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| Los "Vampiros Emo" y otras maneras de sacrificar un libro | |
| Autor | Mensaje |
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Potty Diosa Atlante
Mensajes : 1366 Edad : 37 Localización : Vigo Empleo/Ocios : Opositando y que haya suerte Humor : Como la marea Inscripción : 03/05/2008
| Tema: Los "Vampiros Emo" y otras maneras de sacrificar un libro Dom 7 Jun 2015 - 12:11 | |
| Buenos días a todas: Hoy, la escritora Silvia Barbeito ha compartido en su Facebook lo que le parecen los que ella llama "Vampiros Emo" y me he reído a mandíbula batiente. ¿Por qué? Porque ha plasmado palabra por palabra todo lo que a mí me parecen esos chupasangres que son peores que el Coco, pero que luego se vuelven corderitos al conocer a su chica; seguro que a alguna se le ocurrirá algún título como a mi. Os dejo transcrito su post, aunque también os paso el enlace. http://7pecados-capitales.blogspot.com.es/2015/06/vampiro-has-dicho.html ¿Vampiro, has dicho? Esta ha sido una semana de casualidades extrañas, y una de ellas ha propiciado que tenga tema para escribir esta entrada —gracias, gracias, gracias, que siempre llega el momento y estoy en blanco y preguntándome quién me ha robado los días que van de domingo a domingo—, porque me ha resultado de lo más curiosa. Veréis, por pura casualidad he estado hablando del mismo asunto con cuatro personas distintas, y al decir distintas no me refiero a que haya sido en distinto lugar o situación, que también, sino a que son muy distintas. Diferentes edades, diferentes gustos, diferentes maneras de ver la vida. Sin embargo, todas parecíamos estar de acuerdo, lo que es raro de narices. ¿Y de qué hablabais?, os preguntaréis, que siempre me lío como una persiana. Pues, así, resumiendo, de los secundarios «malotes» que cuando llega su libro se convierten en unos calzonazos del quince y ya no los reconoce ni su madre, ni su peluquero, ni el dentista que les afila los colmillos y los mantiene libres de caries. Y digo lo del dentista porque esto pasa muchísimo en las sagas paranormales, donde el vampiro cruel y sanguinario, de pronto, pasa a ser la dulce doncella desvalida, necesitada de afecto y llorosa cual plañidera. Que también ocurre en otras temáticas, conste, pero hay muchos domingos y esta Lady Pereza no está como para desperdiciar ideas así como así, de modo que hoy me voy a centrar en lo que podemos llamar los vampiros «emo». Esos tipos patéticos y llorosos, que son unos auténticos cabrones hasta que conocen al amor de su vida... y se convierten en tiernos cachorrillos necesitados de afecto y pletóricos de amor por la humanidad.Es que los odio, en serio. Los odio a muerte.Vamos a ver, si una autora se lo ha currado para montar un personaje malo, pero malo de verdad, egoísta, depravado, sin un ápice de ética o virtud que lo redima, y ese personaje ha conseguido seducir a un montón de lectores, ¿para qué leches lo cambia? Ella lo ha creado. Fue ella quien lo hizo así. Que se lo ha montado de miedo para que todo el mundo quiera su libro… Pues ahora que apañe como pueda, que no vale que llegue el momento y lo convierta en alguien que no es porque no sabe qué hacer con él. Haberlo pensado antes. O que no escriba su historia, que no pasa nada, que va a quedar mejor si dice que no puede ser.Supongo que todo esto parte de una concepción que yo considero errónea —y a lo mejor la equivocada soy yo, que todo es posible— y es que «el amor lo cambia todo».Que no.Que la gente no cambia ni maldita la falta que le hace.La gente evoluciona, crece, madura, aprende (o no) de la experiencia, pero no cambia. Lo que tú eres, lo que te hace único, los cimientos que componen tu personalidad… eso se mantiene toda la vida. Que, vale, las mujeres aceptamos como verdad universal —y probablemente equivocada, como