Sinopsis
 
London McLane es una mujer irresistible. Posee un carácter y una tenacidad implacables, lleva una década luchando contra las secuelas de un terrible accidente sufrido cuando era una adolescente y ha decidido que es el momento de vivir la vida en toda su plenitud.
 
Los hermanos Santiago están más que dispuestos a ayudarla en todos los sentidos y ella se presta a todas sus sugerencias con la esperanza de poder recompensarlos con un amor limpio, capaz de sanar todas sus heridas.
 
Pero un asesino les vigila con la inquebrantable misión de destruir a los hermanos Santiago, su empresa y a la propia London. El miedo y el deseo se enlazan en sus corazones, pues saben que cada latido puede ser el último...
 
 
Valoración
 
Séptimo libro de la serie «Guardaespaldas».
 
Creo que sobra decir que en este libro el componente erótico es de tríos. Si alguna tenía la remota idea de que el libro trataba de un triángulo amoroso, que se lo quite de la cabeza. Creo recordar que la autora no trataba esta temática desde el segundo libro de la serie, «Fantasía prohibida», y lo cierto es que, aun con sus incoherencias argumentales, me ha gustado bastante.
 
Por incoherencias entiéndase que se conocen un día y al día siguiente, tras una escena de cama muy larga, están enamorados los tres. Pero hablamos de un libro erótico, así que no se le pueden pedir «peras al olmo».
 
De todas formas, vayamos por partes porque, aunque la historia en sí me ha tenido entretenida y de verdad que me ha gustado, lo cierto es que tiene algunos detalles que son como para destacar.
 
La primera —y que me ha tenido alucinada buen rato porque hasta que el hombre recapacita pasa medio libro—, es la actitud inmadura, no… lo siguiente, de Javier con respecto a la muerte de su esposa. El asesinato ocurre a manos del amante de la mujer. Cualquiera pensaría que es para deprimir a cualquiera, pero Javier no se siente «perturbado» por eso. El matrimonio era de conveniencia, así que no la quería, pero como la tenía desatendida y ella se aburría, Javier le pide a su hermano Xander que «se encargue» de ella y la eduque como Amo/Sumisa. Como él se niega, y la mujer le acaba siendo infiel por aburrimiento, Javier no tiene otra cosa que hacer que echarle la culpa de la muerte a Xander por no haberla entretenido cuando se lo pidió. Y ahí es cuando cualquier persona con dos dedos de frente se queda con cara de: «¿perdona?». A ver, hombre de Dios, es tu esposa… eres tú el que la tiene que «entretener», a ver si nos entendemos. Pues medio libro (sin exagerar) con la animadversión entre hermanos porque Javier no ceja en echarle la culpa a Xander. En serio, cada vez que salía a relucir el tema no podía evitar quedarme alucinada. Que a ver, entiendo que se deprima y se dé a la bebida, pero de ahí a echarle la culpa a Xander por no ocuparse de su esposa… pues como que no.
 
Luego está el trauma de London que también es como para poner los ojos en blanco. La mujer ha tenido un drama en su vida, no lo vamos a negar. Tras un accidente de coche en el que quedó casi una década paralítica, le quedan cicatrices en la espalda que la tienen traumada y por las que evita a toda costa que nadie le mire la espalda. Cualquiera pensaría que pueden ser de quemaduras graves y que son horribles; poco más o menos que la piel debe estar parcheada o similar, pero el caso es que enseguida te revela que son cicatrices de las operaciones. Que vale, que no son una ni dos, pero que son cicatrices de operaciones. Que porque haya habido un «capullo» que tras verlas, no quiso seguir saliendo con ella, no es más que eso: un estúpido. La gente normal no deja la relación con una persona por unas cicatrices en la parte baja de la espalda. Pues bien, este drama dura todo el libro y es como para darle un par de bofetadas a la prota.
 
Esto lleva a otra de las incoherencias: que siendo una mujer que acaba de salir «del nido familiar» sin haber tenido ninguna relación con ningún hombre, ni trabajo, ni independencia de sus padres, se encuentre de la nada a dos hombres multimillonarios y atractivos donde los haya, los dos muestren intenciones de estar con ella y London, alegremente, se vaya con los dos. Y que pase de ser una mujer virgen de veinticinco años a ser una actriz porno, poco más o menos. La sumergen de lleno en el mundo de la Dominación/Sumisión y ella es capaz de hacer de todo, controlar orgasmos como quien simplemente contiene las ganas de ir al baño según sus Amos se lo piden y, con sólo conocerles de un par de días, tener la confianza suficiente con ellos para que le hagan de todo y más.
 
