Separate Beds (Camas separadas) - LaVyrle Spencer
Se convirtieron en marido y mujer... sólo de nombre.
Catherine Anderson y Clay Forrester procedían de mundos diametralmente opuestos, pero una cita a ciegas los unió para siempre. Clay, un apuesto estudiante de leyes, y Catherine, una seria y empollona estudiante universitaria, alentados por la belleza de la noche, así como por una botella de vino, pasan una noche juntos que ninguno podrá olvidar. Unos meses después, ella descubre que esa embarazada.
La boda de Clay Forrester y Catherine Anderson fue el acontecimiento social de la temporada.
Parecía sacada de un cuento de hadas. Pero todo, desde los votos formales hasta la magnífica recepción que tuvo lugar, era una mentira. Catherine había aceptado de mala gana un matrimonio de conveniencia... y lo único que podría amenazar dicho acuerdo era la inesperada llegada del amor.Siempre he dicho que hablar de un libro que no nos gustó es más fácil que hacerlo de uno que sí lo hizo, y me encuentro en el segundo caso, por lo que no sé cómo saldrá.
Cuando una amiga, cuya madre lee mucho y en inglés, me dijo que se había aventurado a leerlo y que había llorado a mares, la ignoré porque en ese momento no me apetecía sufrir, pero pasó algo de tiempo —años, para ser sincera— y la curiosidad, la que tanto agradezco ahora, me hizo picar.
La sinopsis ya forma una idea bastante acertada de lo que nos encontraremos en la novela. Clay es un chico de veinticinco años, de buena familia y con un plan de vida trazado: será abogado como su padre, trabajará en su bufet y se casará con Jill, una chica de su mismo estatus con quien lleva una relación de años y es la mujer a la que ama. Sin embargo, todo dará un revés con las consecuencias de un acto impulsivo.
Catherine, una chica de diecinueve años y estudiante de antropología, irrumpe en casa de los Forrester junto a su familia con la noticia de que está embarazada de Clay después de la única noche que pasaron juntos.
Atípicamente a lo acostumbrado, entre ellos no hay atracción, es más, Clay no recuerda su noche con Cat, el cuatro de julio, y en primera instancia él le propone abortar para solucionar el problema, pero se siente extrañamente aliviado cuando ella se niega a realizar dicho acto.
Hasta ahí la historia podría seguir el mismo curso de lo ya, a estas alturas, tan visto, pero no es así. Clay es inmaduro y prefiere lavarse las manos, dejar que sea Catherine quien acarreé con las consecuencias de sus acciones sin mirar atrás. Es ella quien sufre por un padre ambicioso que sólo busca sacar provecho de la situación y que debe dejar su casa para continuar con su embarazo en paz.
Pero los Forrester temen por su nieto y presionan a Clay para que responda como padre, es así como Clay corta su relación con Jill, no sin sufrir por ello, y le propone a Catherine casarse por el bien del niño. El plan es divorciarse en cuanto Clay se gradúe.
Los preparativos acercan a los novios y la boda tiene lugar un mes después, en octubre. Hay una magia y un encanto que sólo Spencer podría saber reflejar con los preparativos, la complicidad, las cenas de familia, y la boda misma, que fue preciosa. Tanto así, que ambos se dejan llevar por la fantasía hasta la aparición de Jill, de ahí la noche de bodas se transforma en una guerra fría, que fuera de lo que se pueda pensar, no nace por Clay, sino por la inseguridad de Catherine. Como bien dice él, es ella la que mete a una tercera persona en su cama. De ese modo, el matrimonio parte con mal pie.
La relación se basa en la confianza, en la atracción y en la amistad desde entonces, entre ambos hay juegos y coqueteos que alientan a Clay a dar un paso más, pero es Catherine quien lo frena constantemente, como la noche de Navidad que para Clay significó un avance importante que Catherine desmerece.
