Cuando Alexia era pequeña, solo quería pintar. Hasta que creció y descubrió que deseaba algo más que convertir sus sentimientos en obras de arte; le deseaba a él. Por encima de todo. Pero cuando lo tuvo por primera vez, lo perdió. Y cuando creyó recuperarlo, fue solo un espejismo.

Cuando José era un adolescente, los ojos de una niña le recordaron que no estaba solo en el mundo, y sin decirle nada se aferró a ellos. Años más tarde, la propietaria de esos ojos le rompió el corazón. Después él se lo rompió a ella.

Sus caminos se cruzan una y otra vez, mientras se preguntan si están mejor separados o en realidad están perdidos el uno sin el otro, y que llegará el día en que deberán a saltar al vacío.                             

Cuando conocí a José Antonio y Alexia en la novela anterior, ya se veía que entre ambos, algo se estaba fraguando, no hubo nada que me llevara a intuir que ambos tenían una historia anterior y no sé si la autora ya lo tenía en mente o es algo que le ha surgido al empezar a escribir su historia. Me ha sorprendido mucho, porque nada dejaba adivinar que tras esa actitud tan educada entre ellos, se escondiera una relación tan problemática.

La novela tiene muchos puntos en común con la primera de la saga «Doce años y un instante». Lo primero que llama la atención son los doce años que también transcurren. Es algo menos chocante ya que  al principio los dos son demasiado jóvenes y es más un darse cuenta de la existencia del otro, ya que tampoco hay una relación romántica entre ambos y, en realidad, son nueve los años que pasan desde el inicio de su relación, por así llamarla, −en realidad, más que una relación, creo que son breves encuentros fortuitos− hasta la conclusión en el deseado final feliz.

Igual que en el primero, también encontraremos dos narradores: hay capítulos que están escritos en primera persona, normalmente una misma escena vista, primero por parte de él y, después, descrita por parte de ella y, los más habituales, el narrador omnisciente, que es el que más me gusta a mí.

No soy muy partidaria del tema del narrador protagonista. De todas formas, reconozco que hace que, como lector, sientas mucha más empatía con el personaje y, sobre todo en escenas de una fuerte carga emocional, me ha parecido que, en este caso, funcionaba muy bien. También creo, que al plasmar los dos puntos de vista, se soluciona el principal motivo de mi oposición, que es la pérdida de información o punto de vista del otro protagonista.

Independientemente del gusto personal de cada uno, la autora hace uso de los narradores de una forma coherente y casi te acostumbras a relacionarlos con el tipo de texto que vas a encontrar.

En cuanto a los personajes, decir que yo he sido la primera sorprendida de mi reacción ante ellos ya que ambos, con mayor o menor motivo, comenten algún acto al que me opongo firmemente dentro de la novela romántica. Ninguno de los dos se salva. En ese sentido aplaudo la forma en que la escritora se ha arriesgado y también la forma en que lo ha justificado, aunque no esté de acuerdo y siga sin gustarme, me ha sido imposible cabrearme con ninguno de los dos.

Es una historia arriesgada en una novela romántica, complicada donde el gran problema se centra en la inseguridad y la falta de comunicación de ambos, el orgullo y los celos. Una relación tumultuosa en la que, hábilmente hilvanada por Anna Casanovas, resulta muy difícil decantarse por uno u otro.

A veces no es que la vida sea complicada, es que nosotros mismos la complicamos. Por miedo.

Al plasmar una serie de acontecimientos puntales entre ellos, la evolución de los personajes está marcada por su cambio de actitud. Una cambio muy marcado y totalmente justificado.

La autora vuelve a hacer uso del flashbacks, centrando la historia en tres momentos concretos. Es un recurso que dificulta la evolución paulatina de su relación pero, en su conjunto, ha conseguido una historia muy emotiva y, aviso, dramática.

Alexia, la joven rebelde que ha visto su sueño del «y comieron perdices» truncado en su propia familia desde muy joven. Con una responsabilidad que, considero algo excesiva para su edad, y que, junto a una mala experiencia en sus años de universidad, la condicionan en su relación con los hombres. Es una joven con una fuerte inseguridad que intentará por todo los medios mantenerse fría e intentar protegerse.

José Antonio ha crecido en una familia desmembrada. Desde pequeño no puede evitar sentirse responsable de lo que ocurre a su alrededor, a pesar de que sea algo que escapa totalmente a su control. Quizás por eso ha elegido ser médico, siempre ha luchado por conseguir lo que quiere y para ello disfruta de una beca, que le recuerda, día a día, la diferente clase social con aquel ángel que le cautivó con un pincel. Un hombre orgulloso que exige tanto a los demás como a sí mismo, y para quien las segundas oportunidades no tienen cabida.

Muy posiblemente los sentimientos de ambos, al principio de la novela y dada su juventud, resultan demasiado fuertes para resultar creíbles. Quizás, ni José ni Alexia aparenten la edad que tienen, pero, a veces, la vida hace que haya gente que madure más rápidamente que otros. Esas fuertes emociones no me han acabado de convencer, en realidad parece que solo compartan breves momentos y eso hace que te preguntes si no estarán ambos enamorados de un sueño. Contradictoriamente, desde el principio me ha dado la sensación de que realmente están enamorados, supongo que gracias a haber leído sobre ellos en el primer libro. Sí, es extraño, pero ya he comentado que, ante  algunas de mis reacciones, yo he sido la primera sorprendida.

No sé muy bien qué me ha pasado con esta novela, pero me la he leído en un día. Me tenía totalmente enganchada y, eso que algunas de las cosas que cuenta no me han gustado.

Me ha gustado y he disfrutado con la forma de escribir de Anna Casanovas −autora que cada vez me está gustando más−, con una narración sencilla pero que logra conmoverme con algunas  frases que me parecen preciosas.

Otra vez encontraremos una historia de segundas oportunidades, superación de miedos y de reencuentros, que tanto me gustan, con unos personajes muy reales, con los que te enfadas y a quienes maldices para luego perdonarlos.

Hay momentos en los que me he cabreado, otros tristes o en los que he sentido una fuerte ternura. Si algo valoro en una novela romántica es que no me deje indiferente, y ésta lo consigue.

No sé si la saga tendrá una tercera entrega en la que conoceremos la historia de Gabriela, por mi parte, la que realmente me interesa es la historia de Pedro y Teresa, pareja que aparece en la primera novela y a la que en ésta, simplemente, se les nombra.