suelen serlo las generalizaciones— que los hombres tardan más en madurar, pero, hombre, después de quinientos años —edad media de un vampiro calculada meticulosamente por absoluto azar—, creo yo que ya va siendo hora de que un personaje tenga un carácter un poquito definido. Un poquito solo. Que el tío lleva cinco siglos portándose como un auténtico cabrón, y por mucho que se le baje la sangre del cerebro a latitudes más cálidas, eso no va a cambiar, que no empezó a ser así ayer. Sí, quizá esté loco por la nena y con ella tenga sus detalles, pero de ahí a convertirse en un calzonazos va un universo y varias galaxias muy, muy lejanas; que ha tenido un montón de años para ser como es, no va a cambiar en quince días y, si me apuráis, a evolucionar tampoco.Esas cosas decepcionan y desmoralizan al lector, de verdad, y a mí es que me ponen frenética. Si llevo diez libros de una saga —o serie, lo que sea. Ya vendrá mi querida Lady Soberbia a corregirme si procede— viendo a un personaje y formándome una idea de cómo es, y luego va la autora y escribe su libro y no lo reconozco, me frustro muchísimo. Pero muchísimo, en serio. No hay cosa que me repatee más. Odio las justificaciones morales de baratillo: es que era así porque se sentía solo —vamos, no me jorobes. Que se compre un perro, lo vampirice y deje de dar por saco—; es que lo único que necesitaba era conocer el amor —ya, pobre oveja genocida y descarriada, si es que sin una pareja a nuestro lado no somos nadie—; es que, en realidad, no es tan malo, porque solo mataba a malvados —¿Perdona? ¿Ahora resulta que es un benefactor de la humanidad? Chachi—; es que, es que, es que… Que no, hombre, que no. Que si es un cabrón, es un cabrón, hay que ser coherente. Habrá que apañárselas para que se enamore sin perder su esencia o elegir otro personaje. ¿Para qué empeñarse en escribir sobre un asesino, si luego resulta que, bueno, que sí, que era asesino, pero poquito, que tenía sus motivos o sus justificaciones? Pues para eso es mejor hacer otra cosa, que anda que no hay tipos de protagonistas donde elegir. Si lo que se quiere es un chico romántico, detallista, dulce, cariñoso, encantador, buenísimo… pues no se puede empezar con él siendo un desgraciado egoísta, cruel y despiadado, porque no cuela.Que no. Que no cuela. En serio. No.Y ya que estamos, y hablando de incoherencias: ¿quinientos años arrastrando un trauma? Pero. Qué. Me. Estás. Contando. Colega. SUPÉRALO. Vale, mataron a tu hámster cuando eras un niño, allá por la Edad Media, pero, tío, en serio, ya vale. Pasa página. Que los humanos tienen una vida infinitamente más breve y superan cosas peores. Entiendo que estés resentido y que no se te olvide, que fue muy gordo y tal. Vale, lo acepto. Pero ¿de verdad es necesario que estés lamentándote toda tu puñetera vida? ¿Todo el tiempo? ¿Sin pensar en nada más? Hombre, por favor, tú lo que necesitas no es una novia, cachorrito, lo que te hace falta es un buen psicoanalista y muchas horas de terapia. Y sí, bebes sangre, tío. Asúmelo, que llevas siglos haciéndolo. Diez veces más años de los que pasaste comiendo chuletones, como mínimo. Oh, qué horror, qué espanto, eres un monstruo —léase con tono monocorde y limándose las uñas con aire displicente, a ser posible—. Pues anda que no has tenido tiempo ni nada para adaptarte a tu dieta, chaval. Si después de tantos siglos no sabes aguantarte y dominar tus instintos, y sigues matando gente a la mínima porque pierdes el control —y lamentándote después. Si te mola, no pasa nada, oye, encantada de conocerte—, mejor busca una reunión de adictos anónimos porque tienes un problema de tolerancia a la frustración muy, muy severo. Ah, y a mí no me pones una mano encima hasta que no sepas mantener el control, que a saber lo que puede pasar. Que quien hace un cesto hace un ciento, y si