Jenna Riley ya no sabe cómo desvincularse de los deportes. Mientras sus hermanos Mick y Gavin son estrellas en sus respectivos equipos, a ella le toca ocuparse del negocio familiar... por mucho que le pese.

Así que cuando el jugador de hockey sobre hielo Tyler Anderson la invita a salir, ella lo rechaza. Por muy atraída que se sienta por él, ha jurado no enamorarse de ningún hombre que se gane la vida practicando un deporte, incluso aunque sea tan adorable como Ty.

Tyler se siente tan intrigado por la preciosa propietaria de Riley's, que se convierte en cliente habitual. A medida que la confianza y la pasión crecen entre ellos, y consciente de que Jenna quiere reorientar su vida, la insta a vivir cómo anhela.

Gracias a su apoyo, Jenna comienza a creer en sí misma, ahora solo tiene que averiguar qué desea en realidad, y comprobar si posee el valor suficiente para  conseguirlo todo... incluyendo a Ty.

Tercer libro de la serie «Jugada por jugada».

Después del fútbol americano y el béisbol, pasamos al mundo del hockey sobre hielo, un deporte que no es nuevo para la novela romántica, pero también es algo circunstancial porque tiene poca importancia en la historia.

Y es también el momento de la más joven de la familia Riley, porque después de los romances de sus dos hermanos llega el suyo, además de luchar por sus sueños, algo que Mick y Gavin no necesitaron hacer.

Pero si este libro tiene algo que lo hace un poco distinto a los dos anteriores, es que los protagonistas no acaban en la cama durante el primer capítulo, y para tratarse de una novela de Jaci Burton tardan bastante en hacerlo.

Eso sí, las escenas de sexo vuelven a ser abundantes, descriptivas y en ocasiones excesivas, aunque menos que en otros de sus libros. Aquí se aprecia un cierto enamoramiento previo en lugar de una lujuria descontrolada seguida del amor. Es algo que le da más coherencia a la historia.

La trama que tiene lugar fuera de la cama es bastante sencilla, sin embargo. De hecho, no hay demasiada historia, a excepción de los miedos de Jenna, pues ése es el único obstáculo que hay en su historia de amor. Sus miedos a enamorarse, al cambio y decidirse por sus sueños. Tyler tiene que superar una parte de su pasado pero lo hace con más naturalidad.

Jenna y Tyler, como pareja, están en un punto intermedio entre Tara y Mick y Liz y Gavin.

Jenna Riley, que tan bien me caía en los libros precedentes, no me ha gustado tanto en su propia novela. Antes pensaba que eran los hombres de esta serie los que se volvían un poco estúpidos cuando se enamoran, pero me equivocaba. No son los hombres, son los miembros de la familia Riley, y Jenna no es una excepción. Por otro lado, y esto es una manía que no he podido evitar, ha sido imposible imaginármela con su pelo corto de punta, así que la he cambiado a una morena con melena y, como concesión a su estilo moderno, le he dado mechas de varios colores.

Aparte de ello está el tema de la música, las canciones melancólicas me han hecho pensar en el country y su estilo en el pop. Siempre que aparecía una canción en escena tenía que imaginar un tema musical, y el que me venía era «Torn». Creo que le va bien.

Tyler, en cambio, es el hombre perfecto: guapo, sexy, deportista, paciente, inteligente, amable, sincero, fiel, leal... Perfecto. Si él fuera una mujer le tendría envidia, si no fura un hombre que me cayera tan bien no le soportaría. Pero me gusta, es encantador sin ser nada empalagoso. Incluso es demasiado comprensivo con Jenna.

La historia de amor es bonita y sencilla, pero no me ha acabado de llenar del todo. Creo que es a causa de Jenna, Tyler es tan atento con ella mientras que Jenna tiene un comportamiento más infantil y en ocasiones absurdo. Me ha quedado la sensación de que Tyler es demasiado bueno para ella, los errores de Jenna en lugar de hacerla más humana la hacen más pesada. Lo que más me ha gustado es que llevan un tiempo estudiándose, su relación se empezó a forjar en el libro pasado y se han ido enamorando poco a poco, casi sin darse cuenta, así se evita la sensación de atracción sexual sin sentimientos.

Como personajes secundarios destacados tenemos al resto del clan Riley, con una presencia importante de Tara y Liz, ahora amigas inseparables.

Es una historia de amor sencilla y apasionada, con personajes con personalidad, aunque Tyler es el que más me ha gustado de los dos. Además, es una novela amena y entretenida, a pesar de que al final haya saturación de escenas de sexo, aunque no tanto como en los dos primeros.

No sabría decir si me ha gustado más que «Cambiando el juego», pero sí me ha gustado claramente más que «La jugada perfecta».