Pero en fin, es un libro erótico, así que «aceptaremos barco como animal acuático». Y lo digo en serio, aunque lo comente como si fueran algo malo, en realidad no son como para ponerle «una cruz» al libro.
 
Aun así, de verdad que me habría gustado ver alguna reticencia de algún tipo y ya no sólo hablo del BDSM. Es decir, es que London ni siquiera se plantea una vez el hecho de que tenga que elegir. Ella viene de una familia tradicional y ha estado sobreprotegida por su enfermedad. Cualquiera pensaría que ante la situación de tener a dos hombres en su vida se le planteen dudas sobre que al final va a tener que escoger entre uno de los dos para tener una relación «habitual» de monogamia. Digamos que sería algo así como un «pensamiento cultural por defecto». En la sociedad se inculcan las parejas monogámicas así que habría sido normal que se le hubiera pasado por la cabeza en algún momento que al final, tendría que establecerse con uno de ellos, pero lo dicho, ni una vez. Directamente a por los dos. Tengo que reconocer que me ha llamado la atención que ni se lo planteara; como si una relación entre dos hombres y una mujer fuera la más normal del mundo (recordemos que hablamos de una historia en EEUU, no en un pueblo poliándrico remoto del Tíbet).
 
Por eso, a la hora de la verdad, el personaje que más me ha gustado de los tres ha sido Xander, que además ya le conocíamos de libros anteriores, aunque, cómo no, también tiene su cuota de incoherencias, pues pasa de ser un playboy a caer rendido ante una mujer que no es, para nada, el canon de perfección física. Pero lo cierto es que la temática del «mujeriego reformado» está mucho más visto en novela romántica y quizás por eso no me ha llamado tanto la atención.
 
Si pasamos al plano de la relación entre los tres, se establece en tiempo récord. Por supuesto, no basado en hechos relevantes que enamorarían a alguien, si no en función de la relación sexual. Desde mi punto de vista, si hubiera desarrollado la historia con el paso de más días, me habría convencido más. Muchas veces me encontraba con la sensación de que la relación entre los tres llevaba más tiempo de rodaje que el que luego te aparecía esporádicamente mencionado y que te volvía «a la realidad».
 
De fondo —y muy de fondo—, tenemos la subtrama del espionaje industrial. Otro punto que, debido al escaso tiempo que transcurre durante el libro, te queda una sensación de que la información para resolverlo aparece de la nada. En otros libros, esta subtrama tiende a tener más relevancia, o al menos, más mención en el libro. Pero en éste, se comenta de vez en cuando para no olvidarla, pero la investigación recae en personajes ajenos que directamente te lo resuelven.
 
Lo cierto es que el punto del tiempo transcurrido creo que ha sido decisivo a la hora de hacer que la historia parezca más o menos creíble. Un mayor paso del tiempo habría hecho que tanto la relación como la investigación fueran más reales.
 
Aun así, como digo, la historia me ha gustado. Me ha resultado muy entretenida y rápida de leer, con buen ritmo de la historia a excepción de la primera escena de sexo de los tres (que dura cuarenta páginas contadas, y como yo no soy lectora de novela erótica, me resultó bastante larga). Pero tal y como me sucedió con el anterior, me ha recordado más a los primeros libros después de lo que para mí supusieron dos escollos en medio. Este libro está más en la línea de lo que me gusta de esta autora y de esta saga.
 
Por último (y por segunda vez en lo que va de año), agradecer a la editorial por el interlineado. Si bien no es como el último libro de Pamela Clare, «Bajo la piel» —que al ser mucho menos extenso, se pudo espaciar más el texto—, este interlineado me ha parecido más habitual al de otros libros trade. Porque en serio: cuatro líneas menos por página se notan y mucho, tanto para los ojos como para mí sentimiento de agobio personal al ver las líneas tan juntas. De verdad que espero que lo mantengan para libros futuros.

Pues ahora me han entrado ganas de leerlo... gracias por la crítica Maec!!!  

A ver si también os gusta a vosotras