapaz de contener la rabia que le bullía dentro. Jamás había estado tan furiosa, tan dolida. Nunca se había sentido tan traicionada. Había oído decir a menudo que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Nunca había entendido verdaderamente lo que significaba hasta aquel momento. Su madre la había conducido allí, intencionadamente o no. Quizá nunca había comprendido bien lo que T significaba para ella, porque, de haberlo hecho, no le habría escondido las cartas. —¿Podrías dármelas ahora, por favor? —preguntó con resignación. El daño ya estaba hecho. Pagarlo con su madre, a la que siempre había querido y respetado, no iba a solucionar nada. —Lo siento, L. Las quemé. Eso le sentó como una bofetada. —T dice que me escribió todos los días durante dos años —dijo en voz baja. —Eso son más de setecientas cartas, mamá. ¿Leíste alguna? La mujer negó despacio con la cabeza. —No, me pareció mal hacerlo. —¿Y esconderlas y destruirlas no te lo pareció? —No me pareció tan mal porque tenía una buena razón para hacerlo. —Tenías una razón, pero no estoy segura de que fuera buena. ¿Nunca te sentiste culpable? —Al final. La perseverancia del muchacho me asombraba, pero cuando descubrí que no era de los que se dan por vencidos fácilmente, ya era demasiado tarde. Si de repente hubieras empezado a recibir cartas, te habrías preguntado qué había ocurrido con las otras. Pensé que no te valdría ninguna explicación. —Querrás decir que temías que te odiara por lo que habías hecho. —Temía que te costara perdonarme, sí. Pero por muchas que mandara, mi razón para interceptarlas seguía siendo la misma: protegerte, evitar que albergaras falsas esperanzas. Proporcionarte una vida mejor. Está demasiado oscuro para que me veas las manos... —Conozco tus manos, mamá, tan bien como las mías. Me han consolado desde que tengo uso de razón. —«Y me han ocultado las cartas de T». —Están llenas de cicatrices, aún ásperas y quemadas después de tantos años —prosiguió la mujer, como si L necesitara que se lo recordasen. —¿Sabes la vergüenza que siento cada vez qué comemos con invitados, damas que no han tenido que doblarse para recoger el algodón, que no han levantado jamás nada más pesado que un abanico? Mis manos feas dicen más que El libro de la nobleza de Burke. —No son feas, mamá. Hablan de tu fortaleza, de tu determinación. No son algo de lo que debas avergonzarte. ¿Por qué iban a deshonrarte...? —Son un recordatorio constante de la vida que he llevado. Yo amaba a tu padre, L, era un buen hombre, pero el trabajo era duro y los días largos, y yo vieja aun siendo joven. Tu padre lo era todo para mí y, tras su muerte, en ocasiones me preguntaba cómo iba a salir adelante sin él. Entonces conocí a Padrastro y me enamoré de él, cuando no esperaba volver a hacerlo jamás. Me trajo a un mundo en el que nunca me dolía la espalda, ni me sangraban las manos. Me mimó y mimó a mis hijas, y he llegado a adorar la existencia que me ha ofrecido. —Quise que mis hijas disfrutaran siempre de esta vida —prosiguió su madre. —Siempre he confiado en que también vosotras llegarais a adorarla. ¿Llegar a adorarla? No, por desgracia, L jamás había experimentado esa sensación. —¿Recuerdas lo mucho que practicábamos —siguió diciendo la mujer—, la de veces que nos hemos reído de nuestros torpes intentos de parecer cultas y refinadas, la lista de palabras elegantes que memorizamos...? L contuvo las lágrimas, volvió la cabeza a un lado y se quedó mirando fijamente la oscuridad que tan bien reflejaba su vida. Apartar la mirada era más fácil que mirar a su madre retorcerse las manos, más fácil que recordar la lealtad y el apoyo que se habían demostrado unas a otras al enfrentarse a una nueva vida. —Lo único que he querido siempre es que fuerais felices —dijo su madre en voz baja. Lauren parpadeó para deshacerse de las lágrimas y tragó saliva. —También es lo único que quiero yo. Pero me siento muy sola aquí. Este no es mi sitio. Nunca lo ha sido. Y nunca lo será. —Padrastro me ha dicho que quieres volver a Texas. L detectó tristeza en su voz. —Sí. —Respiró hondo, consciente de que lo que iba a revelarle no