Para él todo en la vida ha sido fácil, es hijo único y rico, todos sus caprichos y deseos nunca han sido cuestionados y no acepta que su mujer lo rechace. Herido y humillado, busca consuelo en Jill la noche de Año Nuevo sin medir las consecuencias, desde ahí la convivencia toma otro giro, porque él entiende que el deseo por Catherine lo sobrepasa, pero la brecha en la relación es muy grande.
Mientras ella sufre importantes revelaciones y pérdidas que los acercan otra vez, aunque nunca lo suficiente.
Hay escenas hermosas entre ellos y, cómo no, el nacimiento de Melissa, en abril, que los hace crecer y es Clay quien más madura ante la vida tan perfecta que ha creado, por ello le duele saber que el futuro que ya está planeado de antemano y que su opinión poco importa.
La forma en que termina la relación es amarga por lo acontecido en Año Nuevo y la sombra de Jill.
Es verdad que con una separación ambas partes pierden, pero es él quien más lo hace: debe irse de la ciudad, dejar a la niña de su corazón, a la mujer que estaba empezando a amar, la relación con sus padres se deteriora y por despecho debe engañarse para regresar con Jill. En julio.
Como antagonista, Jill es una mujer que sabe lo que quiere, entiende a Clay y a su manera lo ama, ella no es el tipo de personaje que se pueda odiar porque sólo toma las oportunidades, no es quien se ofrece a él. El pecador es Clay, el que busca consuelo en sus brazos es él. No es encantadora, pero no es depreciable, Clay también daña su orgullo al serle infiel, luego al usarla como desahogo y finalmente como consuelo. Una mujer que también es víctima de un hombre inmaduro que se escuda en un amor que cree profesarle y luego de hombre herido.
Destaco los personajes secundarios, como la familia Forrester con los padres de Clay que guían a su hijo, adoran a su nuera y a su nieta; los abuelos maternos que aportan dulzura y la abuela materna, cuya participación es importante. La familia de Catherine, con su madre cuyo secreto cambiará la vida de su hija; su padre cuya ambición fuerza los acontecimientos; Steve, su hermano, que le infundirá fuerzas a la temblorosa novia; y la prima, Bobbie, que presenta a Clay y a Cat porque secretamente los quería ver juntos. También están las chicas de Horizons que con sus tretas infantiles hacen que Clay vea a Catherine de manera diferente.
Pero el amor despierta, a mediados de diciembre, y surge con los miedos típicos de no saber si sé es correspondido, tal vez es demasiado corto en extensión, pero entrañable de igual modo.
Recuerdo a Clay nervioso, poniendo la canción de The Lettermen, que le recuerda a ella en su Corvette momentos antes de su cita.
Un libro que habla más que de deseo a la primera mirada, es un amor que nace lentamente. La forma en que Spencer describe cada momento, cada caricia furtiva, cada beso es sencillamente perfecta.
Una historia preciosa de amor de pareja y de familia, tal vez algo lenta, pero más creíble por lo mismo. Si se hubiese forzado la relación y ésta se hubiese basado en la pasión es probable que ni Clay ni Catherine se sintieran seguros de sus sentimientos y albergaran recelos. Fueron esposos, amigos, padres en ese orden por lo que necesitaban darse tiempo para extrañarse y para crecer, lo cual juntos no hubiese resultado.
En la literatura actual el amor tiende a ser muy frívolo, pero el amor es muchísimo más complejo que la palabra de cuatro letras que lo representa. Se fortalece con las memorias, las vivezas, el compromiso y la confianza, no se nace de generación espontánea, por eso leer este tipo de clásicos nos recuerda la esencia de lo que es una relación de pareja.
Mi valoración: Recomendable para un día en que los ánimos anden bajos y la moral por el suelo.
Una pena que LaVyrle Spencer se retirara en 1997 y que sus libros ya no se encuentren, porque hacen falta. Mucha falta.