Degan Grant ha terminado su trabajo en Montana y se marcha a California, deseoso de alejarse de su pasado. Pero el alguacil que le salvó la vida le pide un favor: capturar a tres forajidos y llevarlos ante la justicia.

Entonces una joven audaz se cruza en el camino de Degan. Maxine lo intentará todo para escapar del guapo y enigmático pistolero que trata de entregarla a un sheriff corrupto que la ahorcará en lugar de llevarla ante los tribunales.

Cargado con la insolente Maxine, que insiste en su inocencia, Degan tendrá que atrapar a un asesino sanguinario y mantener a raya a un viejo enemigo. Mientras tanto, la obligada cercanía de su seductora prisionera enciende en él un deseo que amenaza con convertirse en una pasión incontrolada.

Cuando leí «Un corazón por conquistar» ya me pareció que Degan Grant iba a ser protagonista de una novela posterior porque tenía potencial y carácter. Y Johanna Lindsey no podía dejar pasar al misterioso y atractivo pistolero más rápido del Oeste.

Me ha pasado un poco como con el libro anterior, que la premisa es buena —a mí me encantan las novelas románticas ambientadas en el oeste sobre pistoleros y rancheros—, pero la introducción a la historia se hace un poco larga. Al final da la sensación de que algunos capítulos iniciales se podían reducir y la parte final alargar, pues es la más interesante y se hace corta.

Degan es el pacificador que contrató Zachary Callahan para mantener la paz entre su familia y los Warren hasta que tener lugar la boda que debe unir a las dos familias y poner fin a una larga enemistad. Al final todo salió bien y, después de despedirse de los novios el día de la boda, se marcha a otro lugar, dejando atrás a los que se han convertido en buenos amigos suyos.

Degan es un hombre misterioso que no deja ver sus sentimientos ni revela nada de su pasado, y nos muestra poco de sus pensamientos. Pero escondía sorpresas, como la razón por la que se hizo pistolero, una vida muy distinta a la que había llevado hasta hacía unos años. Me ha sorprendido la failidad con la que se adaptó al día a día en el salvaje oeste y lo rápido que se convirtió en el hombre más temido, conocido a lo largo de kilómetros, un hombre al que todo forajido o temerario quiere retar para demostrar que es mejor. Algo que nadie ha conseguido nunca.

Maxine es un trabajo que le surge de improviso, para ayudar a un amigo se convierte en marshal temporal para ayudarle a encontrar a dos o tres forajidos. Y, sin querer, se topa con Max Dawson, que resulta ser Maxine Dawson.

Maxine es buscada por un crimen que no cometió; de hecho, ella fue la víctima. Pero se ha visto obligada a vivir como un forajido durante dos años, lo único que le gustaría es limpiar su nombre y volver con su familia. Si Degan no estuviera tan decidido a entregarla, podría ayudarla.

Su relación no es amistosa al principio; ella intenta huir de Degan, y él está decidido a que no lo consiga. Con esa extraña convivencia durante el viaje a Tejas, Degan empieza a creer a Maxine y los dos empiezan a enamorarse y sentir respeto mutuo.

Todo se complica más cuando una mujer del pasado de Degan inicia una persecución para encontrarle y porque hay alguien más muy interesado en que Maxine regrese a Tejas de una forma o de otra.

Me ha gustado mucho la aparición de la familia Callahan, en especial de Tiffany y Hunter, una pareja que me cayó muy bien cuando leí su historia. También se puede intuir un posible futuro romance para Morgan Callahan que parece interesante.

El final me ha gustado, porque Maxine y Degan acaban donde debían hacerlo.

Es un libro entretenido y agradable, donde se nota el «sello Lindsey» más que en otra novelas recientes de la autora. Mantiene el estilo ameno y ligero, sin profundizar demasiado en situaciones y personajes, pero lo suple con aventura y una trama que se centra mucho en la relación entre los dos protagonistas, pues se pasan la novela juntos.

Recomendable para admiradoras de Johanna Lindsey, en especial de sus novelas del salvaje oeste.