después de todo ese tiempo no eres capaz de someter a tu monstruo interior y todas esas cosas, no quiero saber cómo se te da lo de esperar con paciencia a que la dama vaya primero. Y sí, va con doble sentido. Mira, mira, anda, anda, métete tus lloriqueos por una oreja, muchacho, y vete a darle la lata a otra. Que a mí me viene uno de estos vampiros «emo» lloriqueando por sus circunstancias, y tardo siete segundos exactos en ahorrarle todo su sufrimiento con una estaca en el corazón por muy bueno que esté. Muérete ya, hombre, y deja de arrastrarte como un gusano. Qué hartita me tienen, de verdad, qué hartita.Y sí, acepto que hay gente a la que le gustan esos tipos. Claro que lo acepto. Que no me meto con los gustos de los demás, en serio, no se trata de eso. Pero es que yo también tengo mis gustos y odio la falta de coherencia a la hora de elegir y construir personajes. No hay nada que me haga abandonar más rápido un libro que un personaje incoherente y, para mí, la mayoría de estos seres sobrenaturales con traumas eternos, malísimos de manual y que no los reconoces cuando encuentran a la mujer de su vida, no tienen ningún sentido. Si en todo el tiempo que llevan caminando sobre esta polvorienta roca que llamamos nuestro planeta no han conseguido superar su trauma, sea el que sea, no lo van a lograr por mucho que la nena sea una diosa encarnada y venida a la Tierra para rendirle pleitesía. Como mucho, conseguirán que ella acabe amargada y hasta el ombligo de escuchar lo requetemalísimos que son sus enemigos y lo mucho que lo odian, a él, que solo es un asesino sin sentimientos, pero que tiene buen fondo.No sé, a lo mejor es que mi primer contacto con los vampiros fue Drácula y los veo de otra manera. Y no hablo de la dichosa película de Coppola, sino del libro, donde, os lo aseguro, por mucho que os hayáis convencido de que es así, no hay océanos de tiempo, ni historia de amor, ni las narices de un perrito chiquitín. En fin, nada, sin problemas: que cada cual con sus gustos y que a quien le gusten se quede con los vampiros «emo», que yo seguiré pensando en Drácula, en Barlow, en Ruthven o en Carmilla y todos seremos felices. Paz y amor y todo eso |
| | | Maru_1348 ¡Llegó tu hora! Sacrificio en el volcán
Mensajes : 8441 Edad : 47 Empleo/Ocios : Lectora voraz y compulsiva Humor : Inscripción : 09/10/2014
| | | | Potty Diosa Atlante
Mensajes : 1366 Edad : 37 Localización : Vigo Empleo/Ocios : Opositando y que haya suerte Humor : Como la marea Inscripción : 03/05/2008
| | | | Alba_Turunen Cazadora de dioses vikingos
Mensajes : 64135 Edad : 37 Localización : Toledo Empleo/Ocios : Archivera Humor : Muy feliz Inscripción : 31/03/2009
| | | | Potty Diosa Atlante
Mensajes : 1366 Edad : 37 Localización : Vigo Empleo/Ocios : Opositando y que haya suerte Humor : Como la marea Inscripción : 03/05/2008
| | | | Lyriana de Treeason Druida
Mensajes : 491 Localización : Treeason, continente de Arana Empleo/Ocios : Leer, leer y ah, sí: escribir Humor : Mordaz, irónico, sardónico Inscripción : 13/05/2014
| | | | Joanna Reencarnada en cazadora
Mensajes : 9137 Localización : Argentina Inscripción : 30/12/2009
| Tema: Re: Los "Vampiros Emo" y otras maneras de sacrificar un libro Miér 10 Jun 2015 - 14:31 | |
| - Potty escribió:
- Buenos días a todas:
Hoy, la escritora Silvia Barbeito ha compartido en su Facebook lo que le parecen los que ella llama "Vampiros Emo" y me he reído a mandíbula batiente. ¿Por qué? Porque ha plasmado palabra por palabra todo lo que a mí me parecen esos chupasangres que son peores que el Coco, pero que luego se vuelven corderitos al conocer a su chica; seguro que a alguna se le ocurrirá algún título como a mi. Os dejo transcrito su post, aunque también os paso el enlace.
http://7pecados-capitales.blogspot.com.es/2015/06/vampiro-has-dicho.html
¿Vampiro, has dicho?
