Robert Hawthorne, duque de Killingsworth, fue injustamente encarcelado por su hermano gemelo John, quien durante ocho años le ha suplantado con el fin de quedarse con su legado. Tras una arriesgada fuga, Robert logra recuperar su patrimonio pero deberá casarse con una mujer a la que no conoce y evitar que ella descubra su verdadera identidad. El día de la boda, Victoria Lambert se encuentra con un Robert muy distinto, y descubre en él un gran atractivo sexual.

Segundo libro de la trilogía «Los lores perdidos».

La trama parece interesante, ¿verdad? Lo parecía, sí, pero ha resultado ser una historia más bien sosa y aburrida. Es cierto que esta novela tiene un punto de partida muy interesante, que podía haber sido una buena historia; sin embargo, hay factores que evitan que así sea. De dichos factores los más destacables son: un argumento desaprovechado, un ritmo narrativo lento y unos personajes sin carácter.

El argumento es llamativo, una especie de versión romántica de «El hombre de la máscara de hierro». Pero es una trama demasiado intensa para una novela tan ligera y breve como ésta. La autora no escribe mal, el problema, simplemente, es que el argumento le queda muy grande, no ha sabido cómo manejar una trama de este potencial. Le falta acción, le falta suspense, le falta aventura, le falta pasión... le faltan capítulos; habría sido mejor convertirla en una novela más larga. En cambio, trata todo el tema de la suplantación de forma superficial, me hubiera gustado que mostrara la huida de Robert y lo que sucedió en el pasado de manera más detallada.

El ritmo de la narración no ayuda en absoluto, pues lo ralentiza todo hasta el punto de que la historia parece no avanzar. A pesar de empezar bien, pronto se pierde el interés en la trama, pues se vuelve muy repetitiva, cansina, casi aburrida, y va decayendo cada vez más. Después de un punto de partida que podía dar mucho de sí, no hace otra cosa que decaer hasta llegar a un final totalmente decepcionante. Hay un par de escenas en las que parece que la historia se va a animar, pero eso no llega a ocurrir.

En cuanto a los personajes, están totalmente desaprovechados, tanto los protagonistas como los secundarios, pues no muestran carácter ni una evolución creíble. Las explicaciones que se dan del comportamiento de John y de las circunstancias me parecen muy flojas también, quedan en el aire y no son claras. Además, la actitud general de los personajes deja mucho que desear, unas veces falta información sobre ellos y los hechos; y otras, es todo fácil hasta el punto de resultar ridículo.

El papel de Robert es de lo más interesante, un hombre que usurpa a su usurpador para recuperar lo que le corresponde. Pero no está bien aprovechado, podía haber dado mucho juego con su personalidad, sus sentimientos, sus pensamientos. Podía haber sido un gran personaje en busca de justicia o venganza, pero se queda en un simple esbozo, en un personaje superficial. La indecisión le hace titubear y no actúa de la forma que esperaba de él. Entiendo sus decisiones sobre Victoria, sus meditaciones sobre el pasado, pero no que se quede jugando al «matrimonio feliz» en sus circunstancias.

Victoria es una protagonista muy típica, lo que la sociedad espera de una mujer como ella, pero le falta personalidad. Hay ciertos momentos en los que debía mostrar su carácter y no lo hace, resulta un personaje soso y sin interés, más como un personaje secundario que como la protagonista. Incluso diría que la relación que Robert tiene con John es más importante que la que tiene con ella, por no decir que es más interesante. Hay algún momento en el que parece que reacciona pero se queda en un mero intento, pues en los últimos capítulos era el momento de demostrar su personalidad.

Si los protagonistas son flojos, la historia de amor también lo es. Para empezar, no es creíble que Victoria y Robert se enamoren tan rápido. La historia gira en torno a las reticencias de Robert durante gran parte de la historia, sus dudas las comprendo pero no era necesario que durasen medio libro. Es una historia de amor intrascendente, sin química ni pasión.

John es algo más que un personaje secundario y es bastante llamativo, parece tan interesante como lo parece Robert. Me llamaban mucho la atención su carácter y su personalidad, pues muestra maldad, remordimientos y misterio; y en el fondo, es más inteligente que Robert. Pero igual que él, se queda en un esbozo superficial, en un personaje desaprovechado más.

Otro personaje secundario a mencionar es Weddington, que también me ha decepcionado. Esperaba más de él, de su actitud, de su amistad.

Después de todo esto sólo un buen final podía arreglar la novela, pero eso casi es lo más decepcionante. Un final sin sentido, no sólo por lo rápido que se resuelve sino también por lo fácil y ridículo que es. No puedo dejar de mencionar los últimos detalles sobre la hermana de Torie, que ya me parecen demasiado surrealistas.

Está claro que Lorraine Heath no es Alexandre Dumas, y que «Caer en la tentación» tampoco es «El vizconde de Bragelonne». La autora no ha sabido llevar la intensidad de la trama, y convierte la novela en algo superficial y sin gancho. Me ha parecido una historia intrascendente, aburrida y facilona que apenas puedo calificar de entretenida. Una trama desaprovechada, sobre todo.

Sólo me queda añadir que, a pesar de ser la segunda historia de la trilogía, es una historia independiente en la que no aparecen los protagonistas de los otros libros. Sólo tienen en común el tema de la serie.