Sinopsis:

5 de enero de 1800

En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.

Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.

Valoración:

Durante toda la novela, el narrador, como si de un documental se tratara, va contando la vida de Henry Whittaker primero y de su hija Alma, para a través de estos dos personajes poder mostrarnos algunos de los avances científicos del siglo XIX, en concreto, los botánicos.

De una forma concisa, a través de hechos puntuales que van produciéndose en su vida, en una estrecha relación con el desarrollo de la botánica como ciencia y el descubrimiento de nuevas especies, que permiten crear medicinas y remedios hasta ese momento desconocidos, y que pasan a formar parte de la historia del mundo de una manera decisiva.

El personaje de Henry es, ante todo, un hombre ambicioso. Esto, junto a sus conocimientos de jardinería aprendidos de su padre, hacen que, llevado por las circunstancias, acabe siendo un hombre famoso y rico. Henry aprovecha sus conocimientos, junto con una gran ambición, para hacerse rico gracias a las medicinas, unas que a veces salvan miles de vidas y otras que, aunque no las salven, sirven para aumentar su fortuna.

Un libro interesante e instructivo, en algunos aspectos, sobre los avances en botánica, acompañados del avance económico que se produce en EE.UU. y en el mundo en general durante el siglo XIX.

Como novela, quizás no es una lectura para todos los públicos, puesto que trata de un tema muy concreto y, aunque ha sabido mantener el interés, tiene que apetecerte leer este tipo de historia, ya que si lo que se busca es algo romántico o más ligero puede llegar a defraudar.

Además de tratar una temática muy concreta, está narrado de una forma muy especial, lo que hace difícil empatizar con los personajes, puesto que lo que prima es la narración y los datos que se dan, estando los sentimientos de los personajes presentes sólo en unos momentos muy concretos y más bien al final del libro.

Una novela que no calificaría de romántica, ni siquiera sentimental, pero con la que se describe una época a través de unos personajes que, con sus actos, contribuyen al avance científico.

La autora también intenta dar importancia al papel de la mujer en una época dominada por los hombres, y en la que pocas mujeres tenían la posibilidad de hacer lo que hizo la protagonista.

Aún así, como libro histórico se queda algo flojo y las partes que dedica a las explicaciones históricas, en algunos momentos, son como leer fragmentos de un libro de historia intercalados con la narración de la vida de los personajes.

El libro es bastante extenso, y el hecho de que todo sea una narración en tercera persona, con muy pocos diálogos que describan lo acontecido, dificulta en algunos momentos la lectura que en ocasiones es interesante, pero en otras partes se hace un poco densa.

No es una novela de las que, al menos en mi caso, puedas leer en una o dos tardes, no ya sólo por su extensión, sino por su contenido. Hay que ir poco a poco.

Para mí, el libro se queda a medias entre un libro histórico y un libro de narrativa sentimental, sin llegar a sobresalir en ninguno de los dos géneros, pero que para un lector que le guste el tema de la botánica y saber sobre los avances científicos del siglo XIX de una manera ligera, amenizada por las vidas de dos personajes singulares como son Henry y Alma Whittaker, puede resultar una lectura muy entretenida.

Henry es un personaje que, en su afán de riquezas no sólo materiales sino también de conocimientos, trata durante toda su vida de suplir la incultura y casi analfabetismo que le caracterizó en su juventud rodeándose de gente con conocimientos en las últimos avances de la época, científicos y estudiosos, junto con empresarios emprendedores con los que se asocia.

Rodeado de  todos ellos, y con su gran olfato para los negocios, se convierte en un hombre cada vez más rico e influyente, que educa a su hija Alma en un ambiente poco convencional, haciendo de ella ya desde niña una persona que se cuestiona todo lo que le rodea, creando los cimientos para su desarrollo como investigadora.

Los personajes protagonistas no son personas con las que se pueda sentir el lector identificado ni admirar.

Si bien Henry Whittaker consigue pasar de la miseria de ser el hijo de un jardinero pobre que se libra de la cárcel, y puede incluso que de la horca, por sus robos a ser un hombre rico e influyente, no deja de ser una persona fría, calculadora y sobre todo ambiciosa, y  su carácter y sus defectos no se ganan precisamente la simpatía del lector.

Mientras que su hija Alma, aunque con un carácter totalmente diferente, también es una mujer con grandes defectos y que comete grandes equivocaciones que sólo en parte verá recompensadas y enmendará en los últimos años de su vida. Por lo que, a pesar del esfuerzo de la autora por hacer de ella un personaje carismático y que vivió la vida que quiso vivir, a mí el único sentimiento que me transmitió fue el de pena, por lo que pudo ser y no fue, y por esos errores que la llevaron a tener la vida que llevó que, si bien fue bastante independiente y desde el punto de vista académico consiguió realizar investigaciones de gran relevancia, en lo personal su vida me pareció triste e insatisfactoria, a pesar de los intentos de la autora en las últimas páginas para convencer de lo contrario.