Millie estaba a punto de tener la vida perfecta...

¿Un trabajo prometedor como doctora en Cabo Cod? Hecho. ¿Una preciosa casita en propiedad? Hecho. ¿Un perro adorable para dar paseos frente a vecinos atractivos? Hecho. Lo único que necesitaba para tenerlo todo era que el chico de oro, y antiguo amor de instituto, Joe Carpenter se fijase en ella.

Pero la perfección no era tan fácil como parecía, sobre todo cuando Sam Nickerson, policía local, resultaba una distracción frecuente. No formaba parte de su plan maestro. Pero tal vez fuera el momento de que Millie empezara una nueva lista...

Bueno, la verdad es que no ha sido exactamente la historia que me había imaginado después de leer la sinopsis. No esperaba que fuera una gran historia de amor, pero sí algo diferente a lo que finalmente ha sido.

Para empezar, está narrado en primera persona y siempre desde el punto de vista de la protagonista. Es cierto que así se comprenden mejor las emociones y pensamientos de ella, y le da un poco de misterio a la historia al no saber que piensan los demás personajes. Pero, al mismo tiempo, Millie se convierte en la única protagonista, la que lleva todo el peso de la historia, y no conocemos los sentimientos de Sam si no los explica él mismo.

Además, a la historia le falta romanticismo. En parte, a causa del tipo de narrador, porque solo conocemos los sentimientos de una de las dos partes. Pero, también porque la historia de amor se deja para el final, no solo la declaración de sus respectivos sentimientos, sino el darse cuenta de los mismos —al menos por parte de Millie—. La mayor parte de escenas en las que aparecen juntos es como amigos o como familia, y su relación no cambia hasta el final. Tampoco hay ninguna escena de cama, en realidad, cuando llega el momento hay una elipsis y la escena no se narra, simplemente se da por entendido lo que ocurre.

El punto a favor es el sentido del humor, algunas de las situaciones que pasa la protagonista son bastante divertidas, como su cena con un paciente aparentemente encantador que resulta no serlo tanto.

Millie tiene todo lo que ha deseado siempre, excepto a su amor platónico, Joe Carpenter —que ironías del destino es carpintero—. Millie ha querido a Joe desde el instituto y durante más de quince años, desde entonces le ha «espiado» para conocerlo mejor que nadie, ella misma se reconoce como «buena acechadora». Si bien es algo que a los quince años es normal, hacerlo durante tanto tiempo es excesivo, y su obsesión por Joe no le permite ver la realidad entre el hombre normal que es y el héroe que ella se imagina. Tampoco se da cuenta de que el amor está más cerca de lo que había pensado y que, de hecho, siempre había estado ahí.

Eso sí, me llevé una buena sorpresa con Sam por ser el ex cuñado de la protagonista, recién divorciado de su egoísta hermana. Sam es policía y es demasiado bueno para su propio bien, demasiado comprensivo con una ex mujer que sólo le quería por la fama que podía haber tenido en el mundo del béisbol, y que le abandonó por otro hombre sin ningún remordimiento.

La historia de amor dura más bien poco, hasta el punto de no empezar hasta los últimos capítulos del libro. Más que una historia de amor lo que se narra es la vida de una doctora en su pequeño pueblo natal y su búsqueda de la felicidad. Primero con la persona equivocada, y luego dándose cuenta de una verdad que siempre había estado ahí. Es una relación complicada por el anterior vínculo y el pasado que los ha unido durante tantos años, los dos han luchado contra sus sentimientos pero al final no han podido evitarlos. En algún momento indeterminado su amistad evoluciona hasta convertirse en amor sin que ninguno se diera cuenta. Mientras Millie intentaba conquistar a Joe, incluso emparejar a su mejor amiga con Sam, a la vez que él intentaba dejar atrás el divorcio, los planes de ambos cambian radicalmente.

Hay bastantes secundarios, los más importantes son Katie, la amiga de Millie; sus dos amigos gays; Danny, su sobrino e hijo de Sam de diecisiete años; el famoso Joe; los padres de Millie; y su hermana, que aunque aparece poco no deja de fastidiar a los demás consciente o inconscientemente. Mis favoritos son Danny, que es encantador; y la pareja gay, Curtis y Mitch, que son muy divertidos y buenos amigos.

La parte más interesante llega al final, cuando las cosas se ponen más emocionantes, pero demasiado tarde y apresuradamente. Y por mucho que Trish utilice dos frases en la última página para pedir perdón, no me ha gustado nada el personaje, es demasiado consentida y egocéntrica, ni siquiera le importa haber hecho daño a su hijo.

Como ya he dicho, me esperaba otra cosa de la novela y, aunque tampoco me ha disgustado, no es un libro que se recuerde después de haberlo leído. A favor tiene el sentido del humor y alguna escena divertida, pero la persecución de la que es objeto Joe es demasiado larga, por eso la relación de Miilie y Sam empieza tan tarde y la historia de amor apenas ocupa los últimos capítulos. Los puntos favorables no compensan los negativos.