Segundo libro de la serie «Tumble Creek».

Igual que la primera novela de la serie, ésta también es divertida y sensual. Aparte de la cómica historia de amor, hay una pequeña trama de suspense que hace la novela más interesante, más amena. El estilo de Victoria Dahl me ha sorprendido en los dos libros porque es divertido, sensual, entretenido y un poco surrealista.

Y es extraño, porque no recuerdo que Lori me llamara especialmente la atención como secundaria, pero como protagonista me ha gustado. Y lo mismo me ha pasado con Quinn, él sí me pareció interesante pero también desaprovechado, aparecía poco y no tuvo una presencia importante en el primer libro. Así que me he encontrado con unos protagonistas curiosos que no se me habría ocurrido emparejar, acompañados de, como dice la misma Lori, «una aventura y un misterio».

Pues sí, Lori me ha gustado más de lo que esperaba. Me ha gustado mucho la escena de las chinchetas en el mapa, porque me parece la mejor forma de describirla a ella y a sus sueños de una manera sensible pero no cursi. Y digo que no me llamó la atención porque se la veía claramente como la amiga de la protagonista, y Molly llenaba la escena. Pero sí me parecía un personaje agradable, la mecánica de un pueblo en el que mucha gente da por hecho que es lesbiana por ese motivo y por su forma de vestir, por no salir con nadie. Y, en realidad, a ella no le molesta eso, lo tiene asumido, incluso le va bien para que la dejen tranquila. Sin embargo, como protagonista ha mejorado, y la evolución final que tiene me parece madura y necesaria por ella y por Quinn.

Quinn es un hombre tan despistado que roza el surrealismo. Él sabe, y los demás también lo saben, que cuando está centrado en la arquitectura se olvida de todo. Olvida sus citas, olvida sus promesas; incluso puede olvidar que tiene visitas presentes. Reconoce ser el peor novio del mundo por ese motivo porque, con esa actitud, las relaciones no le duran. Y esta actitud puede resultar irritante o cómica según el momento. Cuando era un personaje  secundario ya se percibía todo esto en su personalidad, y su carácter resulta encantador y adorable cuando se le llega a conocer. Pero con Lori cambia, porque Quinn, que es siempre tan tranquilo, demuestra su sorprendente lado pasional, ella es la única persona con la que discute, un indicio de que su relación con ella es diferente.

La historia de amor empieza como una aventura entre dos amigos, un deseo de Lori de explorar sus fantasías después de aficionarse a las novelas eróticas por culpa de su amiga Molly. Aparecen algunos fragmentos de los relatos que lee —mi favorito es el del extraterrestre azul— que también sirven de inspiración a Quinn. Pero todo empieza de una manera bastante cómica, los primeros encuentros entre Lori y Quinn son bastante curiosos. Pero también hay  momentos románticos, el de la cena «cordobesa» es un detalle muy tierno por parte de Quinn, ahí se nota que su relación es algo más que una aventura.

Nos volvemos a encontrar con Molly y Ben, los protagonistas de «Convénceme». Molly tiene mucha presencia como la mejor amiga de Lori y hermana de Ben; es curioso, pero no recordaba que estaba tan... loca. Como una cabra. Y Ben, mucho más sensato que ella, también es importante por su papel de sheriff, pues hay una pequeña trama de misterio en la novela. Y el personaje de Jane, la eficiente secretaria de Quinn, me ha gustado.

El final no es la típica última escena apresurada y empalagosa de una historia  romántica que acaba con unas frases tan poco realistas del estilo «¿Me amas? Yo también te amo. Cásate conmigo». No lo tuvo la anterior novela, y no lo tiene ésta. Es un final más probable y verosímil, no tan cerrado y más realista, pero igual de tierno y romántico.

Es una novela divertida, aunque no tan surrealista como la historia de Molly y Ben, también sensual, las escenas de cama tienen mucha importancia, pero con unos tintes románticos y de misterio. Me ha gustado más de lo que esperaba porque el argumento no es nada novedoso, pero es una historia agradable.