Cuando todo lo que crees saber se desmorona ¿saldrías huyendo? ¿O afrontarías la verdad?

Ruby Cardel tiene una vida en apariencia normal -un novio cariñoso, una profesión que le apasiona-, pero en un terrible momento su mundo se derrumba. El descubrimiento de que la muerte de su hermana Jamie no fue un accidente le hace cuestionarse todo lo que sabe acerca de ella misma y de su pasado.

Cuando Ruby decide volver a Lyrebird Hill, la propiedad en el campo donde creció junto a su madre y su hermana, comienza a recordar ese año que ha estado bloqueado en su memoria. Allí encuentra escondidas unas cartas antiguas de una pariente perdida hace mucho tiempo, Brenna Magavin, escritas desde su celda en la prisión de Tasmania donde cumplía condena por asesinato.

Al leerlas Ruby comprende que la historia de su familia está marcada por la tragedia y la violencia. Y mientras poco a poco va juntando los fragmentos de la verdad, lo que finalmente descubra sacudirá toda su vida..., y revelará lo que le pasó a Jamie el fatídico día de su muerte.

En «Un americano en París» decían que cuando un libro tiene una bonita encuadernación a uno le gusta saber qué hay en su interior. Y este libro, presentado con una portada evocadora y un argumento atractivo, es un ejemplo de ello. Por supuesto, eso es sólo un paso para sentirse atraído por una novela, después es necesario que el contenido también esté a la altura.

Y «Cartas desde Tasmania» lo está.

Si algo tiene esta historia es que ha sabido transmitir emociones tales como la ternura o la tristeza con naturalidad, sin buscar la lágrima fácil —aunque es cierto que a mí se me ha escapado alguna— hasta llegar a un final que se lee con el corazón desbocado.

Anna Romer es una autora a la que no conocía pero a la que voy a seguir la pista. Mientras me informaba un poco sobre ella he descubierto su predilección por utilizar cartas antiguas y diarios olvidados para unir dos historias separadas en el tiempo y de alguna forma resolver un misterio antiguo, pues en la que es a la vez su anterior novela y su ópera prima, «Una casa en Thornwood» ya utilizó este recurso. Esto ya es motivo para interesarme por sus libros.

Y entramos de lleno en los personajes, unos personajes maravillosos además.

Ruby es la pieza clave para resolver dos misterios: uno que es tan doloroso para ella que permanece enterrado en su memoria; el otro es una historia olvidada para el mundo hace tiempo.

Ruby es un personaje cuya fortaleza se oculta tras una capa de conformismo, le parece que su vida está bien, no es feliz pero se siente cómoda con ella. Pero el recuerdo olvidado que permanece en algún lugar de su memoria pugna por salir, ha llegado el momento de hacerlo despertar pero no sabe cómo. Y lo más importante, le aterra enfrentarse a la verdad. Sólo un cambio de mentalidad importante le dará el valor suficiente y este cambio llega en forma de dos sucesos simultáneos e inesperados.

Ruby evoluciona a lo largo de la historia a través de sus recuerdos y descubrimientos, con ayuda de algunas personas hasta llegar a ser la persona que había olvidado que era, aquella jovencita llena de ternura y sueños que se deshicieron durante ese año en blanco que irá recordando.

Y después tenemos a Brenna, una heroína silenciosa, una mujer que sabe cuál es su papel y que se adapta lo mejor posible a él, a la época que le ha tocado vivir, a las circunstancias que la empujan a tomar una decisión que cambia su vida. Es casi una niña cuando se ve obligada a convertirse en una mujer admirable y valiente, enfrentada a un mundo que desconoce. Al igual que Ruby debe enfrentarse a algunos descubrimientos que la removerán por dentro.

Son dos protagonistas que se reparten el peso de novela, de diferentes épocas pero con valores similares.

Más que una novela romántica la tildaría de novela sentimental con su dosis de misterio, pero, más allá de preferencias de género, en cuanto empecé el libro olvidé por qué lo estaba leyendo o a qué género pertenecía, porque estaba sumergida en una trama que atrapa desde el primer momento.

Sin embargo, la autora no olvida el amor en estas dos mujeres, y sin duda es es amor verdadero. Entre ambas historias puede establecerse cierto paralelismo, y lo que es cierto es que son historias preciosas y llenas de ternura.

Si bien en la historia de Ruby nos falta una pieza para conocer su vida, en la de Brenna empezamos teniendo una única pista y a raíz de ella surge todo, por eso no es ningún misterio decir que la historia de Brenna tiene un aire trágico cuyo final podemos intuir desde el prólogo.

Igual que Ruby y Brenna son personajes entrañables que no dejan indiferente, lo mismo he sentido con sus almas gemelas cuyos nombres no revelaré, porque para disfrutar de este libro plenamente hay que descubrirlos durante la lectura. Sólo voy a decir que ellos me han conmovido tanto como ellas.

Otro elemento a destacar es la ambientación de esta historia que transcurre en Australia, una ubicación que no es habitual en el género romántico y por ello resulta refrescante, en especial en la historia de Brenna, donde una tribu aborigen es esencial en su historia.

He dicho que al final se llega con el corazón desbocado porque se resuelven los dos misterios que la autora plantea y todo queda perfectamente atado, entonces es cuando se nota que toda escena tiene una razón de ser.

Es una novela preciosa, con una historia compleja pero muy bien planteada cuya narración resulta una delicia descubrir, es un placer leer a autoras que dedican tanto mimo a sus historias porque eso traspasa el papel. Tiene unos protagonistas que te llegan al alma y unos secundarios a los que adoras aunque su participación sea pequeña y otros a los que desprecias. Sin olvidar una cuidada ambientación y un suspense sosegado pero muy atractivo.