Esta ha sido una semana de casualidades extrañas, y una de ellas ha propiciado que tenga tema para escribir esta entrada —gracias, gracias, gracias, que siempre llega el momento y estoy en blanco y preguntándome quién me ha robado los días que van de domingo a domingo—, porque me ha resultado de lo más curiosa. Veréis, por pura casualidad he estado hablando del mismo asunto con cuatro personas distintas, y al decir distintas no me refiero a que haya sido en distinto lugar o situación, que también, sino a que son muy distintas. Diferentes edades, diferentes gustos, diferentes maneras de ver la vida. Sin embargo, todas parecíamos estar de acuerdo, lo que es raro de narices. ¿Y de qué hablabais?, os preguntaréis, que siempre me lío como una persiana. Pues, así, resumiendo, de los secundarios «malotes» que cuando llega su libro se convierten en unos calzonazos del quince y ya no los reconoce ni su madre, ni su peluquero, ni el dentista que les afila los colmillos y los mantiene libres de caries. Y digo lo del dentista porque esto pasa muchísimo en las sagas paranormales, donde el vampiro cruel y sanguinario, de pronto, pasa a ser la dulce doncella desvalida, necesitada de afecto y llorosa cual plañidera. Que también ocurre en otras temáticas, conste, pero hay muchos domingos y esta Lady Pereza no está como para desperdiciar ideas así como así, de modo que hoy me voy a centrar en lo que podemos llamar los vampiros «emo». Esos tipos patéticos y llorosos, que son unos auténticos cabrones hasta que conocen al amor de su vida... y se convierten en tiernos cachorrillos necesitados de afecto y pletóricos de amor por la humanidad.Es que los odio, en serio. Los odio a muerte.Vamos a ver, si una autora se lo ha currado para montar un personaje malo, pero malo de verdad, egoísta, depravado, sin un ápice de ética o virtud que lo redima, y ese personaje ha conseguido seducir a un montón de lectores, ¿para qué leches lo cambia? Ella lo ha creado. Fue ella quien lo hizo así. Que se lo ha montado de miedo para que todo el mundo quiera su libro… Pues ahora que apañe como pueda, que no vale que llegue el momento y lo convierta en alguien que no es porque no sabe qué hacer con él. Haberlo pensado antes. O que no escriba su historia, que no pasa nada, que va a quedar mejor si dice que no puede ser.Supongo que todo esto parte de una concepción que yo considero errónea —y a lo mejor la equivocada soy yo, que todo es posible— y es que «el amor lo cambia todo».Que no.Que la gente no cambia ni maldita la falta que le hace.La gente evoluciona, crece, madura, aprende (o no) de la experiencia, pero no cambia. Lo que tú eres, lo que te hace único, los cimientos que componen tu personalidad… eso se mantiene toda la vida. Que, vale, las mujeres aceptamos como verdad universal —y probablemente equivocada, como suelen serlo las generalizaciones— que los hombres tardan más en madurar, pero, hombre, después de quinientos años —edad media de un vampiro calculada meticulosamente por absoluto azar—, creo yo que ya va siendo hora de que un personaje tenga un carácter un poquito definido. Un poquito solo. Que el tío lleva cinco siglos portándose como un auténtico cabrón, y por mucho que se le baje la sangre del cerebro a latitudes más cálidas, eso no va a cambiar, que no empezó a ser así ayer. Sí, quizá esté loco por la nena y con ella tenga sus detalles, pero de ahí a convertirse en un calzonazos va un universo y varias galaxias muy, muy lejanas; que ha tenido un montón de años para ser como es, no va a cambiar en quince días y, si me apuráis, a evolucionar tampoco.Esas cosas decepcionan y desmoralizan al lector, de verdad, y a mí es que me ponen frenética. Si llevo diez libros de una saga —o serie, lo que sea. Ya vendrá mi querida Lady Soberbia a corregirme si procede— viendo a un personaje y formándome una idea de cómo es, y luego va la autora y escribe su libro y no lo reconozco, me frustro muchísimo. Pero muchísimo, en serio. No hay cosa que me repatee más. Odio las justificaciones morales de baratillo: es que era así porque se sentía solo —vamos, no me jorobes. Que se compre un perro, lo vampirice y deje de dar por saco—; es que lo único que necesitaba era conocer el amor —ya, pobre oveja genocida y descarriada, si es que sin una pareja a nuestro lado no somos nadie—; es que, en realidad, no es tan malo, porque solo mataba a malvados —¿Perdona? ¿Ahora resulta que es un benefactor de la humanidad? Chachi—; es que, es que, es que… Que no, hombre, que no. Que si es un cabrón, es un cabrón, hay que ser coherente. Habrá que apañárselas para que