sería de su agrado. —He estado trabajando en una tienda, ganando un salario y ahorrando para poder pagarme el pasaje de vuelta a Texas. Había solicitado el puesto poco después de que EX se le declarara, al darse cuenta de que no podía casarse con él. Y si no podía casarse con él, con lo amable y generoso que era, jamás se casaría con nadie, al menos no con nadie de Inglaterra. Quizá en Texas fuera distinto. Allí se sentía más a gusto, tenía más en común con la gente. No tenía que darse aires, podía ser ella misma. Tal vez encontrar la felicidad que la había evitado en Inglaterra. —¿De dónde has sacado el tiempo para trabajar, con todas las obras de caridad que haces entre los pobres? —preguntó la mujer. La joven le dedicó una sonrisa triste que no sabía si ella podría ver en la oscuridad. —Te he mentido. No he estado haciendo obras de caridad. Por lo visto, el engaño es cosa de familia. Su madre dio un paso hacia ella. —Te despedirás mañana. El trabajo no corresponde a tu categoría social, y tu padrastro se sentiría indeciblemente abochornado si corriera la noticia de que su hijastra trabaja en una tienda, precisamente. ¿En qué demonios estabas pensando? —En que me marchitaría y moriría si tenía que quedarme aquí mucho más tiempo. Ya no soy responsabilidad de Padrastro, mamá. Ni tuya. Te quiero, pero no deseo la vida que me ofreces. Me vuelvo a Texas; aunque me cueste la vida, voy a volver. Supongo que me hiciste un favor. Si me hubieras dado las cartas, tal vez ahora estaría casada con T, y entonces, ¿qué otra cosa podría hacer salvo ser la sumisa esposa de un conde? |
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pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
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kadesh Reencarnada en cazadora
Mensajes : 9967 Edad : 40 Humor : Negro Inscripción : 23/04/2010
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pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 10 Nov 2013 - 23:08 | |
| Vale, pues ahí va mi trozo:
XX volvió la cabeza con brusquedad para fulminar a la duquesa con la mirada mientras se zafaba de sus manos. —Por supuesto que lo quiero —contestó—. ¡Por supuesto! ¿Por qué si no iba a rechazarlo? ¿No sería la guinda del pastel que una puta nacida bastarda se casara con el hermano de un duque? Pues esta puta nacida bastarda no va a hacerlo. Solo puedo hacer una cosa para demostrar lo mucho que lo quiero. ¡Una sola cosa! Rechazarlo. Puedo hacerle creer que la idea de retomar mi antigua vida me resulta más emocionante que la posibilidad de casarme con él. Si ustedes lo quieren tanto como yo, llévenme a casa y vayan a contarle el recibimiento tan frío y desdeñoso que les he demostrado. Tengo sentimientos. ¡Tengo sentimientos y ya no puedo soportar más esta situación! Llévenme a casa. La duquesa volvió la cabeza para darle las nuevas instrucciones al cochero y después se dirigió a XX una vez más. —Lo siento mucho —se disculpó—. A y yo somos un par de metomentodos. Pero verá, las dos queremos mucho a XY y no nos gusta verlo tan abatido. Y me duele mucho ver que usted está sufriendo tanto como él. Elegimos el parque de forma deliberada. Queríamos que nos vieran con usted. Queremos hacerla respetable. XX soltó una carcajada amarga. —No entienden nada.
Última edición por pipa7581 el Dom 10 Nov 2013 - 23:58, editado 1 vez |
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kadesh Reencarnada en cazadora
Mensajes : 9967 Edad : 40 Humor : Negro Inscripción : 23/04/2010
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 10 Nov 2013 - 23:49 | |
| se te escapo un nombre al final, y no se cual es el libro, pero quiero saberlo para ponerme ya a leerlo, a ver si resulta que lo tengo en mi e-biblioteca y yo ni cuenta |
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pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Dom 10 Nov 2013 - 23:59 | |
| Gracias Kadesh, ya está corregido. No me extrañaría nada que lo tuvieses, y si no lo tienes te lo recomiendo encarecidamente. |
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cotetinha ¡¡Que alguien le rompa los dedos!!
