Fiona vive en una preciosa isla frente a la costa de Seattle. Su profesión es adiestradora de perros y establece muy buenos vínculos con los cachorros –y no tan cachorros– que la rodean y que llenan su vida de una alegría que añoraba desde hacía mucho tiempo: desde que consiguió sobrevivir al ataque de un asesino en serie.

Su relación con los hombres parece estar a punto de cambiar cuando conoce a un hombre atractivo y desesperado porque su cachorro de labrador lo muerde y lo destroza todo. Nunca para quieto y ya no sabe qué hacer con él.

La historia se sitúa en una pequeña y apacible isla donde todo el mundo se conoce, las puertas de las casas ni siquiera se cierran, y no se puede hacer un movimiento sin que todo el mundo lo sepa veinte minutos después. El universo canino es también una parte indispensable de la novela, no solo porque parece que cada habitante tiene al menos un perro, sino por la importancia de la Unidad Canina de Búsqueda y Salvamento, donde se aprecia el trabajo que hacen tanto los guías como los perros.

La novela mezcla la historia de un incipiente romance con una trama de suspense que se inició años atrás. La prensa le apodó el Asesino del Pañuelo Rojo porque era la firma que dejaba junto a sus víctimas, y Fiona fue la única que escapó de él; ahora los crímenes han vuelto a empezar para perturbar su tranquilidad. El asesino original se encuentra en una prisión de máxima seguridad, pero los nuevos casos se producen en circunstancias muy parecidas a las anteriores, incluyendo los detalles que nunca se dieron a conocer públicamente. La vida de Fiona se ve alterada por los nuevos acontecimientos, pero también debido a la aparición de su nuevo vecino, que la atrae tanto como la hace enfadar.

Fiona adiestra y dirige una Unidad Canina de Búsqueda y Salvamento, además de entrenar también perros en obediencia. Ella tiene tres, entrenados por ella misma, a los que adora y que velan por ella, con una larga experiencia en la unidad. Tras conseguir escapar de un maníaco asesino se instaló en Orcas, una tranquila isla, ahora su vida se limita a los perros y a los amigos que tiene allí: su madrastra, su amiga veterinaria y los compañeros de la unidad. Es abierta, alegre y positiva, pero desde su terrible experiencia hay cosas que no ha podido seguir haciendo pese a que aquel episodio ha quedado superado, se ha vuelto más cauto y previsora. Ahora, muchos sentimientos que hacía tiempo que no sentía se le presentan de golpe: miedo, rabia, ira por un lado; pero también ilusión, amor y deseo por el otro... el pasado vuelve pero esta vez piensa estar en alerta por si acaso y tampoco piensa dejarse ganar.

Simon es un artista de la madera, crea muebles de ensueño que son verdaderas obras de arte. Es un hombre solitario, irritable, desordenado y malhumorado; y no sabe qué hacer con su nuevo cachorro, Tiburón, un perro que se lo come todo... desde su propia correa hasta el reposacabezas del coche. Necesita ayuda con su perro y contrata a Fiona, una mujer interesante pero que no es su tipo. Simon acaba de instalarse en la isla, buscando un lugar tranquilo donde asentarse, que le permita no entrar demasiado en contacto con la gente, pero al lado de Fiona es imposible aislarse hasta ese punto. Su preocupación por Fiona y su nueva relación con el cachorro no entraban en sus planes, pero no puede hace nada para evitarlo. Simon es directo y no dice nada si no lo siente de verdad, a su modo es romántico pero sin que resulte obvio.

Ninguno de los dos protagonistas buscaba una relación pero la atracción está en el aire y era inevitable, pese a tener caracteres tan diferentes y a su animosidad inicial, sobre todo a causa del famoso armario botellero. Pero Simon la comprende y la escucha cuando empiezan los nuevos crímenes y también se siente protector con ella. Sin que se den cuenta la supuesta aventura sin ataduras se ha convertido en relación. Precisamente por tener personalidades tan diferentes es que forman una pareja que se complementa; ella es abierta, él no; ella es expresiva al estilo "Me he enamorado", él lo es al estilo "Cállate. Me importas. Punto." Pero también tienen mucho en común porque los dos son unos solitarios a los que les gusta la tranquilidad y prefieren librar solos sus propias batallas, y ahora tienen que hacer concesiones. Tienen una relación tierna en algunos momentos, apasionada en otros.

Entre los secundarios hay que incluir a los perros por su relevancia en la historia. Los de Fiona tienen unos nombres con una clara referencia al cine clásico: Newman, Peck y Bogart; el de Simon es un cachorro muy divertido y juguetón que va conquistando poco a poco a sus irritable dueño, Tiburón es un perro entrañable que se lo come absolutamente todo, y va conquistando a su dueño poco a poco pese a las reservas iniciales de éste.

Y entre los personajes secundarios humanos destacan la madrastra de Fiona, Sylvia, una mujer alegre y encantadora; y Mai, la mejor amiga veterinaria de Fiona. También hay otros personajes que van apareciendo, como el agente Davey, y los demás miembros de la unidad canina.

Es una buena mezcla de romance y suspense, las dos tramas son interesantes. Por un lado, la historia de amor me ha gustado y Simon se hace querer con ese carácter que tiene; y por el otro, la historia de los crímenes se remonta tiempo atrás porque Fiona siempre ha sido un asunto pendiente desde que escapó. La novela me ha gustado mucho, es entretenida y tiene sendas dosis de amor y suspense.