se enamore sin perder su esencia o elegir otro personaje. ¿Para qué empeñarse en escribir sobre un asesino, si luego resulta que, bueno, que sí, que era asesino, pero poquito, que tenía sus motivos o sus justificaciones? Pues para eso es mejor hacer otra cosa, que anda que no hay tipos de protagonistas donde elegir. Si lo que se quiere es un chico romántico, detallista, dulce, cariñoso, encantador, buenísimo… pues no se puede empezar con él siendo un desgraciado egoísta, cruel y despiadado, porque no cuela.Que no. Que no cuela. En serio. No.Y ya que estamos, y hablando de incoherencias: ¿quinientos años arrastrando un trauma? Pero. Qué. Me. Estás. Contando. Colega. SUPÉRALO. Vale, mataron a tu hámster cuando eras un niño, allá por la Edad Media, pero, tío, en serio, ya vale. Pasa página. Que los humanos tienen una vida infinitamente más breve y superan cosas peores. Entiendo que estés resentido y que no se te olvide, que fue muy gordo y tal. Vale, lo acepto. Pero ¿de verdad es necesario que estés lamentándote toda tu puñetera vida? ¿Todo el tiempo? ¿Sin pensar en nada más? Hombre, por favor, tú lo que necesitas no es una novia, cachorrito, lo que te hace falta es un buen psicoanalista y muchas horas de terapia. Y sí, bebes sangre, tío. Asúmelo, que llevas siglos haciéndolo. Diez veces más años de los que pasaste comiendo chuletones, como mínimo. Oh, qué horror, qué espanto, eres un monstruo —léase con tono monocorde y limándose las uñas con aire displicente, a ser posible—. Pues anda que no has tenido tiempo ni nada para adaptarte a tu dieta, chaval. Si después de tantos siglos no sabes aguantarte y dominar tus instintos, y sigues matando gente a la mínima porque pierdes el control —y lamentándote después. Si te mola, no pasa nada, oye, encantada de conocerte—, mejor busca una reunión de adictos anónimos porque tienes un problema de tolerancia a la frustración muy, muy severo. Ah, y a mí no me pones una mano encima hasta que no sepas mantener el control, que a saber lo que puede pasar. Que quien hace un cesto hace un ciento, y si después de todo ese tiempo no eres capaz de someter a tu monstruo interior y todas esas cosas, no quiero saber cómo se te da lo de esperar con paciencia a que la dama vaya primero. Y sí, va con doble sentido. Mira, mira, anda, anda, métete tus lloriqueos por una oreja, muchacho, y vete a darle la lata a otra. Que a mí me viene uno de estos vampiros «emo» lloriqueando por sus circunstancias, y tardo siete segundos exactos en ahorrarle todo su sufrimiento con una estaca en el corazón por muy bueno que esté. Muérete ya, hombre, y deja de arrastrarte como un gusano. Qué hartita me tienen, de verdad, qué hartita.Y sí, acepto que hay gente a la que le gustan esos tipos. Claro que lo acepto. Que no me meto con los gustos de los demás, en serio, no se trata de eso. Pero es que yo también tengo mis gustos y odio la falta de coherencia a la hora de elegir y construir personajes. No hay nada que me haga abandonar más rápido un libro que un personaje incoherente y, para mí, la mayoría de estos seres sobrenaturales con traumas eternos, malísimos de manual y que no los reconoces cuando encuentran a la mujer de su vida, no tienen ningún sentido. Si en todo el tiempo que llevan caminando sobre esta polvorienta roca que llamamos nuestro planeta no han conseguido superar su trauma, sea el que sea, no lo van a lograr por mucho que la nena sea una diosa encarnada y venida a la Tierra para rendirle pleitesía. Como mucho, conseguirán que ella acabe amargada y hasta el ombligo de escuchar lo requetemalísimos que son sus enemigos y lo mucho que lo odian, a él, que solo es un asesino sin sentimientos, pero que tiene buen fondo.No sé, a lo mejor es que mi primer contacto con los vampiros fue Drácula y los veo de otra manera. Y no hablo de la dichosa película de Coppola, sino del libro, donde, os lo aseguro, por mucho que os hayáis convencido de que es así, no hay océanos de tiempo, ni historia de amor, ni las narices de un perrito chiquitín. En fin, nada, sin problemas: que cada cual con sus gustos y que a quien le gusten se quede con los vampiros «emo», que yo seguiré pensando en Drácula, en Barlow, en Ruthven o en Carmilla y todos seremos felices. Paz y amor y todo eso ¿adonde quedaron vampiros como Drácula y su versión moderna Alucard de Hellsing? Ellos son malvados y le gusta ser malvados y no les gusta que venga a alguien a tratar de cambiarlos Por otro lado, me repatea que un personaje que ha sido malvado hasta más no poder, se haga blandito |
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