Mensajes : 4481 Edad : 36 Localización : Cada día mas aquí que allí... Humor : ja! Inscripción : 20/10/2009
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Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
Mensajes : 15591 Empleo/Ocios : Super pollo, pero de incognito Humor : Depende del día. Inscripción : 13/11/2012
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pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 11 Nov 2013 - 15:23 | |
| Estoy segurísima de que lo has leído Kas, pongo otro trozo a ver si te viene la inspiración: XY se sentó de nuevo. —¿Qué es esto? —preguntó, señalando los papeles y el dinero. TÍTULO cogió uno de los documentos y lo desdobló, tras lo cual se lo plantó a XY debajo de la nariz. —Esto es una copia del codicilo que mi padre añadió a su testamento unas semanas antes de morir y que dejó en York, en manos del abogado de mi madre. Tal como podrás comprobar por ti mismo, le legó Pinewood Manor a esa muchacha, a su bastarda. La propiedad nunca fue mía así que tampoco es tuya, TITULODEXY. —Le dio unos golpecitos al dinero—. Y esto son quinientas libras. La cantidad que depositaste en la mesa al apostar contra Pinewood Manor. Es el pago de mi deuda. ¿Estás satisfecho? Por supuesto que es una mínima fracción del valor de la propiedad. Si deseas más… —Es suficiente —lo interrumpió XY, que cogió el documento para leerlo. Sus ojos se demoraron en cuatro palabras concretas: «mi hija, XX APELLIDO». El difunto conde de TÍTULO había reconocido públicamente su paternidad. XY miró a TÍTULO con curiosidad—. ¿Acabas de volver de Yorkshire? Pareces haber pasado toda la noche viajando. —Ya lo creo —le aseguró el conde—. TITULODEXY, puedo ser un tipo desenfrenado. Con fama de disoluto. Pero me niego a que me impliquen en algún fraude o en una conspiración. En cuanto la muchacha me dijo que se encontró con mi padre poco antes de que muriera… |
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Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
Mensajes : 15591 Empleo/Ocios : Super pollo, pero de incognito Humor : Depende del día. Inscripción : 13/11/2012
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pipa7581 Baño relajante en las termas
Mensajes : 6147 Edad : 42 Localización : Los mundos de pipa Empleo/Ocios : lectora compulsiva Humor : A días Inscripción : 17/03/2011
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Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
Mensajes : 15591 Empleo/Ocios : Super pollo, pero de incognito Humor : Depende del día. Inscripción : 13/11/2012
| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 11 Nov 2013 - 21:00 | |
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Aquí va el nuevo fragmento, creo que es muy facil, pero se me ha metido en la cabeza y no puedo evitarlo Fuera de la puerta, XX contempló las cinco lanzas instaladas en diversos ángulos entre la puerta y la pared de piedra. No. De ninguna manera. Él nunca saldría de allí. No hasta que ella estuviera bien preparada. Pero era impresionante ver cómo la puerta se estremecía cada vez que su cuerpo lagolpeaba.—Podrías tener que dejarlo gritar hasta que se ponga ronco, querida— dijo XY2, recostado sobre la balaustrada.XX inclinó su cabeza hacia atrás.—Lo siento, XX2. No tenía la intención de despertarlo.Él sonrió abiertamente, y XX se percató de dónde había obtenido XY su traviesa sonrisa.—No me habría perdido ver a mi hijo bloqueado con una barricada en la letrina por una muchachita por nada del mundo. Buena suerte con tu plan, querida—dijo con una sonrisa, luego se fue.XX contempló la puerta temblorosa, luego puso sus manos sobre sus orejas y se sentó a esperar.—Te traje café, muchacha— gritó XX2.—Gracias, XX2— respondió XX a gritos.Ambas saltaron con el siguiente rugido enfurecido de detrás de la puerta.—¿Eres tú, XX2?—. XY resolló de furia.XX2 se encogió de hombros.—Sí, soy yo. Traigo café para la muchacha.—Estás despedida. Despedida. Fin. Vete rápidamente de mi castillo. Fuera.XX2 rodó sus ojos y sonrió a XX.—¿Querrás también el desayuno, muchacha?— dijo de forma dulce y lo suficientemente fuertepara que XY pudiera oírla.Otro rugido. |
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latipa Diosa Atlante
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Maryss28 Soy Cazadora y tengo un problema
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uni13 Buscando grupo de ayuda
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Kasya Expulsada por bocazas ¡la orden era secreta!
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uni13 Buscando grupo de ayuda
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pipa7581 Baño relajante en las termas
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kadesh Reencarnada en cazadora
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| Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Lun 11 Nov 2013 - 22:59 | |
| Ah, pues el de Amante de nadie si lo tengo, lo que pasa es que di un pequeño salto del primero al ultimo Y el de Drustan lo empece a leer, pero viendo eso de los viajes en el tiempo y que - Spoiler:
ella fuese sola al pasado y tuviera que conocerlo otra vez lo deje ahi
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Maryss28 Soy Cazadora y tengo un problema
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yuno Soy sonámbula: Escribo también dormida
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